Piantavotos

Bajo este título el lector podrá suponer, con razón, que en este artículo de opinión –el primero de mi autoría en este consolidado medio alternativo- se hará una detallada descripción de aquellos candidatos con un pasado non santo y a los que es conveniente esconder de la opinión pública lo más que se pueda. Ejemplos de estos personajes hubo, hay y habrá de sobra a los largo de la historia política argentina. Sin embargo en estas líneas haré referencia a otro tipo de piantavotos, un poco más abstractos si se quiere. Me referiré concretamente a los controles de tránsito, o mejor dicho a los no controles.

A fuerza de ser sinceros este sesudo análisis no me pertenece, se lo birlé a un incansable luchador como es Gerónimo Bonavera. En una reciente entrevista radial el titular de la ONG Conciencia Vial, me dijo que entre las autoridades municipales “está instalada la idea de que realizar controles de tránsito en épocas de elecciones es cuanto menos antipático”. Eso y sostener que los controles son piantavotos es exactamente lo mismo.

La demora y la molestia que genera un operativo vehicular, sumado a la idea instalada en la sociedad de que solo se los lleva a cabo con fines recaudatorios, abonan la teoría de Bonavera. Más allá de lo que puedan pensar muchos, los controles son necesarios, son vitales para frenar el caos de tránsito que existe en Rosario. No nos podemos quedar solamente con la idea de que esto se da porque se incrementó de manera exponencial el parque automotor. Si esa es la razón de tanto desorden, se deben tomar medidas. Solo la presencia de inspectores en las calles servirá para el efectivo cumplimiento de las normas existentes y las que sean necesarias agregar.

Cualquiera que haya recorrido la ciudad en los últimos días –sea la zona que sea- se habrá percatado de la notoria ausencia de inspectores en las calles. Si hasta da la sensación de que la Dirección de Tránsito, hoy a cargo de Henry Fabro, se hubiera desmantelado. En el único lugar que se ven agentes es en los frentes de las obras en construcción, actividad por la que el Municipio recibe un pago extra.

Autos estacionados en doble y hasta triple fila, vehículos que aparcan en las paradas de taxis y colectivos, dominan la escena en el centro y macrocentro de la ciudad. En los barrios, las violaciones a las reglas de tránsito son más graves: circular de contramano y pasar semáforos en rojo son las faltas más comunes. Esto no es casualidad, el ciudadano sabe que si en el centro los controles son escasos, en las zonas periféricas directamente son inexistentes.

En materia de tránsito, lo que sucede en la noche rosarina merece un párrafo aparte. Las motos que hacen delivery de comida circulan zigzagueantes a toda velocidad, de contramano y sin respetar los semáforos, pero los encargados de llevar a cabo los controles parecen no darse cuenta de ello. Los fines de semana con los autos particulares sucede algo parecido. En muchos casos las avenidas son utilizadas como pista de carreras. Taxistas y colectiveros parecen tener carta libre para violar las normas.

Las autoridades juran y perjuran que los controles se hacen. El propio Fabro hace poco dio a conocer una suerte de ranking de infractores encabezado por motociclistas. Sin embargo, en la calle se ven cada vez más infractores y cada vez menos inspectores. Esta tendencia se profundizó en los últimos meses. Bonavera tiene razón, “está instalada la idea de que realizar controles de tránsito en épocas de elecciones es cuanto menos antipático”. En pocas palabras: controlar el tránsito antes de los comicios es piantavotos.

Foto: Cortesía Hugo Aranda