Falleció el periodista y escritor «Gary» Vila Ortiz

El reconocido periodista y escritor Alberto Carlos «Gary» Vila Ortiz falleció a los 78 años de edad. Gary fue secretario general de redacción del diario La Capital y una importante personalidad de las letras a nivel nacional. Sus restos serán velados en Caramuto (Córdoba 2936), a partir del mediodía y serán trasladados mañana a las 9,30 hacia el cementerio de Ibarlucea.

Alberto Carlos Casiano Vila Ortiz, tal era su verdadero nombre, nació en Rosario el 5 de agosto de 1935 y trabajó largos años en el diario La Capital al que ingresó el 1º de mayo de 1958, a los 22 años, como corrector y llegó a ser Jefe de Redacción. Además trabajó en Radio Nacional, LT8, en Canal 3 y Canal 5.

Fue Director General de Cultura y Director de la Editorial Municipal de Rosario. Entre su producción destaca: “Poemas” (1961/2); “17 poemas” (1965); “Poemas de la flor” (1967); “Poemas y Maderas” (30 cuadernos con xilografías de Rubén de la Colina (1975); “Dos homenajes: Philip y Raymond (en colaboración con Rafael Oscar Ielpi) (1993); “Rosario: 1880/1930. Imágenes de la memoria” (en colaboración con Rafael Oscar Ielpi) (1995); “Borges en Pichincha” (1995); “Estructuras imposibles” (1997)

Pero nadie mejor que el propio Gary para definirse según lo hizo en este texto escrito por él mismo hace un par de años al que siguen algunos de sus poemas.»Me gustaría que me conocieran por mi poesía», reconoció hace tres años en un reportaje.

“Si a los 71 años uno tiene que explicar, como pueda, quién es uno, en realidad uno no ha existido. Aunque hechos triviales tratarían de probar lo contrario. Por ejemplo, que sigo escribiendo con mi vieja máquina de escribir, que me gusta el té con caña Piragua o con grappa y que es suficiente que una mujer me mire con ternura para que comprenda que conocido o no la vida vale la pena vivirla. Pero es cierto que he hecho algunas cosas, por ejemplo cincuenta años y pico de periodismo oficio en el cual mantuve la obsesión por tener columnas diarias o semanales y logré hacerlo; nunca supe si bien o mal. Para los diarios para los que he escrito la cantidad de artículos es abrumadora para mí mismo. En esto hay que ser cuidadoso! El juicio debe ser cualitativo y no cuantitativo”.

“Pese a todo, sueño con agregar a los dos libros publicados con parte de esos artículos que se seleccionen, todo lo que falta y sin selección alguna. Que eso se haga, por ejemplo, con Roberto Arlt y sus “aguafuertes” me molesta y mucho. No se comprende, me parece, que implica el tener que escribir de apuro, a última hora, la columna a publicar al día siguiente. Llegué a ser jefe de redacción del diario más viejo del país y he escrito sobre música, libros y pintura, entre otras cosas. Y lo hice de la manera que la mayoría más desdeña: periodísticamente. Era y soy un profano interesado en todas las manifestaciones creativas del ser humano. Y también soy profano en el ejercicio secreto de lo que posiblemente más amo: la poesía”.

“Y si digo posiblemente es porque pienso en el jazz, en el cuarteto de Ravel, en las mujeres, en el sabor del alcohol y en el aroma del tabaco dulzón de algunos cigarros. En realidad todo es parecido. Como la exactitud del dato suele molestarme, diré que creo que nací en agosto de 1935, en esta ciudad que es la única para vivir o para morir. He publicado cinco libros de poemas; uno sobre Raymond Chandler y Philip Marlowe, en colaboración con Rafael Oscar Ielpi, con quien también compartimos los textos de un libro sobre esta ciudad entre 1880 y 1930. Con Rubén de la Colina publicamos treinta cuadernos de “Poemas y Maderas”, en series de siete cuadernos que comenzaban con un poema y una xilografía y llegaban a siete poemas y siete xilografías”.

“El propósito era alcanzar las bíblicas setenta veces siete, pero completamos cuatro y dos de la quinta serie. En prosa he publicado recopilaciones de trabajos periodísticos, uno con el título de “Borges y Pichincha” y el otro como “Estructuras imposibles (2)”, pero es tan limitada que ni yo mismo la tengo. Soy padre de numerosos hijos y abuelo de, por ahora, quince nietos. Siempre he amado con desmesura y trato de seguir haciéndolo. Es lo que puede salvarnos”. (La Capital)