La Renga se presentó en Rosario

A la tarde, en el Monumento a la Bandera, cientos de rengos aprovechan el miniturismo para sacar unas fotos, abrir las banderas y hacer una previa distinta. Llueve, como casi siempre que La Renga toca -o, al menos, que presenta disco- y el show ya comenzó para los 25 mil que se juntan en el camping del Parque Alem de Rosario, a orillas del Paraná. Bueno, esa es la cifra oficial, pero adentro hay 30 mil, «o más», como me cuenta a la salida el productor del show, José Palazzo. Es decir, si a la fecha del sábado le sumamos la de esta noche, más de 60 mil fanáticos habrán esquivado charcos para llegar hasta acá, a la presentación de Algún rayo, el disco-show que la banda vende como un todo. Como ese trapo de la lejana Rawson, o ese otro de Salta.

Chizzo, Tanque, Tete, Manu y un segundo saxo, Garófalo, presentado hacia el final del show como nuevo integrante, tocaron los 12 temas del disco nuevo y 14 clásicos rengos, 14 infaltables como «A tu lado», «Montaña roja», «La balada del diablo y la muerte», «El twist del pibe», «El rito de los corazones sangrando», «La nave del olvido», «La razón que te demora» y «Hablando de la libertad». Ya lo había advertido al principio Chizzo: «Estamos yendo del pasado al presente… el tiempo es una rueda que nunca para». El guitarrista Nacho Smilari, un histórico del rock argentino (integró La Barra de Chocolate con Pajarito Zaguri), participó en la nueva «Poder», como lo hace en el disco y en otra de Algún rayo, «Dioses de terciopelo», esta última en medio de un bloque que Chizzo definió como «light».

Con un sonido que empezó defectuoso y que rápidamente se corrigió para estar a la altura de ese huracán que es La Renga en directo y sin mucha parafernalia, más allá del juego de luces habitual, la puesta se basó en el arte del nuevo disco y contó con una sola pantalla como telón de fondo, que entregó imágenes de ese cosmos que la banda describe en este último álbum pero que es parte de su universo lírico y estético desde hace tiempo.

«A todo este ritual que se da cuando nos encontramos», dispara Chizzo antes de «La furia de la bestia rock», una de las nuevas canciones, tal vez la que mejor describe esa comunión entre banda y público, ese peregrinar desde cada punto del país hasta la tierra prometida. Una tierra que el fin de semana se llamó Rosario pero que el año que viene pasará por Tandil, San Juan, Comodoro Rivadavia, Neuquén, Carlos Paz, La Plata, Chaco, Tucumán… «Y se juntan en el canto y se empiezan a encender… se desata la furia de la bestia rock», canta el heroico guitarrista de Mataderos. Lástima que algunos siguen creyendo que ese ritual tiene que contar con bengalas, con fuego por encima de las cabezas de miles de personas que no entienden la fiesta como esos pocos. «Chicos, sin bengalas», pide Chizzo, pero no le harán caso.

Lo que empezó con «Canibalismo galáctico» terminó dos horas más tarde con «Hablando de la libertad», clásico traducido a varias lenguas originarias, como cuenta con orgullo un Chizzo de labor impecable, igual que Tete, Tanque y Manu. Pero esa fue sólo una parte del ritual, la que faltaba era la de la vuelta al pago. Afuera aguardaban decenas de micros para volver a la ruta, para retomar ese camino que no tiene huella para estos 25, 30 mil o más rengos. (Rolling Stone)