La crisis emocional: Lo peor de la pandemia aún no llegó

Todo el mundo escucha las desoladoras descripciones de curvas y ratios de infectados por Covid-19 de especialistas en virus e infecciones, pero también de vecinos, familiares y amigos, que cuentan sobre el devastador derrotero contagioso del SARS-CoV-2 en esta nueva etapa que comenzó a fines de marzo (¿qué hizo el virus durante todo el verano?, ¿se retroalimentaba mutando?). Pero casi nadie habla del “día después” emocional de millones de seres humanos que ya no serán los mismos.

Un estudio que se está llevando a cabo en el hospital José María Cullen de esta capital sobre las consecuencias pulmonares y cardiológicas en paciente que atravesaron el Covid -y del cual participamos– contiene además varias páginas con preguntas psicológicas. Hasta ahora el desenlace es unánime: ansiedad y depresión dominan las conclusiones. Y temor. El no pocas veces inmovilizador “estrés post traumático” que dejará secuelas impredecibles en la población.
Un sacerdote cuyo Ministerio lo ejerce en un barrio careciente de esta capital nos “confesaba” que “advertimos pánico, sicosis, angustias, depresiones, fobia, crecimiento de autismos, de adicciones, etc. toda la amplia gama de patología psicológica, que esperemos el Estado tenga preparado el ámbito psicológico del sistema sanitario para que pueda enfrentar estos dramas”.
¿Afectará ello las conductas electorales de los ciudadanos a la hora de votar este año?. Por supuesto. El recuerdo de la cuarentena más larga e inútil en el 2020, los desfachatados manejos de la vacuna y la vacunación ahora, junto con la seguramente acuciante situación económica mellará a oficialistas en primer lugar, pero también a opositores que quieran demagógicamente abusar del daño ajeno.
Es por ello que en estos momentos de desasosiego en la población, profundizar desde el poder las disidencias sería de dudoso rédito político. «Cuando dos elefantes se pelean quien más sufre es la hierba que pisan». Este viejo proverbio africano puede servir para explicar la pugna político-sanitaria entre el Gobierno y la oposición.

El Presidente Fernández vino a darle una mano a su amigo Perotti

El Presidente de la Nación Alberto Fernández llegó a Rosario con un rosario de anuncios por $ 76.520, 2 millones de pesos ($ 47.020.2 millones propios y 295 millones de dólares de endeudamiento) para la Provincia, en lo que Omar Perotti considera una “inversión histórica que multiplicaremos con creces”, pero que seguramente pasarán por el fino escáner de la oposición radical, cuyos senadores acaban de publicar gráficos que muestran de que manera el gobierno provincial discrimina a sus pueblos y ciudades en el reparto de fondos y obras; testimonios severamente desacreditados desde la Casa Gris.

Mientras tanto desde la política….

El Ministro de Gobierno Roberto Sukerman rompió el silencio para decir en el diario digital UNO que «hay senadores se creen que son jeques o príncipes» de los departamentos”, y que «piensan que tienen alambrado su departamento y que hay que pedir permiso para entrar».
Cuando se pensaba que la ida de Marcelo Saín podría reconstruir los puentes dinamitados, esas declaraciones del supuestamente ministro político del gobierno desalentaron toda expectativa; “Esteban Borgonovo (el antecesor de Sukermann), sin hacer nada era mucho más eficiente que Sukerman”, descerrajó un encumbrado diputado radical.

La salud de Miguel Lifschitz

El delicado estado de salud de Miguel Lifschitz como consecuencia del Covid-19 pone en vilo a la clase política en general y en estado deliberativo a los propios, quienes naturalmente consideran una herejía relacionar la salud de su máximo referente con especulaciones políticas; pero junto con los deseos de una pronta mejoría, no dejan de advertir que este miércoles deberá realizarse la sesión preparatoria para elegir la mesa de conducción de la Cámara de Diputados, cuyo titularidad por este período ordinario y extraordinario hasta Mayo del 2022, debería recaer nuevamente en precisamente Miguel Lifschitz.

Atención con el “déjà vu” social

Mientras tanto la Provincia de Santa Fe pasó el primer fin de semana con nuevas y moderadas restricciones que durarán hasta el 2 de mayo, para atenuar la ola de contagios por Covid-19 que, salvo algunos sectores puntuales (gastronómicos, cines, teatros) no afectarán la economía ni el normal dictado de clases.
Omar Perotti marcó la melga –ya que viene del campo– en materia de restricciones morigeradas –por ahora- en el interior del país. Hasta el momento sus vecinos no lo imitaron, lo cual obliga a extremar los controles en los límites interprovinciales para evitar el “déjà vu” del año pasado.
De eso se trata, precisamente señores gobernantes: del “déjà vu”.