El rompecabezas de la muerte en Rosario (XVIII)

Combatir la mafia

Pedro Lino Funes, político y empresario que hizo poner su apellido a la villa San José, era el dueño de una considerable fortuna y había ocupado el cargo de inspector de loterías en Rosario, a partir del 20 de febrero de 1884.
Elegido diputado por la capital de Santa Fe desde el 3 de mayo de 1888, se desempeñó, además, como presidente del Club Social de Rosario y desde 1893 hizo lo propio como vocal del Consejo General de Educación y presidente interino.
En la historia “oficial” no se hace mención a que el 27 de agosto de 1893 concurrió a la ceremonia en la que se designó, con su nombre a la estación de ferrocarril que pasó a denominarse Estación Funes.
Ello provocó indignación en el vecindario e incluso, en diversas oportunidades, el nuevo cartel que se colocó en el lugar fue apedreado, ya que la población entendía que no había una motivación valedera para el cambio de denominación.
Hizo las veces de médico escolar desde el 7 de septiembre de 1904, actuando posteriormente como diputado por el Departamento General López del 28 de marzo de 1906 al 12 de mayo de 1909, tras lo cual fue designado jefe político desde el 13 de febrero de 1909 al 17 de febrero de 1910.
Funes se había graduado como médico en Buenos Aires, con una tesis sobre “Causas y tratamientos de afecciones hepáticas” y en su desempeño como autoridad política fue colocada la piedra fundamental del Palacio de Jefatura.

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En la época en que Pedro Lino Funes era el jefe policial, la actividad delictiva era casi sólo patrimonio de un minoritario sector de la colectividad siciliana, esto es inmigrantes de la primera generación, quienes actuaban como mafiosos.
Por ese entonces, debido al homicidio de Francesco Randisi, la policía, en numerosos procedimientos, capturó a 40 sicilianos como consecuencia de los procedimientos policiales y judiciales contra los que actuaban al margen de la ley.
Los arrestos estaban a cargo del comisario de órdenes Carlos Riccheri, quien rodeaba y recorría vivienda por vivienda los conventillos cercanos a la zona céntrica y a la de quintas, que posteriormente dieron origen a los barrios de Rosario.
A un año de la finalización de su mandato como jefe policial, Funes falleció en Rosario el 4 de noviembre de 1910.

“Llevar progreso a Rosario erigiendo prostíbulos”

Posteriormente, Estanislao Fraga, hijo del gobernador, coronel Rosendo María Fraga y de Inés Rodríguez del Fresno, otro de los jefes policiales de Rosario, nació en Santa Fe. Estuvo casado con Estolia de Iriondo Iturraspe y falleció en Buenos Aires, el 29 de agosto de 1930.

Desempeñó diversos cargos. Entre ellos el de gobernador de Formosa, senador provincial por Santa Fe y la señalada jefatura política rosarina, a partir del 14 de enero de 1911, oportunidad en la que –según las crónicas periodísticas de ese tiempo-realizó una tarea encomiable luchando combatiendo a grupos delictivos, ya que durante su gestión de funcionario policial, en la ciudad explotó la violencia.

En una noche, -a manera de ejemplo-, fueron asesinados tres policías.

Precisamente, en dicho año, se dispuso la creación de una zona de la ciudad para ser destinada a los prostíbulos, aunque -vale aclararlo- la decisión recién se reglamentó tres años más tarde, oportunidad en que se decidió que la zona debía estar comprendida por la calle Salta y los ferrocarriles.

A algún político con nivel ejecutivo se le ocurrió que “la generación de lenocinios podría llevar progreso a las zonas marginales, ya que entendía que la medida implicaba la necesaria aparición de comercios y la modernización del área urbanística”.[1]

Además, se erigió el Dispensario de Salubridad y Sifilicomio, lejos de la zona céntrica –sobre calle Suipacha 155 y 163- y al morir, las “trabajadoras sexuales” eran derivadas al cementerio de Granadero Baigorria.

Chicho Grande el peluquero mafioso

Ni él mismo se imaginó que protagonizaría un papel protagónico en la historia de la mafia en Rosario y su “hinterland”, como escriben los cronistas dedicados a la información económica, para referirse a la zona de influencia de una ciudad.

Llegó a la ciudad de Gálvez, cuando era un centro ferroviario, para instalar dos negocios considerados “habituales” para los extranjeros: una fonda y una peluquería, la que atendía con su chaquetilla blanca atada en la cintura por detrás y con su cabello peinado hacia atrás – que mantenía aplastado al cráneo con una media de mujer cuando dormía- y su bigote recortado finito.

La moda de colocarse la media de mujer para evitar que el cabello se erizara, se puso de moda entre los jóvenes que se bañaban antes de irse a dormir.

“Chicho Grande” hizo mucha plata y fue popular en su barrio como un tipo conversador y generoso. Obviamente sus clientes no conocían su otro “trabajo paralelo”, esto es ser un asaltante profesional, motivo por el cual, en octubre de 1912 y en noviembre de 1913, es detenido en la provincia de Salta.

También “trabajó en su especialidad de ladrón” en Córdoba, aunque allí se lo conocía como Juan Alonso. Tuvieron que pasar dos años para que fuera detenido y condenado por su participación en el atraco al ingenio jujeño La Mendieta, hecho por el que estuvo imputado en un proceso por estafa, siendo derivado al penal de Mercedes.

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Aprovecho para recordar que haciendo mis primeras armas como periodista en el diario La Tribuna de Rosario, tuve el honor de conocer al periodista Justo Palacios, al que todos conocíamos como “El pollo Palacios” con quien, al final de la tarde, luego de mandar las páginas de policiales al taller, nos poníamos a conversar.

En una de esas charlas, cortado liviano -en jarrita manchada de café, ya que el cafetero no se tomaba el trabajo de limpiar la taza y las pocas veces que lo hacía utilizaba un trapo mugroso- y “lágrima con espuma” de por medio, Palacios me contó entre sorbos, -mientras lo escuchaba atenta y disimuladamente el director del diario, de apellido Gardelli, que se había acercado-, algunos pormenores de la vida de Galiffi.

“Era un quinielero y se mandaba la parte trabajando como el dueño de una fonda en Gálvez. Andaba junto con Curaba, los Dainotto y los Pendino. Eran los dueños de la guita que se recaudaba con el juego y dominaban la zona de los mercados”. Al estar escribiendo esta investigación, a varias décadas de aquellas charlas de redacción, no puedo más que confirmar los datos que tenía Palacios.

Con el tiempo “Chicho Grande” consolidaría su banda para actuar en diversos ramos a la vez, desde el monopolio del negocio de las verdulerías, que utilizaba como “cortina de humo”, hasta el manejo de la extorsión y secuestros.

En 1930, con varios jefes policiales en su historia, se instaló Galiffi en Buenos Aires, donde, desde su domicilio de Pringles 1255, conducía su fábrica de muebles de estilo y la propiedad de caballos de carrera –como “Fausto”- con el que ganó varias de ellas en el Hipódromo de La Plata, donde se “había vinculado con políticos, jueces y policías” y “había adquirido tierras en la provincia de San Juan por alrededor de 280.000 pesos”.

Sobre el final de “Chicho Grande” nos ocuparemos a su tiempo en esta serie de notas, ya que el mismo merece unos párrafos al abordar el año 1930. Mientras tanto, regresamos al 26 de noviembre de 1918, momento en que José María Aragón se hizo cargo de la policía de Rosario.

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En su función específica de jefe policial Aragón no se destacó. Era un político santafesino nacido el 15 de septiembre de 1863 y había realizado sus estudios secundarios en el Colegio de la Inmaculada Concepción.

Se consagró al fomento de la producción agropecuaria en el establecimiento de su padre y presidió la Sociedad Rural de Rafaela por varios períodos, ocupando el mismo cargo en la de su ciudad natal, logrando, además, ser un dirigente de la Liga Agraria.

Convencional en ocasión de la reforma constitucional de 1907, asumió con posterioridad las jefaturas de policía de Castellanos, San Jerónimo, Santa Fe y como ya señalamos, Rosario, cargo al que asumió interinamente el 18 de octubre de 1918.

Ocupó más tarde una banca en el Senado Provincial y su nombre fue mencionado para suceder a Lehman, -a cuyo sector político pertenecía-, desde 1916. Luego fue propuesto por la Unión Cívica Radical para ocupar un escaño como diputado nacional y en 1922 se incorporó al Congreso Nacional.

Murió el 13 de enero de 1925, en ejercicio de la diputación, poco después de asistir a una entrevista con el presidente Alvear, al que fue a interesar por la construcción de la Escuela Normal Nacional de Santa Fe.

A mediados de la década de 1920 regresa fuertemente a escena Juan Galiffi y decide radicarse en Rosario, donde, a manera de “pantalla para la gilada” instala una peluquería en Mitre al 1300. Entre sus habituales clientes contaba con uno de los capos mafiosos de la ciudad: Cayetano Pendino.

Por ese mismo tiempo, -20 de mayo- también en Rosario, asume como jefe de la policía en Rosario Juan Cepeda, hijo único de Adelaida Gigena, quien hizo transcurrir la niñez del pequeño entre Rosario y Villa Constitución, donde se hallaba el campo familiar.

Chicho Grande”, esto es un Galiffi consolidado económicamente con sus negocios monopólicos relacionados con las verduras, frutas y hortalizas en los mercados locales perfeccionó el sistema de extorsiones y amenazas que en ocasiones lograban su efecto en función de secuestros y amenazas con cartas enviadas a familiares de las víctimas. Con Juan Cepeda se enfrentó en una lucha sin cuartel por el control de la ciudad.

Los estudios de Cepeda fueron realizados en la escuela de San Isidro Aliau, más precisamente en el Colegio “Monseñor Milcíades Echagüe” y en el Colegio Nacional. Vivió, en ese tiempo, rodeado por las familias Frías, y de sus amistades más cercanas: los Tiscornia, Carbone, Rodríguez, Barrera, Granel, Almeida y Pujato.

De muy joven –a los 16 años- se integra a la actividad laboral y desde diciembre de 1886 fue nombrado recaudador de rentas en la Receptoría de Rosario. Un año más tarde se le otorga el cargo de subreceptor del Departamento Urbano.
Desde 1891 cumple funciones como jefe político de Villa Constitución y General Lagos y posteriormente, en 1893, asume como receptor de Rentas de toda la jurisdicción. A los cuatro años de gestión – 1º de febrero de 1895- dirige la jefatura de la comandancia de la Guardia Nacional del Departamento Constitución, donde se perfiló como un líder indiscutido entre la población.

De carácter recio y firme resultó ser un hombre dotado naturalmente para desempeñarse en el campo de la política, a la vez que estuvo capacitado para generar iniciativas de interés general.
En abril de 1898 fue diputado provincial por Rosario y desde el 31 de marzo de 1902 fue diputado nacional por la misma ciudad hasta el 31 de marzo de 1904. A partir de esa fecha en adelante fue senador por el aludido Departamento Constitución, durante cuatro períodos hasta 1920, año en que decide renunciar.

Integra la Convención Reformadora Provincial del 25 de diciembre de 1907 y en 1919, en este resumen de la vida de Cepeda, resta acotar que en 1919, por renuncia del vicegobernador Francisco Elizalde fue elegido presidente pro-tempore del Senado.

Cepeda había sido allegado a la Liga Patriótica y el 15 de mayo de 1919 estuvo presente en la ceremonia de constitución de la filial rosarina, oportunidad en la que fue elegido para la comisión provisoria de organización.

Al renunciar Lehman a su cargo de gobernador, Cepeda asumió el cargo el 3 de diciembre de 1919, permaneciendo en el mismo hasta el 9 de mayo de 1920, tras lo cual actuó como convencional y diputado nacional por Santa Fe.

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En lo que concierne a su gestión como Jefe Político, -puesto al que accede a través del nombramiento que le confirió el gobernador Mosca-, consiguió que el 3 de septiembre de 1922 se aprobara el Reglamento Interno y el Manual de Instrucciones, en nota firmada por M. Coulín.

Fue el mismo, el primer reglamento policial en el que se enumeraban los procedimientos que deben observarse en todos los delitos en que le corresponde intervenir a la autoridad, adaptado al Código Penal vigente.El Libro 1º trataba de temas tales como disciplinas, jerarquías y otros ítems mientras que el Libro 2º da cuenta de los sumarios policiales, los procedimientos y los mecanismo de las pesquisas de cada delito cometido, entre los que se puede mencionar los que afectan a las personas, estado civil, la libertad, la propiedad y la salud pública, entre otros temas.

Había, asimismo, un apéndice de la División Investigaciones, donde, en un apartado, trata sobre la honestidad. El libro hace mención, también, a los delitos originados en dificultar la acción policial.

Durante la gestión de Cepeda se construyeron varias seccionales y la Caja Mutual de la Policía, destinada a brindar adelantos económicos al personal y a las franquicias del mismo.
El paso de Cepeda por la policía quedó registrado en las Memorias y de ellas rescatamos una nota que presentara el 1º de mayo de 1922 al ministro de gobierno, Justicia y Culto Ignacio Costa., en la que analiza la problemática de la seguridad, en la que decía: “Es necesario encontrar una fórmula de dé término definitivo y solución plena al conflicto entre el capital y el trabajo”.

Más adelante en la nota se señala: “La huelga era y es indudablemente una protesta y sublevación que se origina en agravios reales o supuestos que se resuelven por medios pacíficos o violentos. Si la policía, con criterio humano tiende a reconocer abiertamente que la necesidad carece de Ley y por ello consiente impasible el avance y el desborde ¿a qué quedaban reducidos los derechos y garantías que consagra la Constitución Nacional y que reglamente el Poder Legislativo?

“La policía –continúa- trató de permanecer equidistante del conflicto, interviniendo sólo para acercar a los antagonistas para que suavizaran momentáneamente las asperezas de la lucha y la depusieran en lo posible…”.

En 1924 Cepeda es elegido -por cuatro años-, vicegobernador con la fórmula que encabezaba Camilo Aldao, lo que aprovechó para avanzar en el terreno educativo, modificando la instrucción popular con la adopción de planes de estudio europeos y norteamericanos, posibilitando ello que Santa Fe se pusiera la cabeza de la instrucción pública. Comienzan, en ese marco conceptual, los primeros jardines de infantes.

Florece una escuela “práctica” y los establecimientos “normales” generan los primeros maestros, a lo que se suman aumentos de haberes y la estabilidad laboral para los docentes.

En otros aspectos, antes que surgiera la Ley de Vialidad, se comienza la pavimentación de caminos a gran escala, aunque también se desarrolló en su gestión la apicultura, la agricultura y la ganadería, sumándose el mejoramiento de la producción de granos, el mejoramiento del cereal, aunado todo esto a un notable apoyo al cooperativismo que culminó con el Congreso que funcionó paralelamente con el de Trabajo, los que se realizaron en Rosario bajo la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear.

En el área laboral se profundizó la reglamentación de la Ley de Accidentes de Trabajo, perfeccionándose su carácter humanista y en cuanto a la salud pública, se puso en marcha una vasta red de dispensarios médicos que desarrollaron un accionar altamente eficaz en la lucha contra las plagas y las pestes que atacaban en esos años a la población.

Aparecieron, como plaga en la ciudad, los comités cepedistas en su homenaje y en el terreno personal, más precisamente, en 1927, por medio de escrituras, Cepeda vendió un importante campo que tenía en Bigand –Santa Fe- y con el producido de la venta del mismo, adquirió una casa bellísima en 25 de Diciembre 1078 de Rosario, así como un terreno ubicado en donde hoy está erigido el puente Rosario-Victoria.

El lugar fue transformado en una plantación de mandarinas, rodeada de añosos Aguaribayes, pinos y cedros, entre otros árboles. Entre 1935 y 1936 el general Justo –presiente de los argentinos- lo designó administrador general de Contribución Territorial, siendo atacado por sus enemigos políticos, pero las mentiras sucumben y Juan Cepeda sale indemne.

[1] Según se menciona en el artículo denominado “La venganza de la calle Suipacha” publicado por el semanario Notiexpress. 20/07/2006, donde se indica que la fuente es la documentación relevada por la historiadora María Luisa Mujica.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com