Aumentan los locales comerciales vacíos en la ciudad

La mayoría está en el macrocentro. Caída en ventas, tarifazos y altos alquileres, un combo letal. También se alargó el tiempo de ociosidad

Por Silvina Dezorzi/La Capital

La sostenida caída en las ventas, la fenomenal alza de las tarifas y, pese al escenario recesivo, los imparables precios de los alquileres continúan elevando por tercer año consecutivo la cantidad de locales vacíos en Rosario, que este mes ya llegan a 3.529, un 62 por ciento más que en abril de 2017 y cuatro veces más que en el mismo mes de 2015. Con el agravante de que, además, aumentó el tiempo que permanecen ociosos: en abril último, el lapso promedio de inmuebles comerciales sin ocupar pasó de 60/90 días a 90/120. El fenómeno se registra en todos los corredores comerciales, pero sobre todo el macrocentro. Un panorama sombrío.

Los datos surgen de un relevamiento anual (semestral en 2017) de los locales desocupados en la ciudad que el Centro de Estudios Metropolitanos de la Concejalía Popular realiza desde 2014.

La serie arrancó ese año con el número de 1.220 locales ociosos, al siguiente descendió a 918 (el más bajo de la serie) y desde entonces no paró de crecer: en 2016 los inmuebles comerciales vacíos subieron a 1.562, en abril del 2017 treparon hasta 2.174 y en diciembre de ese mismo año volvieron a subir hasta 2.769.

Pero la partida de los negocios no se frenó. El último informe de la Concejalía demuestra que entre diciembre pasado y lo que va de junio otros 760 locales se sumaron al listado de los desocupados, lo que representa un 27,5 por ciento más.

Si la comparación se efectúa, en cambio, con 2015, los números de locales vacíos en Rosario se disparan dramáticamente: casi cuatro veces más (396 por ciento).

El presidente del centro de estudios de la Concejalía Popular, Nire Roldán, califica a ese crecimiento como «muy preocupante» y remarca que se advierte «un pronunciado vaciamiento de galerías y centros comerciales, donde se aprecia una movilidad de aquellos que no cierran a sitios más pequeños o más distantes».

Por eso resulta clave saber si esos negocios sólo se están mudando a lugares más chicos o marginales, o si es que bajaron sus persianas con la «consiguiente pérdida de empleos».

Datos de la Dirección de Habilitaciones del municipio proveen algunas pistas: si se comparan los primeros cinco meses de 2017 y de 2018 se advierte que las altas de negocios cayeron un 2 por ciento (un porcentaje no demasiado significativo).

Pero para ponderar cómo vienen los cierres, no se pueden comparar esos mismos períodos porque durante el 2017 la Municipalidad abrió un régimen de regularización tributaria y muchos negocios formalizaron entonces el trámite de la baja, aunque en los hechos hubiera sido previo. Por eso, con carácter ilustrativo, conviene comparar los mismos lapsos (enero a junio) de 2016 y 2018. Allí salta que este año se registra ya un 14,7 por ciento más de bajas.

No hay con qué

El coordinador del Consejo Asesor de Defensa de la Vivienda, Inquilinos y Pymes de la Oficina Municipal del Consumidor, Ariel D’Orazio, atribuye la creciente rescisión de contratos de alquiler de inmuebles, tanto residenciales como comerciales, sintéticamente a la «imposibilidad» de abonarlos.

Con paritarias a la baja, pérdida de empleos (formales e informales), creciente inflación, caída en las ventas, tarifazos que no encuentran techo y costos de alquiler que no se frenan, D’Orazio admite que cada vez más gente que ya no puede afrontar un alquiler consulta por rescisiones contractuales.

Según cuenta, los nuevos contratos se firman por montos de entre un 30 y un 40 por ciento por encima del año pasado, con la misma indexación para el 2019. «Y eso hace que muchos comerciantes que ni siquiera saben si van a poder continuar con su actividad el año que viene directamente desocupen los locales», arriesga el funcionario.

Roldán coincide: las «tres razones principales» del fenómeno de vaciamiento de locales apuntan a «los escalonamientos de precios de los contratos de locación, los precios abusivos en relación a la actividad, la fuerte caída del consumo y el ahogo económico generado por el valor de las tarifas de gas y luz».

¿Dónde se nota más? En forma «pronunciada» en el macrocentro y el área central, donde «el golpe es más fuerte que en los barrios», afirma. En los corredores comerciales de zona sur se mantiene una «baja promedio» y se sostiene una ocupación «bastante aceptable» en los de Empalme Graneros y Ayacucho-Saladillo-Las Flores.

Hay otro dato clave para entender qué está ocurriendo con el comercio minorista: cuánto tardan en realquilarse los locales o, en jerga inmobiliaria, cuál es el «tiempo de ociosidad».

«En abril ese tiempo promedio pasó a ser de 90/120 días, cuando antes era 60/90», detalla el presidente de la Cámara de Inmobiliarias de Rosario (Cadeiros), José Elena.

«Y eso era a abril, porque con todo lo que ocurrió después creo que si lo midiéramos ahora lamentablemente daría peor», opina el empresario.

«Esto responde a una suma de cosas: el comercio estaba muy justito, y ahora, con la suba de costos fijos y la baja en las ventas (Came registró en mayo una caída interanual de casi el 5 por ciento, ver aparte), sin contar problemas crónicos como infraestructura e inseguridad, la actividad enfrenta un combo muy complejo», sentencia.

Y con la salvedad de que lo que ya ocurrió en materia de corrida cambiaria, devaluación e inflación doméstica aún no toca techo, Elena advierte que «la foto podría ser mucho más pesimista».

Finalmente, el referente de la Confederación Inmobiliaria de Latinoamérica (Cila), Javier Grandinetti, sostiene que se registra «un mayor nivel de desocupación» de locales grandes y del área central, lo que obedecería a «facturación moderadoa con altos costos fijos».

Baja de la actividad

Los últimos números que fueron difundidos por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) sobre ventas minoristas muestran que entre mayo 2017 y mayo 2018 hubo una caída promedio de la actividad de un 4,8 por ciento. En los primeros cinco meses del año, la baja fue del 2,6. En ese contexto, las expectativas de los comerciantes en lo inmediato estaban puestas en el Día del Padre, que se festejará hoy. Los rubros con mayores retrocesos en la comparación interanual fueron golosinas (-8,5 por ciento), joyería/relojería (-7,7), calzado (-6,6), bazar/regalos (-6,6), indumentaria (-6,5) y farmacia (-6,5). Sacando un par de ellos, la mayoría bastante poco suntuarios. (La Capital)