Lula da Silva asumió su tercer mandato presidencial

El líder del Partido de los Trabajadores, de 77 años, asumió hoy por tercera vez la Presidencia de Brasil para un mandato de cuatro años, ante el Congreso Nacional y con la compañía de una multitud de 300.000 personas en la Explanada de los Ministerios en Brasilia.

Este domingo 1° de enero de 2023, primer día del año, asumió la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en el contexto de un evento marcado por un fuerte dispositivo de seguridad y la llegada continúa a Brasilia de personas que quieren asistir a la asunción. La particularidad es que no contará con la presencia de Jair Bolsonaro.

El Presidente saliente abandonó Brasil el viernes y viajó a Estados Unidos, dos días antes del fin de mandato. Por primera vez desde 1985, un mandatario entrante no recibirá la banda presidencial de manos de su predecesor y todavía es una incógnita quién se la entregará a Lula. Se esperan unas 300.000 personas en las calles de la capital brasileña para acompañar de cerca los actos institucionales y un megaconcierto con más de 60 músicos en la emblemática Explanada de los Ministerios.

Trece presidentes y jefes de Gobierno, junto a cinco vicepresidentes y decenas de cancilleres y primeros ministros de todo el mundo participan hoy en Brasilia de la ceremonia de asunción del Luiz Inácio Lula Da Silva como jefe de Estado, junto a representantes de las principales organizaciones regionales y mundiales, según el listado oficial de la organización.

Hasta la capital brasileña llegaron los presidentes de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; Argentina, Alberto Fernández; Timor Leste, José Ramos-Horta; Cabo Verde, José Maria Neves; Alemania, Frank-Walter Steinmeier; Colombia, Gustavo Petro; Uruguay, Luis Lacalle Pou; y Ecuador, Guillermo Lasso.

Están, además, el rey de España, Felipe VI, y los mandatarios de Angola, João Manuel Gonçalves Lourenço; Bolívia, Luis Arce; Chile, Gabriel Boric; Paraguay, Mario Abdo Benitez; Guyana, Mohamed Irfaan Ali; Surinam, Chandrikapersad Santokhi; y Honduras, Xiomara Castro.

No llegó, en cambio, pese a que estaba inicialmente anunciado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, reemplazado en los actos por el titular de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez.

El Gobierno de Jair Bolsonaro había levantado el viernes la prohibición de entrada al país que tenía Maduro, en un texto que apareció en el Diario Oficial de la Unión firmado por el ministro de Exteriores, Carlos França, y por el responsable de Justicia, Antonio Ramirez Lorenzo.

También está en Brasilia la Primera Dama de México, Beatriz Gutiérrez Müller, en representación de Andrés López Obrador, y los vicepresidentes de Panamá, José Gabriel Carrizo; El Salvador, Félix Ulloa; China, Wang Qishan; y Cuba, Salvador Valdés Mesa; y el vice de Irán para Assuntos Parlamentarios, Seyed Mohammad Hosseini.

Por Perú fue el jefe del Consejo de Ministros, Alberto Otárola -porque el país no tiene vicepresidentes y no estaba claro quien quedaba al mando si viajaba la presidenta Dina Boluarte, y por Ucrania, en plena guerra con Rusia, fue la viceprimer ministra Yulia Svyrydenko.

Las presencias se completan con jefes parlamentarios, cancilleres, embajadores y ministros, junto a representantes de la ALADI, la CEPAL, la ONU, la CAF, la FAO, la Unesco, la OIT, Unicef, el PNUD, la OEA y la OIM.

El desafío de Lula

El presidente Lula Da Silva tendrá desafíos inmediatos mayores a los que enfrentó en sus otras dos presidencias, que dejó con una envidiable popularidad del 87%.

«En los primeros 100 días deberá demostrar qué rumbo tomará el gobierno. La victoria electoral fue apretada y enfrentará un país dividido con una oposición aguerrida. Necesita liderar un gobierno de pacificación y unión nacional», explicó Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de Sao Paulo.

Lula se impuso a Bolsonaro en el balotaje del 30 de octubre por 50,9% de los votos frente a 49,1%, un resultado que dio cuenta de una sociedad profundamente polarizada.

Además, el exsindicalista deberá conquistar «credibilidad» sobre el manejo de las cuentas públicas ante una situación fiscal delicada, pese a que sus promesas de campaña requieren un aumento del gasto para financiar programas sociales, según Consentino.

Unos 30 millones de los 215 millones de brasileños pasan hambre y la economía a duras penas logra recuperarse tras el golpe de la pandemia.