Hallaron estrangulada y con signos de abuso sexual a una adolescente

Tenía 13 años, hacía 12 meses que se había ido de su casa y vivía en situación de calle. No hay datos sobre él o los agresores.

Una chica de 13 años fue encontrada ayer a la mañana con signos de haber sido asfixiada y abusada sexualmente en una humilde casa de la villa La Boca, en la zona suroeste de la ciudad. Astrid Abigail Villalba, según la identificaron sus familiares, hacia un año que se había escapado de su casa y vivía prácticamente en la calle, por lo que ellos eran muy pocos los datos que tenían de su andar. En ese marco, a los investigadores policiales y judiciales les resultaba muy difícil determinar cómo se había desencadenado el cruento suceso a raíz de que la menor, según dijeron algunos vecinos, no vivía en esa barriada y nadie de la villa sabía cómo la niña llegó a la vivienda donde fue asesinada.

Su madre y su hermano, los dos vestidos de manera muy humilde, estaban ayer a la tarde en la puerta del Instituto Médico Legal cuando les dieron la noticia y tuvieron que reconocer el cadáver. «No sabemos qué pudo pasar, vivimos lejos de donde la encontraron», aseguraron. Luego estallaron en llantos y preguntas sin respuestas.

Según la reconstrucción preliminar del caso, cerca de las 7.30 de ayer un llamado al 911 reportó el hallazgo del cadáver de Astrid en una humilde vivienda de pasillo situada en Lima al 2900 (a la misma altura de bulevar Avellaneda). El barrio está poblado de casas precarias, algunas de material y otras con techo de chapa, todas bordeadas por zanjas a cielo abierto. Una fuente de la Fiscalía de Homicidios señaló que la casilla donde fue encontrada la adolescente está abandonada y que el lugar podría ser utilizado como «aguantadero» por personas que cometen delitos.

Una fuente de la investigación policial indicó que los pesquisas de la Policía de Investigaciones (PDI) que acudieron a la escena del suceso encontraron a la chica desnuda y tirada en el suelo. Sin embargo, una fuente de la Fiscalía de Homicidios no confirmó ese dato. El cuerpo fue trasladado al Instituto Médico Legal para la realización de la autopsia con la intención de determinar en forma fehaciente la causa de muerte y si los signos de abuso son anteriores a la muerte. Además, se realizará una pericia dactiloscópica para identificar a la chica fallecida.

En la calle. A su vez, el vocero policial indicó que la vida de la adolescente asesinada «transcurría en la calle». También comentó que «la chica fue vista la madrugada de ayer por algunos vecinos en la barriada» y, al parecer, «fue forzada a ingresar a la casilla» donde fue hallada sin vida. «Tiene golpes y hematomas como si hubiese sido arrastrada al lugar donde fue hallada. Tal vez se resistió porque tiene magullones en piernas y antebrazos», explicó el pesquisa.

Ayer a la mañana algunos vecinos le dijeron que ignoraban lo que había ocurrido. Un hombre de unos 70 años, sentado en la vereda con un mate en la mano, y un hombre cincuentón que hacía un arreglo en su casa, dijeron que «no sabían nada». A su vez, una mujer que vive en la cuadra comentó que escuchó el ladrido de unos perros que se habían arremolinado en torno al cadáver. «Cuando me acerqué vi que asomaba una pierna» (de la adolescente asesinada) y avisé a la policía», explicó la vecina.

En tanto, otra muchacha indicó que la casilla donde apareció el cuerpo de la adolescente «la estaba construyendo un vecino que la dejó abandonada cuando se marchó del barrio, siete meses atrás» y la dejó a medio levantar y sin techo.

El caso es investigado por el fiscal de Homicidios Florentino Malaponte y la Policía de Investigaciones (PDI), a cuyos peritos les llamó la atención que junto al cadáver había un colchón quemado y que será peritado para saber cuándo y cómo fue incinerado para saber si no se hizo a propósito con el fin de quemar huellas.

Ayer a la tarde, los familiares de Astrid esperaban que les entregaran el cuerpo en el Instituto Médico Legal, pero prefirieron no comentar lo que había ocurrido cuando fueron consultados por este diario.

(Por: Eduardo Caniglia/ La Capital)