Narcos planeaban asesinar a un juez y a un fiscal de Rosario

Un traficante y un ex policía, ambos detenidos, elaboraban un plan para matar a los doctores Juan Carlos Vienna y Guillermo Camporini. Los descubrieron por escuchas telefónicas ordenadas por el juez Vera Barros

«Nunca pasó en la historia de Santa Fe que mataran a un fiscal o a un juez. Hasta que no pase todo va a seguir igual. Los dueños del poder son los jueces y los fiscales porque nunca les pasó nada», dice Germán Almirón, un policía santafesino preso por facilitar la fuga de un narcotraficante vinculado a la banda de Los Monos, desde su celda en la Jefatura de Policía.

Del otro lado del teléfono está César Treves, un narco procesado por un asesinato y por transportar dos kilos de pasta base y unos 20 litros de acetona, materia prima y precursor químico para la fabricación de cocaína.

Las escuchas pertenecen a una causa por tráfico de drogas a cargo del juez federal Carlos Vera Barros. Fue él quien avisó al fiscal general de la provincia, Julio de Olazábal, que dos detenidos planeaban asesinar al juez Juan Carlos Vienna y al fiscal de cámaras Guillermo Camporini, quienes encabezan distintas investigaciones vinculadas a la batalla entre traficantes que sacude a Santa Fe.

Recientemente, Vienna procesó a un importante número de traficantes vinculados a Los Monos.

En dos oficios (1106 y 1140), Vera Barros anuncia a Olazábal que por los diálogos entre el ex policía y el narco se podía inferir que estaban «en plena elaboración un plan para atentar contra la integridad física y/o vida de funcionarios judiciales y/o jueces y/o fiscales», según informa La Capital.

Vera Barros tenía intervenido el teléfono del ex policía Almirón, presuntamente vinculado con la banda de Reina Quevedo, cuyos integrantes fueron detenidos en Metán, Salta, el 8 de febrero, con 80 kilos de cocaína.

De esa forma, el juez pudo determinar que el narco Treves quería venganza porque colaboró en la Causa Monos, como se conoce a la investigación sobre la familia que maneja gran parte de la venta y distribución de estupefacientes en Rosario, y, pese a eso, no obtuvo el beneficio de la libertad condicional.

«Lo único que te pido es que me consigas dónde vive, dónde vive nada más, y el auto que tiene, que después yo me encargo», pide Treves a Almirón. «Esta gente no sabe de las cosas que pueden llegar a pasar», finaliza.

EL POLICÍA GERMÁN ALMIRÓN

Germán Almirón es el único policía que sigue preso en Rosario por la increíble fuga de la Jefatura de Juan Domingo Ramírez, un hombre de 39 años sindicado como uno de los lugartenientes de la banda de Los Monos, además de abastecedor de drogas y administrador del dinero que producían los búnkers de la familia Cantero. También le imputan el homicidio de Luciano Cáceres, un chico de 16 años al que mataron de un tiro en la cara frente a un quiosco de estupefacientes el 28 de abril del año pasado.

El pasado 15 de enero, nueve horas después de haber sido detenido en la casa de su padre, en el barrio Saladillo, y siete meses más tarde de que el juez Juan Carlos Vienna ordenara su captura nacional e internacional, Ramírez logró soltarse de las esposas que lo tenían amarrado a la baranda de una escalera y se fue de la División Judicial de la Jefatura sin llamar la atención de nadie.

Como consecuencia de esa fuga, investigada por la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas, fueron detenidos cinco policías acusados de favorecimiento de evasión y cohecho. Es que tras la fuga, la pareja de Ramírez denunció en Tribunales que agentes de la División Judicial le habrían pedido por vía telefónica una importante suma de dinero y un Citroën C3 de su propiedad para dejar escapar al preso. Y con uno de ellos se habrían encontrado en la esquina de 27 de Febrero y Ovidio Lagos para «llegar a un acuerdo».

Los cinco policías fueron sometidos a una rueda de reconocimiento y tanto la esposa como la suegra del prófugo no dudaron en señalar a Almirón como el uniformado que se reunió con ellas y porque había participado de un allanamiento a su casa.

CÉSAR»OJUDO» TREVES

Del otro lado de la línea estaba César Arón «Ojudo» Treves, de 31 años, preso en la cárcel de Coronda. En julio del año pasado la jueza Roxana Bernardelli lo procesó como partícipe primario del asesinato de Gustavo Ariel Serra, un muchacho baleado el 24 de noviembre de 2012 dentro de una playa de estacionamiento de Maipú al 800 en el epílogo de una pelea que comenzó a las trompadas en el interior del boliche Zoom, ubicado cerca de ese lugar.

Treves fue imputado de haber manejado el auto en el cual escapó el asesino de Serra, quien hasta ahora no fue identificado. Y en el mismo fallo la magistrada procesó a un amigo de la víctima por disparar contra el mismo vehículo. Se trata de Rubén Darío «Papucho» Reyna, un albañil de 30 años al que consideró autor de portación ilegítima de arma de guerra y abuso de arma.

Según la investigación, Gustavo «Gordo» Serra salió del boliche tras una discusión en la que participaron cinco o seis personas en dos bandos. Enseguida se dirigió enfurecido hacia el estacionamiento de Maipú 862 para tomar a trompadas a un muchacho que tenía apuntado y fue directamente hacia un Chevrolet Astra rojo que conducía «Ojudo» Treves. Eran las 9.36. El Astra estaba perfilado con su trompa hacia la salida. Mientras Serra caminaba hacia la puerta del lado del conductor, un hombre se le acercó por detrás y sin que la víctima se percatara, le disparó por la espalda al menos en cuatro oportunidades con balas calibre 40 que le provocaron la muerte.

El tirador y otro hombre se metieron en el Astra, que salió de la cochera como impulsado por un resorte. Toda esa secuencia fue captada por las cámaras instaladas dentro de la cochera y de ese material se valió la jueza en la investigación.

Treves fue apresado en un operativo de la Sección Inteligencia Zona Sur de la Dirección de Control de Adicciones el 22 de diciembre de 2012 en San Martín y Circunvalación, en Villa Gobernador Gálvez. Circulaba en un Volkswagen Fox y al ser interceptado llevaba, según el acta preventiva, dos kilos de pasta base y unos 20 litros de acetona, materia prima y precursor químico para la fabricación de cocaína. El juez federal Marcelo Bailaque lo procesó por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización y la resolución fue apelada por la defensa.

Fuente: Notiexpress / portales varios (foto de archivo del fiscal Camporini)