La hora de los biocombustibles argentinos

El aumento al 10% del corte obligatorio en los combustibles líquidos traerá un escenario muy favorable para la producción nacional de biodiesel y bioetanol.

“La Argentina, con una cosecha anual de granos de más de 90 millones de toneladas y con más de un millón de hectáreas de bosques implantados, tiene un gran potencial bioenergético”, expresó el coordinador del Programa Nacional Bioenergía del INTA, Jorge Hilbert.

Basado en derivados de materias primas de origen agropecuario, agroindustrial o desechos orgánicos, el mercado argentino de exportación de biocombustibles está entre los tres primeros del mundo, con ventas por sobre 1,4 millones de dólares.

El coordinador aseguró que, en 2008, la producción total de biodiesel alcanzó 1,07 millones de toneladas, con ventas por 1,3 mil millones de dólares.

Con el Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentable de Biocombustibles (ley 26.093, promulgada en 2006), se estableció que “todos los combustibles líquidos” caracterizados como gasoil, diesel oil o nafta “deberán ser mezclados con biocombustibles”, ya sea biodiesel o bioetanol, en un mínimo del 5%.

De las 2,4 millones de toneladas que constituyen la capacidad nacional de producción biodiesel, unas 860 mil fueron asignadas al mercado interno. Esa cifra se amplió a casi 1,2 millones de toneladas cuando el corte obligatorio se llevó al 7% –el mismo aplicado en países líderes, como Alemania– y próximamente volverá a crecer cuando ese porcentaje alcance el 10%.

La normativa nació para proteger el ambiente y perfilar al país como un importante productor y usuario de bioenergía, sin descuidar la producción agroalimentaria y evitando las posibles subas en el precio del petróleo.

“El cumplimiento de la ley permitirá el manejo de un combustible menos contaminante y con un mayor grado de componentes renovables”, afirmó Hilbert.

En este sentido, un estudio realizado por el Instituto de Economía y Sociología del INTA determinó que “el aumento en el precio del petróleo es el factor más importante que ha estado impulsando la producción de combustibles alternativos, incluyendo a los biocombustibles” y advirtió que “este precio se triplicó en los últimos años”.

Además del valor comercial, debido a accidentes y derramos como los que ocurrieron recientemente en el Golfo de México y en China, los combustibles fósiles tendrán cada vez mayores regulaciones para su explotación, así como pero imagen pública y rechazado de los consumidores, que día a día se convierten en promotores de las energías limpias.

Los ecosistemas naturales, los cultivos y las plantaciones aptas para generar bioenergía pueden realizarse con criterios de sustentabilidad, ya que su introducción en los sistemas agrícolas permite diversificar y ampliar la rotación de cultivos y sustituir a los monocultivos. Además, las tierras deforestadas, degradadas y marginales pueden restablecerse con esas plantaciones y ayudar así a combatir la desertificación.

Por otra parte, Hilbert sostuvo que “en la última década, los biocombustibles líquidos han adquirido importancia creciente a nivel global con una particular participación en el sector del transporte. En este contexto, la función de la agricultura como fuente de recursos energéticos está adquiriendo un desarrollo creciente, impactando sobre los mercados mundiales”. (inta)