17 de octubre de 1945: El día en el que la historia argentina se partió en dos

En el día de la fecha, se cumplen 66 años de uno de los hechos más importantes de nuestro pasado: el 17 de octubre de 1945. Estos sucesos marcados por el clamor popular, significaron un antes y un después en la historia argentina, anunciando el advenimiento de una era de profundos cambios sociales de la que aún hoy se perciben sus huellas.

Ese día se produjo en Buenos Aires una gran movilización obrera y sindical que exigía la liberación del coronel Juan Domingo Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social creada a su pedido, promovió los derechos de los trabajadores. Es considerado como el día de nacimiento del peronismo y uno de sus máximos símbolos, así como uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero argentino.

En la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso, localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos.

Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.

Inicialmente la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo que son el paso obligado hacia la Capital para quienes provenían de la zona sur (Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berisso, etc.). Algunos manifestantes cruzaron a nado o en balsas hasta que, más tarde, los puentes fueron bajados. La policía, claramente favorable a Perón, no obstaculizó la marcha e incluso algunos de sus integrantes intercambiaron expresiones de simpatía con los manifestantes, cuyas consignas nada tenían que ver con el reclamo de la CGT sino que expresaban su apoyo a Perón y la exigencia de su liberación.

El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud prescindente. El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Avalos observaba a los manifestantes y se negó a movilizar las tropas del cuartel de Campo de Mayo que en unas horas podían llegar a la Capital Federal, como se lo pedían algunos jefes del ejército y el ministro de Marina. Avalos confiaba en que la manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el Hospital Militar. Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Avalos solicitaría su retiro.

A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno. Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día siguiente.

Esa es la crónica de una jornada inolvidable para las clases populares argentinas, que quedarán lacradas por la eternidad en las páginas de la historia argentina.