Snowden y una víctima asociada: Laura Poitras

Laura Poitras, la documentalista que ganó este año el Oscar al mejor documental por su prolijo retrato de Edward Snowden, el ex empleado de la CIA que se hizo famoso en el mundo entero, en 2013, por revelar un gigantesco número de informes confidenciales del gobierno norteamericano, demandó al gobierno estadounidense.

La cineasta acusó a la CIA por el acoso que viene sufriendo cada vez que arriba a un aeropuerto desde hace aproximadamente seis años, ya que apenas desciende del avión es cacheada, interrogada y obligada a esperar en controles sin que se le ofrezca ninguna explicación razonable ni increíble.

El lector recordará que la documentalista recibió su premio en el pasado mes de febrero, acompañada del abogado y periodista Green Greenwald, quien obtuvo su bien ganado prestigio por denunciar programas de vigilancia global, siendo uno de los que accedió a la información clasificada que le entregó Snowden.

Precisamente, hace pocos días se reflotó la temática del espionaje del que es objeto el orbe en su totalidad por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a partir de la llegada al cine del filme del director Oliver Stone que narra dichos episodios y que es mostrado publicitariamente mediante un tráiler de un minuto y 17 segundos.

Snowden, vale apuntarlo, tiene hoy 32 años y vive en Moscú, en razón de un permiso de trabajo concedido –a modo de pantalla protectora- por Vladimir Putin. Recordará el lector que el experto tecnológico, llegó desde Honolulu en avión a Hong Kong el 20 de mayo de 2013 y allí, en una convocatoria que hizo a periodistas elegidos meticulosamente, entregó miles de documentos secretos y sensibles sobre el plan de espionaje que se realiza a través de la NSA, organismo que debió modificar de inmediato y en tiempo récord la totalidad de sus claves reservadas, a la vez que se vio obligada por imperio de las circunstancias, a “desactivar” cientos de agentes “dormidos” que se hallaban a la espera de órdenes.

Oliver Stone, el director de “Snowden”, como se denomina el filme rodó el mismo con el apoyo de la cadena televisiva AMC y con la colaboración de productoras europeas que le garantizan una especial distribución internacional.

El papel principal se fue confiado a Joseph Gordon –Levitt, mientras que el rol de novia –Lindsay Mills-, estuvo a cargo de Shailene Woodley.

No es casualidad que Stone hay decidido elegir la temática de Snowden para su filme. Especialistas en espionaje global entienden que nuestra relación con la tecnología es umbilical. Ya pareciera que los jóvenes no pueden vivir si su conexión a la red. Hoy por hoy no sólo se utilizan más informaciones, sino que también las re-trasmitimos como nunca a través de los cables, pagamos facturas por Internet y nos citamos y reunimos por medios electrónicos. Incluso conversamos de esa manera, investigamos síntomas médicos y nos preguntamos sobre el futuro. Ya hemos internalizado el uso de la tecnología a tal punto que es casi una prolongación orgánica de nuestras palabras y pensamientos.

Ello nos ha transformado en vulnerables a la interceptación de los mensajes que recibimos y enviamos. Alguien podría estar escuchando o recibiendo erróneamente nuestros datos enviados sin quererlo… y otras veces porque nos están vigilando digitalmente.

En definitiva, es la lucha épica diaria, casi de segundo a segundo, entre dos conceptos que los especialistas consideran abstractos: seguridad e intimidad, que se libra en el meollo de un cambio tecnológico más potente y veloz que un relámpago.

Es también el proceso histórico que se vive en el campo del secretismo gubernamental, en el marco de la actividad de los servicios de inteligencia que nuestro país sufre cotidianamente, aunque el Estado se vea en la obligación de negarlo.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com