El Papa llamó a combatir el abuso de chicos en Internet, en su primer Facebook Live

Al cerrar hoy, con su primer Facebook Live desde el Vaticano, el congreso Child Dignity in the Digital World (La Dignidad de los niños en el mundo digital), el Papa volvió a hacer un «mea culpa» por cómo la Iglesia manejó en el pasado el escándalo de abusos sexuales de menores en el clero, en un discurso en el que llamó a combatir globalmente el abuso sexual de chicos en las redes y a «un uso adecuado de Internet».

«Como todos sabemos, la Iglesia Católica en los últimos años se ha hecho cada vez más consciente de no haber hecho lo suficiente en su interior para la protección de los menores: han salido a la luz hechos gravísimos de los que hemos tenido que reconocer nuestra responsabilidad ante Dios, ante las víctimas y ante la opinión pública», admitió Francisco, al recibir en audiencia a los participantes del congreso, que reunió durante tres días a expertos de todo el mundo en la Pontificia Universidad Gregoriana.

El Papa aseguró que justamente por esas «dramáticas experiencias vividas y los conocimientos adquiridos en el compromiso de conversión y purificación, la Iglesia siente hoy un deber especialmente grave de comprometerse, de manera cada vez más profunda y con visión de futuro, en la protección de los menores y de su dignidad, tanto dentro de ella como en toda la sociedad y en todo el mundo». «Y esto no lo realiza ella sola -porque sería evidentemente insuficiente- sino ofreciendo su colaboración activa y cordial a todas las fuerzas y miembros de la sociedad que desean comprometerse en la misma dirección», agregó.

En un discurso pronunciado en italiano en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa agradeció el trabajo realizado por el Congreso y respaldó «con determinación y firmeza» el compromiso asumido por sus miembros, que le entregaron la «Declaración de Roma», un plan de acción mundial de 13 puntos para erradicar el cada vez más extendido y peligroso fenómeno de abusos sexuales de chicos por internet, un «desafío global que debe ser resuelto en forma global».

La «Declaración de Roma», que fue presentada al Papa por una chica irlandesa de 16 años, Muireann O’Carroll, en su punto final llama «a los gobiernos, a la industria privada y las instituciones religiosas para que emprendan una iniciativa mundial de sensibilización de modo que los ciudadanos en todos los países estén más alertas y sean conscientes del abuso y la explotación sexual de los niños y para que los impulsen a denunciar tal abuso o explotación a las autoridades competentes si lo ven, lo saben o sospechan».

«Un mundo nuevo»

Tal como se dijo durante los tres días de sesiones plenarias, talleres y foros de discusión que hubo en el Congreso, el Papa reconoció que en la era digital «vivimos en un mundo nuevo, que cuando éramos jóvenes ni siquiera podíamos imaginar». Si bien subrayó su costado fascinante y «maravilloso potencial», también advirtió de sus peligros «si se escapa de las manos» y no se pone bajo control.

Recordó, de hecho, que hoy los niños representan más de la cuarta parte de los más de tres mil millones de usuarios de Internet, lo que significa que más de 800 millones de chicos navegan por la red. «Sabemos que tan sólo en India, en los próximos dos años, más de 500 millones de personas tendrán acceso a la red, y la mitad de ellos serán menores. ¿Qué es lo que se encuentran en la red? ¿Y cómo son considerados por quienes, de tantas maneras, tienen poder sobre la red?», preguntó.

«Debemos tener los ojos abiertos y no ocultar una verdad que es desagradable y que no quisiéramos ver. Por otra parte, ¿no hemos entendido demasiado bien en estos años que ocultar la realidad del abuso sexual es un gravísimo error y fuente de tantos males?», siguió. «Entonces, miremos la realidad tal y como la han visto en estos días», dijo, al advertir que «en la red se están propagando fenómenos extremadamente peligrosos». Mencionó entonces «la difusión de imágenes pornográficas cada vez más extremas porque con la adicción se eleva el umbral de la estimulación; el creciente fenómeno del sexting entre chicos y chicas que utilizan las redes sociales; la intimidación que se da cada vez más en la red y representa una auténtica violencia moral y física contra la dignidad de los demás jóvenes; la sextortion; la captación a través de la red de menores con fines sexuales, que es ya un hecho del que hablan continuamente las noticias; hasta llegar a los crímenes más graves y estremecedores de la organización online del tráfico de personas, la prostitución, incluso de la preparación y la visión en directo de violaciones y violencia contra menores cometidos en otras partes del mundo».

Denunció, así, que «la red tiene su lado oscuro y regiones oscuras (la dark net) donde el mal consigue actuar y expandirse de manera siempre nueva y cada vez con más eficacia, extensión y capilaridad». «La antigua difusión de la pornografía a través de medios impresos era un fenómeno de pequeñas dimensiones comparado con lo que está sucediendo hoy en día, de una manera cada vez más creciente y rápida, a través de la red», afirmó.

Si bien aseguró que «ante todo esto ciertamente nos quedamos horrorizados» y «desorientados», el Papa aseguró que «no debemos dejarnos dominar por el miedo». «Estamos llamados en cambio a movilizarnos juntos, sabiendo que nos necesitamos mutuamente para buscar y encontrar el camino y las actitudes adecuadas que ayuden a dar respuestas eficaces», dijo. Para que esta movilización sea más eficaz, Francisco señaló tres posibles errores de perspectiva: primero, el de subestimarel daño que los fenómenos antes mencionados hacen a los menores. «Los avances en la neurobiología, la psicología, la psiquiatría, nos llevan a destacar el profundo impacto que las imágenes violentas y sexuales tienen en las dúctiles mentes de los niños, a reconocer los trastornos psicológicos que se manifiestan en el crecimiento, las situaciones y comportamientos adictivos, de auténtica esclavitud resultantes del abuso en el consumo de imágenes provocativas o violentas. Son trastornos que repercutirán fuertemente durante toda la vida de los niños actuales», subrayó.

«El segundo error es el de pensar que las soluciones técnicas automáticas, los filtros construidos en base a algoritmos cada vez más sofisticados para identificar y bloquear la difusión de imágenes abusivas y dañinas, son suficientes para hacer frente a los problemas», advirtió. «Ciertamente estas son medidas necesarias. Sin duda, las empresas que proporcionan a millones de personas redes sociales y dispositivos informáticos cada vez más potentes, capilares y veloces han de invertir en ello una parte proporcionalmente grande de sus numerosos ingresos. Pero también es necesario que, dentro de la dinámica misma del desarrollo técnico, sus actores y protagonistas perciban con mayor urgencia, en toda su amplitud y en sus diversas implicaciones, la fuerza de la exigencia ética», agregó.

Identificó el tercer error como «la visión ideológica y mítica de la red como un reino de libertad sin límites». Si bien reconoció que la red ha abierto un espacio nuevo y de gran alcance para la libre expresión y el intercambio de ideas e información, «ciertamente un bien», también destacó que ha ofrecido nuevos instrumentos «para actividades ilícitas horribles y, en el ámbito que nos ocupa, para el abuso y el daño a la dignidad de los menores, para la corrupción de sus mentes y la violencia a sus cuerpos». «Aquí no se trata de ejercicio de la libertad, sino de crímenes, contra los cuales debemos proceder con inteligencia y determinación, ampliando la cooperación entre los gobiernos y las fuerzas del orden a nivel global, en la misma medida en que la red se ha hecho global», afirmó.

Tras confirmar su apoyo a la «Declaración de Roma», el Papa concluyó que «se trata de despertar la conciencia sobre la gravedad de los problemas, de hacer leyes apropiadas, de controlar el desarrollo de la tecnología, de identificar a las víctimas y perseguir a los culpables de crímenes, de ayudar en su rehabilitación a los menores afectados, de colaborar con los educadores y las familias para que cumplan con su misión, de educar con creatividad a los jóvenes para que usen adecuadamente Internet -y sea saludable para ellos y para los demás menores-, de desarrollar la sensibilidad y la formación moral, de continuar con la investigación científica en todos los campos relacionados con este desafío».(Los Primeros)

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Posted by LA NACION on Friday, October 6, 2017