El sobrino de Margarita Stolbizer estaría vinculado al narcotráfico

El caso de «inseguridad» que fue una mejicaneada entre delincuentes. El hecho ocurrió en mayo y los protagonistas fueron Mario Arrospide, sobrino de la diputada Margarita Stolbizer, un productor de tevé y una banda de falsos policías. La conexión con los narcos VIP y la mala investigación de un fiscal.

El teléfono celular vibró dos veces sobre el escritorio. Al atender, la voz automática alertó: «Esta llamada proviene de un establecimiento penitenciario.» La conversación no duró más de tres minutos: lo suficiente para pactar la cita en la plaza de Ramos Mejía que está sobre Bartolomé Mitre, a pocas cuadras de la estación de trenes.

El encuentro ocurrió días más tarde. El hombre, flaco, alto, de gorra y anteojos de sol, se presentó con nombre falso. Con la mano derecha sostenía la gaseosa ligth en lata, con la otra apretaba el sándwich de jamón crudo y queso que no tardó en devorar.

Después del almuerzo informal, el tipo dijo que tenía algo importante para contar, que la novedad que circulaba con premura por los canales de televisión, no era tal. Que la historia que los periodistas retrataban como un hecho más de inseguridad, tenía un costado que nadie quería escuchar. «Nosotros no secuestramos a nadie. Fuimos porque dentro de esa casa había plata de la droga y le hicimos ‘el cuento del tío’ al dueño. Ese tipo está más sucio que una papa, tiene un ‘garito’ (lugar de juego clandestino) donde vende cocaína», disparó la fuente, que encendió un cigarrillo y pitó hondo.

Frente a la plaza, en el bar de estilo noventoso donde señoras bien vestidas se sientan a charlar, el televisor estaba mudo. El presentador de casos policiales de un canal de noticias explicaba las imágenes que se repetían una y otra vez. La secuencia mostraba cuatro falsos policías robando en la casa de Aramburu 982 de Martínez, partido de San Isidro, propiedad de Mario Arrospide, sobrino de la diputada nacional por el GEN/FAP, Margarita Stolbizer. El caso se exhibió una y otra vez, hasta el hartazgo.

Terminado el video, el productor televisivo José Peluffo, amigo de Arrospide, se prestó a una improvisada conferencia de prensa para contar el calvario que había sufrido. La madre del dueño de casa, Elsa Stolbizer, prima de Margarita, agregó que los falsos agentes llevaron a su hijo hasta su departamento de Recoleta y que les entregó dinero en efectivo a cambio de que no lo detuvieran.

«Les di 20 mil pesos para darle a la fiscalía y así borrar la causa, lo cual era todo mentira. Sin conformarse con eso, se fueron de mi casa diciéndome que no hablara con nadie porque de lo contrario tendrían que proceder. Me engrupieron muy bien», explicó la mujer, sin que ninguno de los periodistas le preguntara por qué había aceptado supuestamente sobornar a los funcionarios.

A pocos días de la charla en la plaza de Ramos Mejía, Luciano «El Orejón» García fue detenido en su casa de la zona norte del Conurbano. El fiscal Gastón Garbus pudo identificarlo gracias a la sorpresiva aparición de un policía de Munro, que precisó su nombre y apellido, además de aportar datos de otro de los delincuentes que había participado del hecho. De los otros integrantes se supo poco, sólo que vivían en la zona sur de Buenos Aires.

Si bien sospechó que algo raro pasaba cuando policías de distintas jurisdicciones aparecían en la fiscalía, predispuestos a colaborar con la investigación, Garbus avanzó en la hipótesis del secuestro. Y así, se alejó de la verdad.

LOS MARIACHIS. El 16 de mayo, José Peluffo salió de su departamento de la avenida Centenario, en Béccar, caminó unos pasos y trepó al colectivo de línea que lo dejó en la esquina de la casa de Arrospide. El apuro lo privó de notar que los falsos agentes lo siguieron en auto y esperaron que saliera de comprar algunos gramos de cocaína. En la esquina lo interceptaron. «Flaco, sabes que estás en problemas por lo que tenés en el bolsillo. Vamos –le dijeron– a la casa de Mario porque esto es un allanamiento».

Los cinco avanzaron en silencio. Tocaron timbre y Arrospide salió a preguntar qué pasaba. Cuando los desconocidos le dijeron que eran policías, volvió a buscar las llaves de la puerta y permitió el ingreso de los delincuentes, que le explicaron que venían por orden de un fiscal de San Martín y que tenía dos horas para arreglar con ellos. «El turro es el secretario del fiscal, con él hay que arreglar, así que la historia es corta. Nos das la plata y nosotros nos vamos», fue la propuesta.

El dueño de casa no dudó: tenía muchas cosas por perder.

El dato que manejaban los ladrones era que dentro de la propiedad había 100 mil dólares y bochas de cocaína. La droga la encontraron apenas pisaron el living, el efectivo nunca apareció. Mientras maniataban con precintos a los presentes, el teléfono sonó. Era Elsa, la madre de Arrospide, que cayó en la mentira del allanamiento y les dijo a los «policías» que fueran hasta su departamento de Córdoba y Pueyrredón. Allí les dio efectivo. No hubo gritos ni golpes. Las cosas estaban claras desde el principio.
Mientras regresaban en auto a zona norte, el copiloto recibió el alerta en el handy. Era uno de sus cómplices que había quedado al cuidado de Peluffo y el resto de los cautivos. «Loco, nos fuimos y nos llevamos el CPU donde están las imágenes de las cámaras de seguridad: ¿Ustedes cómo vienen?», alcanzó a escuchar Arrospide.

«¿Cómo que se fueron? ¿Ustedes son giles?», replicó el jefe del operativo, que refunfuñó y golpeó el tablero del coche mientras le ordenaba al conductor detener la marcha sobre Panamericana. «Bajate, Mario, fijate lo que hacés», dijo con rabia.

Arrospide volvió a su casa sano y salvo. Acomodando el desorden, descubrió que los ladrones no se habían llevado la unidad de almacenamiento donde había quedado registrado el robo. Fue su madre quien acercó esas imágenes a los medios. El video fue editado previamente, para que no aparecieran las dos piedras de cocaína con las que el dueño de casa aplacaba la ansiedad de los jugadores de póquer que atendía por las noches.

Sin embargo, el falso hecho de inseguridad tomaría otro matiz meses más tarde, cuando Arrospide fue detenido por orden del juez Norberto Oyarbide, en el marco de la causa que tuvo como protagonista estelar a Rodolfo Andrés Bomparola, hermano de Evangelina, ex mujer del empresario Franco Macri. El sobrino de Margarita Stolbizer estuvo detenido 24 horas y fue liberado junto a la modelo dominicana Zahina Rojas (ver recuadro)

«Arrospide trabajaba para Gastón Mercau (líder de la banda, también detenido). Pero rendía cuentas a un comisario de la Bonaerense al que conoció en un templo evangélico. Por eso quizás dieron a conocer las imágenes, para cubrirse con los jefes», explicó uno de los ladrones que permanece en la clandestinidad desde mayo pasado.

Según la fuente, fue un ex empleado de Arrospide quien entregó el trabajo. «El tipo tenía ‘gatos’ limpiándole la casa a cambio de cocaína. Cuando descartó a uno, el pibe lo entregó y señaló al productor de televisión como uno de los clientes VIP que solían ir a comprar. El resto fue fácil: seguimos a Peluffo y mostramos la orden de allanamiento. La cagada fue que se equivocaron de CPU y quedamos escrachados. Pero bueno, no siempre las cosas salen según lo planeado», reflexionó el prófugo, que pagó los cafés con un billete de 100 pesos y dejó el vuelto abandonado entre pocillos sucios.

Narcos vip, procesados

El juez federal Norberto Oyarbide procesó a fines de diciembre a 12 personas, entre ellas a Mario Arrospide, Rodolfo Bomparola y la modelo dominicana Zahina Rojas, en la causa que investiga la venta de cocaína y drogas sintéticas a famosos en la zona de Las Cañitas.

Fuentes judiciales informaron que a todos los imputados se los encontró responsables del delito de comercio de estupefacientes agravado por el número de personas intervinientes, pero a Bomparola y a otras seis personas se les dictó además la prisión preventiva por lo que seguirán detenidas.

Por su parte, Arrospide y la modelo sólo fueron procesados y quedaron en libertad.

El 20 de diciembre pasado, Bomparola, hermano de la diseñadora de ropa Evangelina Bomparola, y los otros seis detenidos, ya habían recibido un revés de la justicia cuando la Cámara en lo Criminal Federal les rechazó su excarcelación. La sala II, integrada por los camaristas Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Farah, consideró que los imputados pueden fugarse o «entorpecer» la causa. (InfoNews)