Robaron armas de una comisaría para asaltar un banco

Fue a las 7 de ayer. Al menos cuatro ladrones maniataron a la sargento de la sub 13ª y se llevaron unos $ 80 mil de la sucursal del Credicoop.

Una gavilla de delincuentes copó ayer a la mañana, minutos antes de las 7, la subcomisaría 13ª de General Lagos. Redujeron a la única policía que estaba en el lugar y se llevó dos pistolas calibre 9 milímetros, dos escopetas calibre 12.70, una ametralladora FMK3 y tres chalecos antibalas con la insignia de la policía de Santa Fe. No conformes con ello también se llevaron el patrullero en el que fueron hasta la puerta de la sucursal del banco Credicoop. Allí esperaron la llegada del tesorero y un custodia a quienes amenazaron y obligaron a ingresar a la entidad. Después, en menos de cuatro minutos, se llevaron unos 60 mil pesos de la línea de cajas.

«Fue un hecho que tuvo una tarea de inteligencia previa y en el que actuaron entre cuatro y seis personas. Como fue en el horario de ingreso del personal, esperaron que el tesorero se encontrase con la custodia para abrir las puertas del banco y se llevaron el dinero de línea de cajas, que era lo que tenían para trabajar a primera hora. Se estima en unos 60 u 80 mil pesos, pero resta hacer el arqueo. Los ladrones controlaron a cuatro empleados más un agente que realizaba servicio adicional y al que sorprendieron afuera del banco». Así resumió el golpe la fiscal de Flagrancia Viviana O’Connell.

El robo hizo recordar el cinematográfico golpe que, en julio de 2013, tuvo como escenario la sucursal del banco Macro de la localidad de San Jerónimo Sud.

General Lagos es un pueblo de 3.500 habitantes ubicado 25 kilómetros al sur de Rosario. Allí sólo hay una sucursal del banco Credicoop, en la avenida San Martín al 600, que corre paralela a las vías, y el único cajero automático de la comuna. Sobre esa misma avenida, distante a cinco cuadras, está asentada la subcomisaría 13ª y el Juzgado de Paz. Con sólo detenerse frente a la centenaria casona en la que se asienta la seccional pueden entenderse muchas cosas. Un Renault Clío chocado y desvencijado estacionado, una puerta de ingreso sin cerradura, un viejo aire acondicionado en desuso, manchas de humedad en todo el frente, un perro negro y flaco que no dejaba de moverle la cola a quien le hablara y un ingreso a los fondos de la seccional sin portón.

En ese lugar, a las 6.45 de ayer, una sargento de 40 años esperaba la llegada del compañero que la relevaría de la guardia pero que venía retrasado por haber sufrido una crisis diabética. Los dos empleados que dejaban la guardia salieron un rato antes para no perder el colectivo que los traería a Rosario, donde están afincados. «No creo que eso los perjudique judicialmente pero seguramente les valdrá una sanción administrativa. Por ahí tenían que hacer adicionales en otro lado y si perdían el colectivo no llegaban», explicó por lo bajo un experimentado pesquisa que llegó al pueblo.

En ese marco un hombre entró a las sub 13ª y la sargento le preguntó que necesitaba. Como respuesta el maleante sacó una pistola calibre 9 milímetros y la encañonó. Luego la llevaron a una oficina y la ataron de pies y manos con alambre.

Antes de irse los ladrones se hicieron con un pequeño arsenal y se llevaron el patrullero de la comisaría. Dos de los asaltantes se colocaron gorras policiales y chalecos, encendieron las balizas y fueron hacia la puerta del Credicoop. Poco antes de las 7 (15 minutos antes de que la sucursal comenzara su horario de atención) el móvil estaba parado en la puerta de la entidad. A los pocos minutos un Chevrolet Meriva negro se estacionó unos metros por detrás del patrullero. Era el policía que hacía adicional. Cuando abrió la puerta para bajarse, le apoyaron una pistola en las costillas. Entonces llegó el tesorero y al ver a los empleados del móvil policial y no reconocerlos pidió explicaciones. Como respuesta le pusieron una pistola en las costillas. En la puerta, además, ya esperaban tres empleados. Menos el policía, que quedó retenido en su auto, los demás fueron obligados a entrar al banco. Eran las 7.10.

Con respecto a si había empleados de seguridad privada, la fiscal O’Connell dijo: «El dato que tengo es que el policía de adicional venía en ese horario para entrar con el gerente. Además había un agente de seguridad del banco que estaba en ese momento». Cuatro minutos más tarde, y luego de maniatar a una empleada con alambre, los ladrones retiraron el dinero de la línea de caja y se marcharon en el patrullero y en un auto de apoyo, que nadie llegó a distinguir. «Solamente se llevaron el dinero de la línea de cajas, porque la bóveda del tesoro abría 50 minutos después por el reloj (de retardo). Lo que se pudieron llevar es lo que tenían para trabajar en el día, entre 60 y 80 mil pesos, pero estaban haciendo el arqueo y eso arrojará la cifra exacta», indicó.

«Estamos esperando la declaración testimonial del gerente para saber si también intentaron ingresar al tesoro. Aparentemente no hubo actos de violencia extrema. Podrían ser profesionales, no hay datos acerca de la edad de los ladrones», explicó la fiscal. A las 7.15 el empleado policial que había sufrido la crisis diabética llegó a la sub13ª y se topó con su compañera en la oficina, atada de pies y manos. El teléfono no dejaba de sonar. Cuando atendió era el tesorero del Credicoop que pedía ayuda. Minutos más tarde, el patrullero robado a la sub13ª apareció abandonado en un camino rural paralelo a la autopista a Buenos Aires. De la banda sólo quedaron algunos rastros en la patrulla que será peritada.

(La Capital)