Debate de Gobernadores: Qué nos gobiernen los candidatos

Una célebre frase popular podría resumir histriónicamente lo que apreciamos este sábado en el debate de los tres aspirantes a Gobernador de la Provincia de Santa Fe: que nos gobiernen los candidatos.
En nuestro caso, tuvimos la dicha de ver el debate por televisión en la nativa ciudad de Sunchales, acompañados por familiares cuyas acotaciones a los dichos de cada uno de los candidatos, hubieran sido un aporte espectacular “por cucaracha” para los ilustrados asesores de campaña. ¡Cuán lejos suelen estar a veces los políticos, y sus “expertos” en campañas de los reales sentimientos y pareceres de “la gente”!. Y cuánto subestiman su intelecto y cosmovisión del mundo que los rodea. Quien lograre entender la profunda simplicidad de sus razonamientos les resultaría tan sencillo abordar, por ejemplo, un debate de esta naturaleza. Hace una semana, en un debate similar en esta capital un candidato a intendente lo consiguió. Claro, después gobernar suele ser un poco más complejo.
Salvo en el tema seguridad y narcotráfico, donde el debate se puso un tanto áspero, en el resto de los temas preestablecidos los tres candidatos, Antonio Bonfatti, Omar Perotti y José Corral, cada uno desde su óptica, dejaron la saludable impresión de estar preparados para gobernar esta Invencible Provincia plena de oportunidades y posibilidades. Y un presupuesto de 277 mil millones de pesos.
Ninguno de los tres, por caso, propuso ampliar demagógicamente la dadivosa base del Estado asistencialista (que por imperio de las circunstancias económicas hay que incrementar forzadamente), que nació tras el naufragio del 2002 y se transformó en un hecho cultural casi irresoluto. Generalmente las pancartas de las organizaciones sociales reclaman precisamente “mayor asistencia social”, que traducido significa más planes. Perotti, Bonfatti y Corral ofrecieron más y mejores oportunidades de trabajos.
Habría que avisarles a los tres candidatos que una vez dentro del sistema, el Estado abruma de tal manera a quienes se transformaren en “cuentapropistas” ó dadores de empleo (peor aun) que los haría arrepentir más de una vez –como sucede – de transformarse en trabajadores formales. De allí que no pocos, u optan por la informalidad, ó buscan la manera de trabajar en el Estado. No estaría mal en un esquema cada vez mas descentralizado, que lo hagan “para” el Estado. Por ejemplo la obra pública.
De todos modos, pese a nuestro realismo periodístico nada está perdido, los promocionados “primeros empleos” y atractivas definiciones por el estilo están vigentes y con muchos adherentes (obviamente cada candidato de la oposición propone mejorarlos); de la misma manera las prometedoras obras públicas, y la encomiable decisión política para que las personas estudien y se formen para un mundo que, como dicen los expertos será – es – altamente competitivo, desigual y obviamente discriminatorio, no solo desde lo racial ni cultural ni siquiera religioso (que cada vez se acentuará más) sino intelectual. Los que no estudien estarán relegados a labores inferiores y mal remuneradas, cuando no exclavizantes.


Inseguridad y narcotráfico: la obligación de ser realistas


Un párrafo aparte para la inseguridad y el narcotráfico. Vamos a ser sinceramente brutales: quien diga que tiene la solución (sea opositor u oficialismo -con más razón-) en glosario criollo “versea”. Y lo peor es que la sociedad se da cuenta. La justicia es laxa; la sociedad sufre las consecuencias y la policía no da abasto. Los fiscales con sus decisiones exacerban a la población, que observa e infiere que interpretan las normas con una escandalosa y sospechosa liviandad. Estos se excusan señalando que si quisieran ser más rígidos con las detenciones preventivas, por ejemplo, que tanto reclama la sociedad y los candidatos, el Estado debería aumentar exponencialmente la construcción de alcaidías.
Omar Perotti y José Corral proponen reforzar, casi de manera aspiracional, cadenas de mando en la policía (que por otra parte existen) que las actuales autoridades bien podrían mostrarles como fracasan cuando integrantes de una fuerza que porta armas, placas, convive con el delito y sus actores (hete aquí un detalle psicoanalítico) y está dispuesta a dejarse corromper, lo hace.
Hace un mes detuvieron a la cúpula de la Delegación Santa Fe de la Policía Federal por “complicidad con el narcotráfico”. El sábado pasado allanaron un puesto de Gendarmería en la peligrosa Villa 1-11-14 de Capital Federal por venta de drogas. Ejemplo sobran.
Resulta ofensivo del elemental raciocinio ciudadano afirmar que “conmigo se termina el delito, fuera y dentro de la fuerza”. ¿Por qué mejor no apelar a la humildad y el realismo, y decir que se “hará todo lo posible” para cumplir con esos anhelados deseos sociales?.
Según cifras del Ministerio de Seguridad de la Provincia, en estos momentos hay 23 mil policías, de los cuales más de 300 fueron exonerados (echados de la Fuerza) 700 con pases a disponibilidad (se les baja el sueldo y se le saca la placa y la pistola) y 9.000 con sanciones administrativas. ¿El resto dejará de caer en la tentación?. Seguramente no.
De la afligente cuestión social se ocupan infinidad de áreas estaduales de todos los niveles de gobierno (nacional, provincial y locales); mientras que de las adicciones y demás extravíos humanos además del Estado, básicamente se debería ocupar la familia, “célula básica de una sociedad”, cada vez más ausente y reclamante del Estado por lo que ellos (los padres) no son capaces de hacer: criar debidamente a sus hijos.
Atención con los patrones morales, éticos y contraculturales que se exponen, cuando no incitan como virtudes, desde ciertos cenáculos comunicacionales y hasta estaduales. Las consecuencias seguirán siendo desoladoras. En no pocos centros urbanos hay un fenómeno pisco emotivo en ciernes muy poco difundido (por pruritos sociales, precisamente) hasta que estalla como el año pasado en la ciudad de San Jorge: jóvenes que se suicidan víctima de profundas depresiones. En un mundo híper comunicado se sienten solos.


Elecciones y algo más


Tal como afirmáramos hace una semana, quien ganare el domingo que viene la categoría a Gobernador de Santa Fe lo hará por unos 70 mil votos (cuatro puntos de ventaja). Por lo menos así lo muestran las encuestas que exhiben los candidatos; cada cual maquillada con el resultado triunfante de su sector; de las cuales dos serán impiadosamente desmentidas por las urnas el domingo que viene.
Seis días más tarde (de las elecciones), el sábado 22, se inscribirán las listas nacionales. Santa Fe podría dar una sorpresa.