Retiraron la caldera del laboratorio Apolo cuatro meses después de la explosión

Tras haber sido peritado el artefacto fue retirado con una grúa del terreno de Alem al 2900.

A cuatro meses de la explosión del Laboratorio Apolo, la caldera que proveía el agua caliente para la elaboración del agua destilada y que voló por los aires, fue retirada del lugar en las últimas horas. Con el trabajo de una grúa y la autorización de la Justicia, que en este tiempo esperó que se realizaran las pericias, el artefacto fue sacado del predio de Alem al 2900 y trasladado a un destacamento de Bomberos Zapadores. Nada más fue modificado en el terreno desde junio pasado, el lugar es un baldío y eso preocupa a los vecinos, que ayer indicaron que «en varias oportunidades hubo gente que ocupó» el predio. «El barrio no es el mismo, la vida no es la misma», dijo con tristeza Patricia, dueña de la casa lindera.

Habilitado por el municipio, aunque con reiteradas denuncias por irregularidades —y una trama que salió a la luz tras el estallido—, Apolo fabricaba productos como sueros, en pleno barrio Tablada.

La explosión en la madrugada de una de las calderas no sólo hizo volar por los aires el tinglado y parte del edificio de la empresa, sino que además destruyó dos casas, provocó serias quemaduras a uno de los vecinos que pasó semanas internado.

Traslado. Recién el viernes el artefacto que proveía el agua caliente fue retirado del lugar y trasladado con autorización del fiscal Walter Jurado, a cargo de la investigación, para ponerlo a resguardo.

La espera se debió primero a que estaban esperando la realización de todas las pericias necesarias en el mismo lugar del hecho, tanto en sobre la caldera en sí como en la consola que se ubica debajo, y que también debía analizarse.

A eso se sumó la necesidad evaluar de qué manera se podía retirar el artefacto del predio, ya que dada sus características y su tamaño, hubo que contratar una grúa y coordinar acciones entre la Justicia y las autoridades de la Secretaría de Control del municipio para poder llevar adelante el traslado.

La investigación. Al mismo tiempo que analiza las pruebas documentales de la causa, el fiscal espera todavía los resultados de las pericias que ingenieros especializados ya llevaron adelante en la caldera que en junio se convirtió en una bomba.

La evaluación de los expertos, según detallaron desde el Ministerio Público de la Acusación, se llevó adelante sobre una de las válvulas de seguridad de la consola de la caldera estallada, y que estaba ubicada por debajo.

Ese resultado será el que determinará si la explosión se produjo por una falla mecánica del artefacto o por una error humano.

Para ese último caso, el fiscal ya tiene identificados quiénes son los operadores de la caldera —también llamados foguistas—, que eran las personas que estaban a cargo de la manipulación de los artefactos y habían sido designadas por la Empresa Provincial de la Energía (EPE).

Trama. La explosión de junio pasado no sólo provocó daños materiales y humanos, sino que además dejó al descubierto una serie de irregularidades y una trama de operaciones comerciales; tal es así que en las horas posteriores al hecho ni las autoridades podían precisar con claridad quiénes eran los titulares de la firma.

Más allá de haber funcionado durante dos décadas bajo la figura de concurso preventivo de crisis, lo sucedido esa madrugada puso en primera plana a Jorge Salinas, cuyo nombre es parte de resonados casos nacionales de facturas truchas, denuncias sanitarias en la producción y comercialización de medicamentos de uso humano —la llamada mafia de los medicamentos— y una estafa al Pami; un empresario de Buenos Aires que figuró como dueño entre 2005 y 2012.

En ese marco y también en lo que refiere a cuestiones vinculadas a las áreas municipales, desde la Fiscalía que lleva adelante la investigación insistieron en las últimas horas en que «toda irregularidad detectada será derivada a las dependencias que correspondan». (La Capital)