Con asistencia y monitoreo llega la calma a zona sur

Crisis hídrica. En Las Flores Sur y Saladillo, las tareas de recuperación se focalizaron en la atención a las cien familias afectadas por por el reciente temporal en la ciudad.

El alerta meteorológico en Rosario cesó promediando la tarde de ayer. Mientras, el nivel del arroyo Saladillo continuó dando muestras de su tendencia descendente. Fueron dos señales inequívocas de un cambio de panorama que se consolidó y arrimó un poco de calma en el barrio Las Flores y toda la zona sur. Con estos guiños, las tareas de atención se focalizaron en la asistencia y el monitoreo sobre las cien familias que sufrieron las consecuencias del reciente temporal en la ciudad.

El castigo de las lluvias bajó su intensidad y al menos se abrió un aliviador margen de maniobra para poder atender, de acuerdo a sus necesidades particulares, a los habitantes de este sector.

Las Flores Sur fue el lugar más afectado por el temporal y allí se centraron los trabajos de rehabilitación y recuperación que estuvieron a cargo de Promoción Social, con ayuda de los agentes de Gendarmería, Control Urbano y Defensa Civil.

También colaboraron la Central de Operaciones de Emergencia Municipal, la Secretaría de Obras Públicas, y las Áreas de Servicio Urbanos. Todos trabajaron intensa y solidariamente para atender las mayores necesidades.

El operativo no fue sencillo. Las cuadrillas municipales y provinciales desarrollaron intensas tareas de desagote y normalización dentro de los reservorios que quedaron inundados. Allí está instalado un grupo de familias asentado en forma irregular dentro de un área que está destinada para contener desbordes de cursos de agua.

Vale recordar que son tierras particularmente no aptas para residir, precisamente por estar despejadas al sólo efecto de contemplar el ingreso de agua allí ante determinados niveles de crecimiento del arroyo.

Desde el miércoles, la suba del nivel del agua se detuvo y se creó una guardia permanente en la zona para seguir de cerca la evolución de la creciente.

Con este renovado tablero de acción, con una mayor dosis de serenidad pero todavía con evidentes urgencias en cada habitante del asentamiento, los representantes gubernamentales recorrieron alternadamente, junto a algunos equipos técnicos y especialistas, los puntos afectados más conflictivos.

En esa recorrida, también se examinaron los bordes de la ribera del Saladillo en plena zona Sur. Allí pusieron la lupa sobre el estado de las barrancas y el cauce de agua. Más allá de que la tradicional cascada del Saladillo retrocedió «entre 70 y 100 metros», según confirmó Susana Nader, secretaria de Obras Públicas de la Municipalidad, lo cierto es que los entendidos apuntaron que los «riesgos por el fenómeno climático están controlados» a pesar del ímpetu del agua.

Ninguna de las familias anegadas aceptó dejar sus casas. No quisieron ser evacuadas, más allá de las recomendaciones de la Municipalidad. Todos se quedaron al lado de sus pocas pertenencias mientras esperaban que se alivie la tormenta.

En ese lapso, la mayoría recibió la asistencia necesaria a través de colchones, ropa, alimentos no perecederos y elementos que le permitieron a los inundados poder enfrentar la situación de inclemencia.

Otro escenario diferente

De esta manera, el escenario que dejó el jueves fue mucho más tranquilizador que las jornadas anteriores. Tuvo un carácter más esperanzador. Lo más importante fue que el alerta meteorológico en Rosario cesó y el nivel del agua sigue bajando. Eso permite desplegar una estrategia de atención totalmente diferente. Igual de agitada, abnegada y sacrificada, pero con la motivación de que las perspectivas, desde ayer, comenzaron a ser positivas.

Los operativos de ayuda y contención no claudicarán. El gobierno municipal y el provincial anunciaron que continuarán supervisando y monitoreando de forma permanente la situación de estas zonas afectadas. Cada familia relevada será custodiada.

El desafío de los próximos días será que, de a poco, las personas anegadas vayan recuperando su comportamiento habitual. Que el agua siga retrocediendo y revitalice el aporte de calma que se necesita para la recuperación.

(La Capital)