En vísperas de un año políticamente decisivo

El año 2018 del calendario gregoriano que comenzará dentro de horas, marcará el cenit de las breve historias gubernamental del macrismo – Cambiemos y socialismo – FPCyS; experiencias políticas que sucedieron al sempiterno peronismo, sea en la Nación como en la Provincia de Santa Fe.

Para Mauricio Macri, si el inminente «año que viene» no consolida los enérgicos cambios de la política económica cultural acelerada básicamente luego del pasado 22 de octubre (con la planificada devaluación del 10,2 % en las últimas dos semanas del año) sus pretensiones reeleccionistas en el 2019 serán una cuesta arriba más dura aún. Ese año no da para ajustes, sino para usufructuar los esfuerzos.

En el caso de Miguel Lifschitz, si en febrero o marzo del «año que viene» no consigue enviar a la legislatura la ley de necesidad de la reforma constitucional – con reelección- deberá seguir los pasos de sus históricos antecesores y comenzar a transitar los dos últimos años de gobierno.

A diferencia de Macri que está trabajando para su reelección porque la Constitución nacional le da esa oportunidad, Miguel Lifschitz ya tiene el sucesor en mente en caso de no prosperar las enmiendas constitucionales en la Carta Magna santafesina. El nombre es un secreto bien guardado; pero seguramente no se trata de su predecesor Antonio Bonfatti.

Miguel Lifschitz no está dispuesto a emular a Jorge Obeid, quien tras llevar adelante una encomiable gestión basada en la obra pública, tuvo la ingrata tarea de colocarle la banda – tras 24 años de gobiernos peronistas – al socialista Hermes Binner.

Para ello, en caso de no lograr los consensos necesarios para su continuidad, Lifschitz apelará en primer lugar a evitar que se disperse la imprescindible tropa radical aliada (NEO y el bloque del Frente Progresista Sur) que lo acompaña como socio fundamental en el FPCyS. Después se verá como incorporar otros actores del campo social en un virtual «relanzamiento» del FPCyS que pasó para el «año que viene».

¿Cómo lograr mantener dentro de la sociedad al radicalismo, toda vez que quizás en el 2019 Cambiemos tenga una oferta de candidato a Gobernador radical de la mano del intendente santafesino José Corral?: contraponiéndolo con otro candidato radical que, utilizando el mecanismo de las Paso compita con un socialista.

Para algunos, ese contrafuego radical bien podría ser el titular de NEO y Ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, que podría enfrentar en las Paso a un candidato/a socialista con vice cruzados y una sola lista de candidatos a diputados, porque no encabezada por el mismísimo Miguel Lifschitz.

Consciente de que difícilmente logre aunar criterios para reformar la Constitución, el gobernador santafesino decidió quemar las naves, blanqueando crudamente sus deseos reeleccionistas; anatema en el ambiente político santafesino.

La flecha disparada por Lifschitz dio de lleno en el avispero: el PRO puso el grito en el cielo, pero aprovechó la ocasión para espantar al peronismo senatorial de un posible apoyo a la reforma, proponiendo en una posible ley la eliminación de la Cámara de Senadores (idea maquinada hace tiempo por el diputado Norberto Nicotra).

Sus compañeros socialistas por lo bajo se preguntaron, en una mezcla de fastidio y perplejidad, qué necesidad había para hacer semejante confesión; mientras que el radicalismo aliado prefirió optar por una prudente cautela.

Lifschitz seguramente evaluó que difícilmente el peronismo le dé los dos tercios en la estratégica Cámara de Senadores para enviar la ley de necesidad de reforma (toda vez que el Nuevo Espacio Santafesino ya habría encontrado en Alejandra Rodenas el aire fresco de recambio); mientras que el PRO, confiado en que ganará la Municipalidad de Rosario en el 2019 y desde allí enfilará decidido, sea con José Corral o Luciano Laspina hacia la Casa Gris, tampoco le daría la chance de ser reelecto («Lifschitz es el único que puede ganar», nos confió un alto dirigente del PRO) y desconfiando del decidido apoyo de sus propios compañeros socialistas, fue por todo: «sería un honor para mí» (ser reelecto; «me encantarían cuatro años más de gobierno», disparó.

Ahora la pelota está en el campo contrario. Por las dudas, Lifschitz ya tiene en mente el sucesor.