Guardia de Hierro: historia de una mistificación

Por Aritz Recalde

La designación del cardenal Jorge Bergoglio como el nuevo Papa, desató un profundo debate acerca de su ideología y de su trayectoria política. En este marco, uno de los argumentos más reiterados para definir su personalidad, se refiere a su vinculación con la agrupación política peronista Guardia de Hierro (GH). Buena parte del argumento de periodistas y de académicos, está centrado en reiterar que esa agrupación tiene una ideología de “derecha” peronista.

No me interesa opinar sobre Bergoglio, quién por otro lado, no militó orgánicamente en GH.

Simplemente, considero oportuno polemizar en pocas líneas el argumento que sostiene que Guardia de Hierro es de derecha. Esa denominación es una simplificación. Por el contrario, los militantes de GH forman parte de una generación juvenil que se abocó masivamente a la política, articulando su proyecto personal, con los anhelos revolucionarios y de cambio social de los sectores populares de la Argentina y Latinoamérica.

La agrupación nació en el año 1962 vinculada al “gallego” Alejandro Álvarez y a Héctor Tristán. Éste último, era un dirigente de origen anarquista, había militado en ámbitos sindicales y participó activamente en la resistencia peronista junto a figuras como John W. Cooke y otros “duros” de la lucha popular contra las dictaduras. El “gallego” Álvarez, con una formación ideológica de izquierda, militó en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y también participó desde el llano, en la resistencia peronista.

Desde su origen, ambos dirigentes tuvieron una práctica intransigente, anti burocrática y promovieron el trabajo social y sindical con las bases. Desde su creación, los miembros de GH mantuvieron una línea política de enfrentamiento a las posiciones negociadoras de Vandor, de la dictadura de Onganía y del resto de los militares. Con el paso del tiempo, la agrupación sumó dirigentes políticos de izquierda universitaria, como fue el caso del socialista Roberto Grabois proveniente del Frente Estudiantil Nacional. En GH participaron intelectuales como Amelia Podetti, que formó parte de las Cátedras Nacionales y que dirigió la Revista Hechos e Ideas. Se sumaron dirigentes de procedencia juvenil católica, como fue el caso de Julio Bárbaro y también de origen judío, como el mencionado Grabois o el economista de Mendoza Roberto Roitman.

Las lecturas de sus miembros son una radiografía del intenso debate cultural de la época, que supo articular a Mao, con Perón y con el nacionalista y marxista Juan José Hernández Arregui. Tal cual documentó Humberto Cucchetti, GH debatió un amplio espectro de autores y de ideas, incluyendo aquellas ligadas con la renovación religiosa de Theillard de Chardin, con las tesis de la lucha armada de Ernesto Guevara o con el nacionalismo socialista de Frantz Fanon. Según Julio Bárbaro, leían además a Marechal, a Carl von Clausewitz o a Sun Tzu.

Los años sesenta y setenta, fueron una etapa de lucha y de resistencia para los militantes de GH. Sus integrantes protagonizaron una empeñada resistencia contra la violencia institucional de las dictaduras, actuaron en barriadas humildes con los más necesitados y otros integraron la acción sindical en ámbitos como la CGT de los Argentinos. Fueron parte de una épica de lucha y de cambio social, conjuntamente a miles de jóvenes y de trabajadores de izquierda, católicos y nacionalistas.

Entrados los años setenta, sus miembros promovieron la Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG)[1] que se avocó, centralmente, al trabajo barrial con el pueblo. Toda ésta etapa los vio lejos del poder, de los cargos de gobierno y de las diversas corporaciones.

En el año 1973 apoyaron la candidatura de Campora y luego la de Perón. En este contexto, reforzaron una posición sumamente crítica de la lucha armada, cuestión que los distanció de la Tendencia y de la guerrilla de izquierda marxista. Se propusieron como “guardianes de Perón” y defendieron una línea política de apoyo al presidente, cuestión que los definió como “verticalistas” del primer mandatario. En este contexto, no mantuvieron vinculación orgánica con López Rega, ni con la CNU o con sectores del sindicalismo de derecha.

Toda esta etapa los distancia claramente de cualquier calificación de “derecha”. Por el contrario, formaron parte de una generación juvenil comprometida, incluso con sus propias vidas, con el cambio social y político. Su articulación era con las bases y no participaron en las estructuras de poder partidario, empresarial y sindical. Incluso, gran parte de ellos no aceptaron cargos públicos en el año 1973.

Muerto Perón en julio de 1974, para gran parte de GH llegó la hora de disolver la agrupación. Frente a ésta decisión, un sector controlado por Álvarez, continuó con las actividades políticas. A partir de ésta fecha, no es del todo correcto hablar de GH, sino de un “desprendimiento” o por lo menos, de las actividades de una fractura política que no da cuenta del funcionamiento y de la historia de la agrupación.

En el año 1975 éste sector de GH inició un vínculo con Isabel Perón. Algunos de los ex miembros de GH, justifican su apoyo a Isabel en el intento de evitar el golpe de Estado, reiterando la iniciativa de otras expresiones políticas como fue el caso del Partido Comunista Revolucionario (PCR).

Tal cual menciona Alejandro Tarruella, Jorge Bergoglio se vinculó a los miembros de GH a partir de su participación en la Universidad del Salvador. Según este autor, en el año 1975 Bergoglio nombró en la universidad a dos miembros de GH: Francisco “cacho” Piñón y a Walter Romero. Piñón fue quién le entregó en el año 1977 la designación de Profesor Honoris Causa al almirante Emilio Eduardo Massera. Bergoglio y muchos sobrevivientes de la dictadura ligados a GH, adujeron que estas acciones tuvieron que ver con un “pacto”, para salvar la vida a dirigentes políticos.

A partir de acá, el comportamiento de algunos de sus miembros fue abonando la tesis de GH de “derecha”. Una mistificación similar ocurrió con la Tendencia y las luchas políticas de los años setenta, que fueron caratuladas a la vuelta de la democracia como uno de los “dos demonios” que “condujeron a la dictadura”.

Bibliografía

· Alejandro Tarruela, Guardia de Hierro, Sudamericana, Buenos Aires, 2005.

· Horacio Verbitsky, Un ersatz, Página 12 14/03/13.

· Humberto Cucchetti, Combatientes de Perón, herederos de Cristo, Prometeo, Buenos Aires, 2010.

· Julio Barbáro, Juicio a los 70, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

· María Sucarrat, La universidad del Salvador nunca retiró el honoris causa a Massera, Tiempo Argentino, 25/11/12.

[1] Grabois conoció a Tristán en España en el marco de una reunión con Perón. A su regreso en el año 1971, se formó la Mesa del Trasvasamiento Generacional (MTG) con Alejandro Álvarez (GH), Roberto Grabois (FEN), Dardo Cabo y Julián Licastro. La MTG se disolvió y Álvarez y Grabois profundizaron sus vínculos que culminaron en el ingreso de éste último a GH.

Un comentario sobre “Guardia de Hierro: historia de una mistificación

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    el 25 marzo, 2013 a las 23:59
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    LA PRIMERA RESPONSABILIDAD DE UN CUADRO ES FORMAR SU RELEVO

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