Miles de rosarinos veneraron a San Cayetano en su día

Con misas desde la medianoche y la procesión de esta tarde desde el templo de calle Buenos Aires hasta la Plaza de la Libertad, donde ofició un servicio religioso el arzobispo de Rosario, miles de feligreses veneraron a San Cayetano y le pidieron pan y trabajo.

Como ocurre cada 7 de agosto, los actos comenzaron a la medianoche. Una vigilia con misas cada hora convocó a centenares de personas. La concurrencia se fue renovando durante toda la jornada.
A las 15, los fieles partieron en procesión hacia la Plaza de la Libertad, donde el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martin, celebró una misa.
A partir de las 18 y hasta las 22 inclusive, habrá una misa cada hora en la iglesia de calle Buenos Aires.

LA HOMILÍA DEL ARZOBISPO
Frente a millares de fieles, desde el escenario montado en la Plaza de la Libertad, el arzobispo de Rosario, Monseñor Martín, brindó una homilía en el marco del día en que se conmemora al patrono del trabajo, San Cayetano.
En sus palabras, llamó a una clara reflexión sobre la fe, el pan, el trabajo, la dignidad y la idolatría. La primera gracia que el prelado pidió a Dios es “que aumente y renueve” la fe. “La fe es la raíz de todo, con ella podemos agradar a Dios, alcanzar la vida eterna”, continuó.
“En esa mirada en la fe, Jesús en el evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta de dónde está y dónde ha de estar o debe estar el tesoro de nuestra vida. Como lo tuvo Abraham y lo tuvo San Cayetano: en Dios. Y no poner el tesoro de nuestras vidas en la riqueza, en el dinero, en la avaricia. Es una idolatría que tanto daño causa”, prosiguió Monseñor Martín, para luego agregar: “el ídolo es un falso Dios y la idolatría es el culto al falso Dios”.
Luego señaló: “Nosotros no somos Dios, no tenemos el poder absoluto, a nosotros se nos ha dado como en administración para que se la entreguemos con frutos y con creces. Qué distinta sería la vida si viviéramos conforme a estas palabras del Evangelio, y entonces en nuestra querida patria cuántas situaciones no tendríamos que vivir. Porque si se vive conforme a la fe y sé está en donde se tiene que estar, entonces nace una mirada distinta sobre las cosas y sobre las personas. Por eso venimos acá a darle gracias a San Cayetano, porque tenemos el pan y el trabajo o a pedirle si no lo tenemos, y creo que es importante reflexionar sobre estas dos palabras: pan y trabajo. Las dos tienen que ir siempre juntas, no puede ir una sin la otra”.
Más adelante dijo que “la gente menosprecia a quienes viven de arriba, porque arteramente atisban en ellos una falta de dignidad. Esto es un aspecto cuando se vive de arriba, cuando se vive de una forma que no es auténtica. Pero hay otra dimensión del pan sin trabajo que es muy dolorosa, y que humilla y no dignifica, que es cuando se le da el pan a alguien como diciéndole: ‘Vos no servís para nada, vos no tenés nada que aportar a esta sociedad. Tus manos no sirven, tu inteligencia tampoco, pero para que no te mueras de hambre te vamos a dar un poco de dinero, o esto o lo otro, para que sigas viviendo’. Pero eso no es digno, porque el pan tiene que llegar a la mesa con el sudor de la frente. El trabajo es el mandato de Dios, pero si busco el trabajo y no lo tengo, entonces el trabajo es necesario. Es un derecho humano, como dice el papa, junto con la tierra y el techo”.
“cuando pedimos trabajo para llevar el pan, pedimos dignidad”, continuó el arzobispo, y puntualizó que “es necesario un trabajo que no sea explotación, sino que lleve el pan a la casa”. A su vez, cuando uno se refiere al pan no se refiere “el pedazo de pan sólo”, sino “el alimento, la salud, el techo, la vivienda”, que son “un conjunto de condiciones que hacen que la persona pueda sostener su familia, integrarla y progresar mínimamente”.
Como reflexión final, monseñor Martín pidió para que en nuestra patria “se dé la unidad entre el trabajo y el pan, y el pan y el trabajo”. (Notixpress)