Los monos y el sistema electoral

En momentos en que se realiza en Santa Fe el recuento minucioso de los votos emitidos en el marco de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) es intención de esta columna echar una mirada al sistema electoral como competencia convencional o “ritual”.

Los antropólogos tienen claro que los primates ganan sus enfrentamientos y mantienen su posición obtenida tras vencer a sus contrincantes haciéndoles creer que no vale la pena ofrecerle resistencia física, logrando con ello que acaten su autoridad.

Aquellos que escuchamos las diatribas de los candidatos en la presente o en anteriores y futuras campañas llegaremos a la conclusión de que el triunfo de los opositores del orador de turno implicará nada menos que el desastre o el fin de los tiempos. De esta manera, el triunfo del opositor nos llevará al empobrecimiento e implicará que nos ahoguemos en la miseria.

En realidad –vale decirlo- cada partido analiza el resultado y el que fue superado retrocede, abandona el campo de batalla física o electoral y, mientras espera pacientemente una nueva oportunidad para enfrentar al enemigo, se dedica a hostilizarlo.

Esos mismos antropólogos,a los que hicimos referencia, saben perfectamente que los votos equivalen a los caninos y a los gestos amenazantes en la democracia.

Los regímenes que se desenvuelven en períodos democráticos, a los efectos de sostener su continuidad colocan como mecanismo de focalización a alguna institución que sobrevive a todos los cambios.

Está claro que la doctrina democrática sostiene que dicho esfuerzo no debe sustentarse en la arbitrariedad y que el criterio a regir en la competencia no debe estar determinado por la clase social, el sexo o el color de la piel.

Las reglas elementales de la biogramática primigenia política son claras: los organismos tienen diferencias en cuanto a su capacidad de dominación y es obvio que cada uno de ellos se esfuerza por prevalecer sobre los demás. “Los principios se aplican a nuestra especie y a las condiciones de su evolución”, sostiene Lionel Tiger[1]. De ello surge que han de ser encarados por la totalidad de los sistemas políticos.

Los que así no proceden están condenados al fracaso. Donde no se da la libre competencia, se frustran los talentos de los seres políticos.

[1] Antropólogo y Ensayista.

avatar

Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com