La nave Cassini se acerca al final de su extraplanetaria

Hace dos décadas -1997- la nave Cassini se despidió del planeta Tierra, de manera definitiva para dar un salto al infinito y, contra todos los pronósticos de los científicos de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA) se zambulló, por primera vez, entre el plano de los anillos de Saturno y el mismísimo planeta.

La maniobra se cumplió con éxito el 22 de abril pasado, luego de que sobre volara 127 veces Titán, la mayor luna de Saturno, tarea ciclópea que le permitió a los científicos recolectar datos desconocidos que posibilitarán responder a cuestiones fundamentales sobre el origen del planeta que nos ocupa y sus sistemas de anillos.

Luego de que partiera de nuestra casa en el Universo y tras viajar sin descanso durante siete años, en julio de 2004 Cassini llegó a Saturno y meses después se desprendió de la sonda europea Huygens que aterrizo en Titán, el 14 de enero de 2005, permitiendo esa hazaña poner en evidencia los procesos atmosféricos de esa luna, así como su evolución a través de las estaciones, completándose estudios sobre la morfología superficial y acerca de la estructura interna.

Cassini, en sus 13 años de misión, cubrió cerca de la mitad de la órbita planetaria de Saturno, que tarde 29 años para dar una vuelta al Sol. Los analistas de la NASA estiman que los datos logrados podrán permitirles conocer más acabadamente el pasado y, quizás, el futuro terrícola.

El resto de combustible que contiene la nave llevó a decidir a los científicos a decidir, recientemente, un cambio de trayectoria en la noche eterna del espacio para Cassini. Ello implicará que el 15 de setiembre se desintegre de tal manera que no se produzca contaminación alguna en las lunas de Saturno.

Los especialistas, con su decisión, buscan lograr una mirada inédita sobre los anillos para obtener datos precisos sobre la masa y la edad de los mismos, a la vez que permitirá su intromisión espacial medir el campo gravitacional de Saturno a sólo 3.000 kilómetros de sus capas superiores de nubes, contribuyendo de esta manera a optimizar los actuales modelos de su estructura, así como de los vientos de su atmósfera. Incluso, la curiosidad científica pretende desentrañar la gravedad del planeta a partir de la minúscula atracción que ejercen en la nave los anillos. Ello permitirá calcular la masa total de ellos en una precisión nunca lograda, según lo estiman en la ESA.

Rhea, un mundo inexplorado

Recordemos que quienes gestaron esta indagación de Saturno decidieron en el 2013 orientar un sobrevuelo de la nave hacia la luna Rhea –la segunda mayor luna, después de Titán-, a sólo 1.000 kilómetros de altura para investigar minuciosamente su estructura interna

El 10 de marzo de 2013, a través de esta columna señalamos que Rhea es uno de los satélites del Sistema Solar con 1.529 km de diámetro –casi la mitad de la Luna- y con una órbita casi circular, ligeramente inclinada con respecto al Ecuador de Saturno.

Se estima que posee un núcleo rocoso que supone algo menos de una tercera parte del diámetro, mientras que su manto y corteza podrían estar compuestos por agua helada e impurezas diversas.

El satélite fue descubierto en 1672 por el astrónomo italofrancés Giovanni Cassini, que le dio el nombre de la figura mitológica griega Rhea, hermana y esposa de Crono -Saturno en el panteón romano-.

La luna fue fotografiada por la sonda estadounidense Voyager 1 en noviembre de 1980, cuando ésta pasó por el sistema de Saturno, y posteriormente por la sonda Cassini, la cual la estudió de cerca en noviembre de 2005, en marzo de 2010, y en enero de 2011.

Rhea es una luna helada, con una densidad de aproximadamente 1.24 g/cm³ . Esta densidad indica que probablemente tenga un núcleo rocoso que constituye un tercio de su masa, siendo el resto una combinación de agua-hielo. La temperatura oscila entre los 53 y 99 K(-220o y -174o Celsius).

Está altamente craterizada, y presenta marcas lineales, brillantes y difusas. En un principio se pensó que estas líneas fueron producidas por material eyectado durante la formación de grandes cráteres, como el Tirawa, de 375 km de diámetro -visible en la parte superior de la imagen de Rhea-, pero después otras imágenes de alta resolución han mostrado que en realidad son sistemas de fallas.

En su oportunidad expresamos que el análisis de los datos de la Cassini descubrió una muy tenue atmósfera compuesta por oxígeno y dióxido de carbono, siendo el único cuerpo celeste además de la Tierra en el que se ha detectado oxígeno atmosférico.

Rhea se encuentra en el interior de la magnetosfera de Saturno, esto es una burbuja magnética que rodea al planeta y mantiene en su interior a iones y electrones atrapados.

La investigación permitirá, en el tiempo, entender a los científicos norteamericanos si esta luna es homogénea en su interior o si se ha diferenciado en las capas de núcleo, manto y corteza como sucede en nuestra Tierra.

Las cámaras de Cassini tomaron datos de imágenes ultravioletas, infrarrojas y de luz visible de la superficie de Rhea, a la vez que su analizador de polvo cósmico precisó la existencia de residuos en suspensión sobre la superficie por efecto del bombardeo de meteoritos, a los efectos de entender mejor la irrupción de objetos en el sistema de Saturno.

La búsqueda de vida extraterrestre

Todos estos datos que sobrecogen la imaginación humana, han incidido y lo siguen haciendo, en la necesidad de considerar como actividad vital descubrir si existen seres inteligentes en alguna parte del Universo. Sin duda, la cuestión pasa, finalmente, por determinar dónde, en qué forma y de qué modo puede la humanidad comunicarse con ellos.

Las preguntas aún sin respuestas sobre la cuestión son infinitas y una de ellas, a modo de ejemplo podría sintetizarse así: ¿Podría haber en el universo un enorme número de civilizaciones técnicas inmensurablemente más adelantadas que la nuestra, que intercambien comunicaciones a enormes distancias, de las cuales ni siquiera nos damos cuenta?

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com