El vino argentino avanza en Brasil

Brasil se convirtió en la nueva meca para los vinos argentinos. De la mano del fuerte crecimiento económico y el acceso a bienes y servicios de la clase media por parte de millones de habitantes del socio mayor del Mercosur, el consumo de vino se convirtió en una práctica cada vez más habitual en la mesa de los paulistas y los cariocas, por citar sólo las principales ciudades.

El cambio verificado en los hábitos es el que explica la evolución que tuvieron las exportaciones argentinas de vino a ese mercado, que en los últimos cinco años se duplicaron, al punto de que Brasil ya representa el tercer mercado internacional para las bodegas locales, desplazando a un destino tradicional como el Reino Unido.

«El mercado brasileño cambió radicalmente en los últimos años, con el surgimiento de una nueva clase media, con ingresos que oscilan entre 1500 y 4500 reales (entre 3600 y 10.800 pesos argentinos), que está descubriendo el mundo del vino», señaló Magdalena Pesce, manager para los mercados de Estados Unidos y Brasil de Wines of Argentina, la entidad que reúne a las bodegas exportadoras del país.

En este contexto de afianzamiento de una nueva clase media -conocida en términos marketineros como la clase C-, las bodegas argentinas supieron aprovechar la cercanía con el socio mayor del Mercosur.

«La cercanía es un factor importante, no sólo por los costos logísticos e impositivos, sino por el «rebote» que hay de las marcas locales. La Argentina es un destino turístico muy concurrido por el brasileño, y en nuestro caso lo vemos reflejado en las visitas que recibimos en nuestra bodega en Luján de Cuyo, en Mendoza», explicó Roberto Monsalvo, gerente de Marketing de Bodega Dante Robino.

Los empresarios del rubro también destacan el efecto contagio entre los consumidores de mayores ingresos de la buena repercusión que está logrando el vino argentino en mercados referentes como el norteamericano, como en el caso de la nota publicada hace unos días en el diario The New York Times anticipando una próxima invasión del torrontés argentino en Estados Unidos.

«El consumidor brasileño está cada vez más informado, viaja mucho al exterior y gradualmente comienza a estar interesado por las recomendaciones de periodistas especializados», describió Marcelo Srbovic, gerente general de Finca La Celia, cuyas exportaciones a Brasil en el último año registraron un incremento interanual de casi un 60 por ciento.

«Es entonces cuando comienzan a jugar a favor de nuestra industria otros factores, como por ejemplo el constante crecimiento y reconocimiento de los vinos argentinos en Estados Unidos», prosiguió.

Demanda concentrada

En las bodegas igualmente reconocen que la demanda está concentrada en las grandes ciudades.

«San Pablo es el 45 por ciento del consumo de vino fino y Río de Janeiro se lleva otro 20 por ciento», precisó Guillo Barzi, director comercial de la bodega rionegrina Humberto Canale.

El objetivo para la mayoría de las bodegas que incursionan en el socio mayor del Mercosur es repetir el éxito alcanzado en el mercado norteamericano, donde los vinos argentinos ya desplazaron a la competencia chilena en ventas.

En Brasil, la presencia de bodegas trasandinas como Concha y Toro o Santa Rita sigue siendo muy fuerte, aunque la brecha que separa las exportaciones de los dos países en ese mercado se redujo notablemente en los últimos cuatro años.

En 2007 las ventas de vinos chilenos en Brasil eran casi un 30% mayores que las de los argentinos, mientras que en el último año esa diferencia se achicó al 23 por ciento.

Los empresarios argentinos además destacan que en 2010 por primera vez las bodegas locales exportaron a Brasil a un precio más alto que sus pares chilenas, con un valor promedio de 28,1 dólares por cada caja de nueve litros, contra los 25,9 dólares que cobró el vecino competidor.

«Si bien los vinos chilenos llevan muchos años de diferencia en este mercado, la Argentina está logrando posicionarse con vinos de alta gama, generando una imagen diferente de la de los chilenos», destacó Santiago Reta, director de Exportaciones de Bodega Lagarde.

Al igual que sucede con prácticamente todos los sectores industriales, el mayor temor de los empresarios argentinos está puesto en lo que podría pasar en el intercambio comercial entre los dos socios principales del Mercosur en el eventual caso de que el gobierno de Dilma Rousseff disponga una devaluación del real.

Sin embargo, en la industria vitivinícola confían en que el buen momento que vive el vino argentino en Brasil no depende, al menos exclusivamente, del tipo de cambio favorable.

«Actualmente el tipo de cambio también es favorable, pero creo que no es el principal factor de éxito en Brasil en el último año. Incluso si los rumores de devaluación en Brasil se concretaran, yo creo que la Argentina podría seguir creciendo a buenas tasas simplemente porque va a recoger los frutos del posicionamiento logrado en los últimos años», señaló Exequiel Barrios, director de la consultora especializada Caucasia Wine Thinking.