Vuelven los «fondos buitre» y presionan para «sacarle» una mejor oferta a la Argentina

Están siendo asesorados por Dechert LLP, una de las firmas más importantes de Nueva York. Quieren presionar por una oferta beneficiosa para los bonistas.

Mientras que los acreedores que desean llegar a una rápida solución por la deuda (la mayoría) están buscando acercar posiciones con el Gobierno de Alberto Fernández, hay cierta clase de bonistas que juegan un partido completamente distinto.

En el mundo de la deuda, hay «fondos buenos» y «fondos malos». Estos últimos, con menos publicidad que el autodenominado «comité de acreedores» que lidera Greylock Capital y otros (los que buscan una salida amistosa), están comenzando a ejercer presión a la Argentina.

Según supo iProfesional, se están juntando algunos fondos agresivos o distressed, así se los conoce en la jerga financiera, (o cuasi buitres), para tener mayor poder de presión sobre la oferta que finalmente impulsará el Gobierno.

Si bien no trascendió cuántos son, todos están siendo asesorados legalmente por un estudio de abogados ultra conocido para el país: Dechert LLP, el mismo bufete que lideró las negociaciones para Elliott Management y Aurelius durante el arreglo por la deuda en 2016.

Hay que recordar que este estudio legal fue el que ganó la pulseada al Gobierno argentino tanto en los tribunales de Nueva York (en el juzgado del fallecido juez Thomas Griesa) como en otras instancias superiores. Demostraron tener «poder de lobby» para impulsar las causas de sus clientes.

Esta vez no estaría al frente el histórico letrado Robert Cohen, ahora «socio retirado» del bufete, quien llevó la voz cantante durante el largo juicio en los tribunales de Estados Unidos contra el país.

«Tenemos algunos de los principales abogados del mundo que asesoran tanto en asuntos nacionales como transfronterizos. Con frecuencia, se contrata a la empresa para que trabaje en las transacciones y disputas más desafiantes, y se enorgullece de su capacidad para brindar servicios legales de primera calidad y un buen juicio comercial a sus clientes», dice el estudio de abogados en su presentación.

Fundada en 1875, Dechert tiene una plantilla de más de 1.000 abogados en 26 oficinas alrededor del mundo. Claro que su headquarter es en Nueva York, en el lujoso rascacielo de 42 pisos Three Bryant Park, donde están prestando servicios a los fondos que quieren entorpecer un arreglo por la deuda.

Estos inversores, entre los que estaría Aurelius y Blue Angel pero no Elliott, del multimillonario Paul Singer (dicen que se retiró del negocio de bonos soberanos y menos aún quiere volver a meterse con la Argentina), tienen una estrategia de comprar activos que están en problemas, como los títulos locales, para obtener un poder de negociación mayor en las reestructuraciones.

Bloqueo a la acción colectiva


La intención de esta clase de inversores es tener más fortaleza a la hora de sentarse a negociar las condiciones de una oferta por la deuda con Martín Guzmán y amenazar con un bloqueo a la operación si no consiguen lo que buscan.

¿Cómo lo hacen? Compran cierta clase de bonos para entorpecer que se activen las cláusulas de acción colectiva (CACs). Los bonos argentinos, los nuevos que se emitieron bajo el mandato de Mauricio Macri, tienen este mecanismo que permite «arrastar» a los díscolos que no quieren arreglar si el 66% de una emisión acepta la oferta.

Pero esto corre sólo para los títulos que colocó Macri, mientras que los emitidos anteriormente no tienen esas cláusulas. Precisamente por eso, los fondos más agresivos están comprando cantidades importantes de Discount y Par, bonos que nacieron en el primer canje del 2005 y, por consiguiente, no tienen CACs.

La presión es para que el Gobierno no quiera incluir esos mismos bonos entre la deuda a ser reestructurada. Fuentes allegadas a este proceso en Manhattan contaron a iProfesional que la intención inicial de estos fondos buitre no sería la de volver a sumergirse en una larga batalla legal contra la Argentina (que mantiene al histórico estudio de abogados Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton), sino más bien ejercer presión para que la oferta por la deuda sea mejor para los inversores.

Se cree que también tienen en cartera otros títulos más allá de los Par y Discount, y que la estrategia es precisamente forzar a que haya «un deal beneficioso en términos generales».

Estos fondos no precisamente compraron títulos a precios de default como en el 2002, sino que ahora lo hicieron a 40% o 50% del valor. Por eso, buscan forzar a que Guzmán lance una oferta amistosa para que los precios de los bonos suban rápidamente.

«Se juegan a obtener un upside rápido y lucrativo en los precios de sus bonos, no tanto ir a juicio. Pero claro, arman todo el show para tener cómo presionar», comentaba un conocedor del mundo «buitre».

Por eso es que el mercado financiero del exterior le está pidiendo al ministro de Economía que acelere las negociaciones. Argentina, si bien está demostrando tener voluntad de pago, tiene una capacidad limitada para hacerlo en el tiempo.

Entre más tiempo pase sin llegarse a un acuerdo que despeje los pagos de la deuda en los próximos años, más difícil le será al Gobierno continuar entregando dólares de las reservas.

«Estamos trabajando sin pausa para resolver la crisis de deuda pública externa, consecuencia del fracaso de un modelo irresponsable que no funcionó en ningún país del mundo y que nos dejó rehenes de los mercados financieros internacionales», publicó en su cuenta de Twitter el ministro Guzmán recientemente al cumplirse un mes al frente del ministerio.

El tiempo sigue corriendo y si bien a diferencia de otras ocasiones todas las partes quieren lo mismo (un arreglo rápido y beneficioso), hay muchos detalles que faltan por definirse.

Impacientes y con dudas


Hay cierto desencanto en Manhattan con la velocidad (o la falta de ella, mejor dicho) que el Ministerio de Economía le está imprimiendo al tema deuda. «Evidentemente hay discusiones internas que no están saldadas en el Gobierno con respecto a qué negociar y qué no, y por eso no hay avances», interpretan los bonistas del exterior. «Pero realmente no hay tanto tiempo para esperar», avisan.

Lo último que se conoció oficialmente fue, hace escasos días, el «llamado» de la Secretaría de Finanzas a los bancos de inversión para que hagan un rastreo de los tenedores de la deuda. Esto es muy usual y se hace, en realidad, en cualquier reestructuración.

Se busca conocer quiénes tienen los bonos argentinos para hacer una radiografía del inversor. Pero la realidad es que esto mismo está contemplado en las propuestas que los bancos ya le están enviando al ministro de Economía.

O sea, nadie se postula para presentar una oferta por la deuda si no tiene «hablado» a la mayoría de los bonistas. Es un paso esencial. La interpretación que se hace en el exterior es que Guzmán aún no puede pisar el acelerador porque, en realidad, todavía no tiene definido los parámetros básicos de la negociación.

Esto ya no es el eslogan oficial de tener una reestructuración que le permita a la Argentina «crecer para pagar», sino más bien cuestiones técnicas de la oferta en sí. Léase, los años de gracia y qué pasará con los intereses (si se capitalizan o no).

Fuentes relacionadas con las negociaciones le dijeron a iProfesional que esas charlas técnicas corren por cuenta de Lisandro Cleri -el titular de la Unidad de Reestructuración de la Deuda- mientras que el secretario de Finanzas, Diego Baustorre, está enfocado en lo que es la oferta local.

La intención oficial es, precisamente, que Guzmán no esté al frente de las negociaciones con los bonistas y fondos. ¿Por qué? Creen en el mercado que para «preservar al ministro» del desgaste que esto conlleva.

«No es un súper ministro, es un persona de muy bajo perfil y es conveniente que tenga gente que le informe sin involucrarse en forma directa», contaron desde un fondo que dialoga con funcionarios de Economía. (IProfesional)