Lo que Casero calla

Las polémicas declaraciones de Alfredo Casero en el programa de Jorge Lanata sobre la última dictadura militar, esconden una dolorosa historia personal que revela a medias. La confesión tardía sobre que don Rogelio no era su verdadero padre, oculta la identidad de su papá biológico, que no fue víctima del proceso militar, ni lo reconoció como hijo en 1962.

Su nombre era Inocencio Amadeo Viglierchio. Mientras hacía el servicio militar conoció a su madre y durante varios meses entablaron una relación sentimental. Transcurrido un tiempo, le dieron la baja y volvió a su Pergamino natal, sospechando que su novia estaba embarazada. En esa época no existía Facebook, WatsApp, correo electrónico, ni celulares, y evadirse era sencillo.

Su madre conoció a Rogelio Casero algunos años mas tarde, tuvieron dos hijos, y el hijo extramatrimonial , nunca fue aceptado por su progenitor. Por eso terminó pupilo, en el Colegio de los Hermanos Maristas, más tarde viviendo con su abuela, soportando carencias e inexplicable discriminación con respecto a sus medio hermanos.

Don «Pipa» Viglierchio llegó a Rosario a estudiar Ciencias económicas, se casó, se recibió y tuvo dos hijos, para divorciarse algunos años mas tarde, volver a formar pareja y tener tres hijas más. Unos 30 años después, corroboró que aquella sospecha de su juventud tenía nombre y apellido, y su primogénito se llamaba Alfredo Casero, un conocido actor, a quien intentó acercarse.

Lo hizo de la peor forma, fue al teatro y lo esperó en la puerta, para revelarle que era su padre biológico. Lejos de buscar gestos de acercamiento quiso aprovecharse de su fama y dinero, y hasta lo amenazó con hacer pública su historia. La relación que entablaron fue tormentosa, duró un tiempo, y terminó peor de lo que había comenzado, con extorsiones y amenazas.

Anoticiados de la novedad de que tenían otro hermano de sangre, los hijos de Pipa, intentaron vanamente establecer lazos afectivos con su medio hermano, algo que el artista siempre rechazó. Insistieron, pero él pensaba que eran iguales a su controvertido padre y que tenían las mismas intenciones.

A pesar de su negativa no claudicaron, hasta que en enero de este año, a las 4 de la mañana un Casero notablemente ofuscado llamó al celular, y les contó que estaban equivocados, que el no era hijo de ese padre que no lo había reconocido y que ya había encontrado a su familia biológica, como para que cesaran en su intento de acercamiento.

El domingo Alfredo develó que Rogelio Casero no era su padre. Y habló de un impostor de Pergamino «que más o menos conocía la historia» y buscó aprovecharse de ella. No lo dudo, Amadeo Viglierchio era una persona conflictiva, intolerante, de reacciones intempestivas, impredecibles y autoritarias, pero ya no puede defenderse, ya que murió en 2011.

Amadeo Vigliechio lo negó como hijo en 1962, y Casero lo niega como padre en 2013. Al fin y al cabo se pagaron con la misma moneda, y parece justo…

No necesito ser hermano de Casero, (aunque creo que lo soy) y mi padre me lo confirmó algunos meses antes de dejar este mundo. Además tengo otros hermanos maravillosos. No quiero su fama ni su dinero. Lo entiendo, y hasta estoy de acuerdo en su actitud negadora.

Hablamos en un par de ocasiones, siempre en tonos exaltados en los que nadie puede ponerse de acuerdo. Quise reparar aquel error que cometió mi padre en su juventud, y ofrecerle la posibilidad de que conozca a su presunta familia biológica. Como él mismo dice, el dolor no se borra, comprendo y acepto.

En los cinco años que lo busqué mantuve el tema en silencio, sin intentar mediatizarlo, porque lo considero una cuestión que debería haberse mantenido en el ámbito de lo privado. Ahora él decidió hacerlo público, y me obligó a hablar. Está a su disposición una muestra de mi ADN si desea sacarse la duda, si es que la tiene.

Hace dos años, daba su primera versión de la historia en una entrevista con Hanglin.

Pero hace más de 20, en Cha Cha Cha, mostraba un sketch en el que un padre italiano (don Cubrepileta) tenía un hijo con rasgos orientales, del que todos le decían que no era su padre, pero él insistía con que sí. Algo parecido a los que le habrá sucedido a don Rogelio, que en nada se parecía al pequeño Alfredito.

Fuente: Rosarinoticias.com

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Fernando Viglierchio

Periodista