Padre Ignacio: «Recen por el Papa y por mí también»

El cura de barrio Rucci encabezó un Vía Crucis que tuvo una asistencia récord: superó las 300 mil personas según fuentes oficiales. Admitió estar cansado pero afirmó: «Siempre voy a estar con ustedes». La figura de Francisco estuvo presente en una noche marcada por un espíritu de fe renovado

Faltan pocos minutos para las doce de la noche de un viernes santo especial, el primero con un Papa argentino. El padre Ignacio Peries está arriba del escenario y encabeza su Vía Crucis número 34 en el barrio Rucci de Rosario. Habla ante una multitud que se hace interminable en las calles. Los organizadores, Policía y GUM cuentan más de 300 mil personas, una cifra que supera aún a la del año anterior. Ignacio inicia una oración y entonces las manos, miles, se elevan y sostienen fotos, rosarios, celulares con imágenes de familiares, banderas y hasta una cruz con luces de colores. Es el momento cumbre de la ceremonia religiosa más importante del país en este día. El carismático sacerdote nacido en Sri Lanka pide entonces que recen por Francisco y también por él. «Mucha gente habla cualquier cosa de mí y dice que sabe pero no es así. Mientras Dios me de vida, siempre voy a estar con ustedes”, asegura el hombre de 62 años en relación a los últimos rumores de un supuesto alejamiento y despierta una ovación, quizás la más intensa de la larga noche en la zona norte de Rosario.

«A veces me canso y digo «qué misión dura me tocó», pero noches como hoy me hacen sentir que vale la pena», agrega Ignacio, junto al Cristo en la cruz sostenido por Matías y Bruno, dos pibes de 26 años que lo cargaron a lo largo de las 14 estaciones de la procesión, unos cinco kilómetros. Ese andar recuerda la crucifixión y muerte del, para los católicos, hijo de dios. A un costado, tres personas sostienen una pancarta con las fotos de Peries y de Jorge Bergoglio, el Papa argentino, que renovó a la Iglesia (ver imagen).

El reconocimiento de cierto cansancio de Ignacio abre las puertas a una catarata de pedidos de sus seguidores. Los que están más cerca de él, detrás del estricto vallado de seguridad, alcanzan a gritarle. «Nunca nos dejes padre», «te queremos», «no te vayas», y así.

El sacerdote de 62 años que lidera la orden «Cruzada del Espíritu Santo» a nivel mundial no los escucha pero igual parece responderles: «Es increíble la cantidad de fe que vemos hoy. Los amo a todos. Dios los bendiga y hasta siempre».

Después Ignacio baja del escenario. Primero se saca una foto con los representantes políticos en el acto: el ex gobernador Hermes Binner -quien aseguró a Rosario3.com: «Hay mucha gente, no tengo dudas que hay efecto Francisco, todos en paz y sin odio»-, la intendenta Mónica Fein -quien recordó que su primera militancia fue en la Iglesia en la escuela secundaria- y la funcionaria local Clara García. Los despide y se acerca a las mujeres con bebés, chicos en sillas de ruedas, parejas, familias, ancianas (muchas), jóvenes; cientos de personas que rodean el escenario en ese vallado custodiado, y les da la bendición. A algunos sólo les estira la mano a otros les toca la cabeza. Hay quienes reciben la dicha de que el padre se detenga un rato con ellos. A una pareja, por ejemplo, les hace chocar la cabeza y después aplaude, como una receta inentendible.

En medio de esa ceremonia masiva e íntima a la vez, el padre pide en su español aún atravesado: «Ahora córranse así los que están atrás pueden acercarse».

El dolor, los baños y el rezo

Entre los que «están atrás» se encuentra Olga, una mujer de 65 años que en los últimos ocho estuvo presente en el Vía Crucis. Sostiene una foto del ex cardenal Jorge Bergoglio. Dice que está «emocionada» porque comparte «el dolor de Jesús». También está «contenta» porque cada año se acerca más gente y ella cree que así «se salvan del mal».

Olga no hizo el recorrido con la cruz desde la parroquia de la Natividad del Señor, en Mena al 2200, hasta avenida Camino de los Granaderos al 2700, donde está la cruz gigante y el escenario. Ella fue directo a ese punto final para esperar y poder ver al padre Ignacio, quien transmitió y dirigió el Vía Crucis desde una carpa montada al lado del escenario mayor.

Cuando a las 21.45 llegó la primera cruz con Jesús crucificado a ese punto, el final del recorrido, Olga y cientos de personas apostadas en ese lugar tocaron la cruz de madera que cargaban Matías y Bruno, los chicos que después subieron al escenario y juran que Ignacio «los ilumina». La mujer agarró la mano del Jesús de yeso, se besó su mano, se persignó tres veces y olvidó el dolor de columna que sentía un minuto atrás.

En el otro costado del perímetro del escenario, Isabel quedó demasiado lejos de la cruz. Ella lo sabía. Viajó desde San Jorge y se ubicó en un costado sólo para agradecer a Ignacio. Está convencida que su nieta se salvó gracias a él. La joven tuvo un accidente y «los médicos no le daban vida», cuenta, pero una visita a Ignacio cambió las cosas.

A su lado hay otras creyentes, en su mayoría mujeres adultas, con otros milagros que adjudican al poder sanador de Ignacio. Incluso entre quienes aprovechan la noche para hacer negocio hay alguna historia milagrosa. Paula es dueña de una casa que alquila su baño «a voluntad» del usuario -otros cobran tres pesos- y afirma que el padre Peries le curó la rodilla con solo tocarla. Ahora además de caminar, puede vender tortas asadas a 10 pesos y empanadas a 30 la docena. Compite con los choripaneros, los herejes de la jornada.

Por la misma avenida De los Granaderos, pasan Guillermo y Daiana vendiendo rosarios y pulseras. Ellos no van a la parroquia del padre Ignacio, son de San Nicolás. Tienen sus trabajos pero esta noche esperan hacer unos dos mil pesos que no le viene nada mal a la pareja.

Todos ellos forman parte de la demostración de fe más importante de la Argentina en este viernes santo, el primero con un Papa argentino. Para la mayoría de los que están allí, la llegada de Francisco y la permanencia de Igancio alcanza para creer que se puede estar mejor. Como reza Peries desde el escenario: «Que haya trabajo, salud, paz y amor para todos, para vivir dignamente”.

(Ricardo Robins / Lisandro Machain / Rosario 3.com)