Merval: tensa disputa entre la codicia y el miedo

Qué dicen los principales indicadores del mercado bursátil y el desempeño particular de algunas acciones.

En los últimos meses, los precios de las principales acciones que componen el índice del Mercado de Valores de la Bolsa local han experimentado una suba considerable.

En los gráficos, editado desde el sitio Investing.com, puede observarse cómo en el último semestre, el valor del índice, medido en pesos, se ha triplicado. Desde un valor de 85.000 puntos en julio del 2022, se ha desplazado hasta 255.000 puntos en la actualidad.

Algunos papeles han tenido un desarrollo aún más espectacular. YPF, por ejemplo, en el lapso de tiempo mencionado, subió desde $1.000 hasta más de 4.000; Transportadora de Gas del Norte (TGNO), pasó de $100 a $400; y por último, a fin de no abrumar con los ejemplos, Grupo Financiero Galicia (GGAL), vio subir su precio desde $200 a $500 por acción.

Un semestre con carteras apalancadas
En el último medio año, algunos experimentados inversores, que supieron anticipar la suba mencionada anteriormente, con un nivel de apalancamiento elevado, basado en cauciones bursátiles y opciones de compra sobre los papeles que más subieron, han logrado multiplicar sus ahorros, en términos de dólar, en 15/20 veces.

Con un nivel de apalancamiento más moderado, propio de inversores menos propensos al riesgo y con los mismos instrumentos, se logró un rendimiento de 200% a 300 por ciento.

Durante enero último, el rendimiento fue 400% en el primer caso y 50% en el segundo, mientras que las acciones líderes “sólo”; aumentaron un 25 por ciento.

Luego de un desempeño tan notable, la mayoría de los analistas recomiendan cautela en el corto plazo y compras selectivas en el mediano-largo.

Los sentimientos más usuales de los inversores, que modelan su comportamiento, son la codicia y el miedo. Uno expresa el deseo de obtener ganancias y el otro el temor a sufrir pérdidas.

Si se revisa el panel de opciones de compra de los papeles más transados (YPF y GGAL), puede observarse que en el vencimiento más cercano (febrero) solo hay vendedores y en los vencimientos posteriores (abril y junio), todos son compradores.

Razones de la corrección que espera el mercado
Los principales drivers bajistas para el corto plazo son dos:

1) La suba reciente fue meteórica. La mayoría de los papeles muestra niveles de sobrecompra elevados, anticipando una necesaria corrección, que asegure la continuidad del ciclo alcista, mediante un cambio de manos de los paquetes accionarios; y

2) La proximidad del vencimiento de opciones (el 17/2), con un récord de bases abiertas, debido a la intensidad de la suba, augura una oferta considerable de acciones, por parte de muchos titulares de lotes, que no se encuentran en condiciones de financiar el ejercicio de estos.

Los motivos por los cuales la suba debería continuar:

En el Mercado de Valores más importante del mundo (Wall Street), el precio de las principales acciones es lo que más sube a lo largo del tiempo. Esto se explica porque las empresas que cotizan son representativas de las actividades más rentables de los EEUU y, ser propietario de una porción de su capital, permite participar de sus elevadas ganancias.

Por tal motivo, se observa una tendencia alcista secular en los precios de los títulos cotizantes y de los índices que los representan. El índice de Acciones Tecnológicas que se muestra es sólo un ejemplo de lo antedicho.

La suba no es continua, sino que alterna períodos prolongados de ascensos de precios con otros, de dimensiones más reducidas, de correcciones bajistas de los mismos. Es lo que en la terminología corriente suele denominarse como “serrucho alcista” que alterna dientes hacia arriba y hacia abajo, con predominio de los primeros. Estadísticamente, la Bolsa americana sube entre el 70% y el 80 % del tiempo y baja entre el 20%y el 30% restante.

La Bolsa argentina, mientras tanto, carece de la regularidad de su vecina del norte, teniendo un comportamiento menos tendencial y más cíclico, ligado a la volatilidad de las políticas macroeconómicas de los gobiernos que se alternan en el poder.

La ausencia de políticas de Estado, que fomenten la actividad productiva y el exceso de intervencionismo y derroche de recursos estatal, generan un vaivén de cotizaciones que hacen extremadamente difícil seguir, por parte de los inversores, una política de acumulación detenencias, que asegure una rentabilidad adecuada.

Muy por el contrario, el acierto en la tónica de corto-mediano plazo, es determinante de las ganancias que se pueden obtener con relativa certeza, sin incurrir en un nivel de riesgo elevado. En este marco, se observa una oportunidad de compra con notables expectativas de revalorización cada 10 o 15 años, aproximadamente.

Inversores experimentados, anuncian la presencia de uno de estos eventos excepcionales en la actualidad, con proyección de utilidades desproporcionadas para, como mínimo, los próximos doce meses. Las razones que se esgrimen para justificar la alta probabilidad de ocurrencia de este inusual acontecimiento son las siguientes:

  1. Precios viles;
  2. Trade electoral; y
  3. Panorama internacional favorable

Los precios de las empresas
Si bien el índice Merval, medido en dólares, “sólo” evidencia una baja del 60% respecto al máximo del gobierno de Mauricio Macri, muchas empresas exhiben un precio 80% por debajo del que alcanzaran a fines del 2017. Por tal motivo, para retornar al punto de partida, deberían multiplicar su precio (en dólares) por cinco.

Como nota adicional, debe destacarse que las empresas no son las mismas, sino que su estado, en la mayoría de los casos, es muy superior al que mostraban hace un lustro. Sus activos son más valiosos, su productividades son más altas y sus utilidades potenciales futuras, cuando se normalice el cuadro macroeconómico, son muy superiores a las de otrora.

No existe contrasentido entre la situación general del país y la calidad de las compañías cotizantes. Lo que se encuentra en crisis es el sector público, mientras que el productivo siguió operando con “normalidad”, haciendo músculo con las trabas y desequilibrios que generó (y genera) el gobierno (en sus tres niveles).

Si el próximo gobierno sólo normalizara las variables macro, sin reformas estructurales pro empresas, se debería retornar a niveles de inflación civilizados (10%/20% anual), con un riesgo país mucho más bajo (8%-10%) y retomar la senda de crecimiento moderado (2%-3% anual).

Como el precio de las empresas, es estimado por los inversores, calculando el valor actual de los flujos de fondos netos futuros, descontados con una tasa relacionada con el riesgo país, al aumentar las utilidades futuras y disminuir la tasa de descuento, debería producirse una revalorización muy importante, ya que el efecto se potenciaría significativamente.

De igual manera, deberían recobrar valor todos los activos reales, como casas, departamentos, campos, comercios, fábricas, etc., y la disminución de la inflación debería aumentar el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, potenciando la demanda de consumo.

El viento de cola

Renombrados analistas internacionales, auguran para el segundo semestre del año en curso, una disminución de las tasas de interés de los EEUU, con la consiguiente baja del precio del dólar y una fuerte suba del precio de los commodities (trigo, soja, petróleo, etc.) que produce nuestro país.

A esto, debe sumarse el potencial de Vaca Muerta, la minería, la industria del conocimiento, el turismo e incluso, la simpatía que genera el reciente triunfo en el mundial de fútbol, entre los potenciales inversores internacionales.

Con todo a favor, salir de la ruinosa política macro actual y retornar a la “normal” mediocridad debería considerarse como de muy probable ocurrencia.

En este escenario, un Merval de USD 2.000 contra USD 700 actuales, debería ser razonable.

Si se realizaran reformas estructurales que potencien el crecimiento de la economía, los números sería muchísimo más elevados, pero su estimación sólo tendría sentido en un hipotético futuro en el que este escenario sea, eventualmente, más probable.

¿Compro o no compro?: Para tomar una decisión fundamentada, será necesario distinguir entre valor y precio. Este último, se determina en cada momento, por el cruce de la oferta y la demanda durante las siete horas diarias de la rueda bursátil.

El valor de una empresa, mientras tanto, es subjetivo, y debe estimarlo cada inversor, en función de las utilidades que espera tenga, con el marco económico futuro esperado.

Deberá analizar cuál será el nivel de las tarifas que percibirán las empresas de servicios públicos que cotizan, el precio del petróleo y el gas, más el tipo de cambio, para las empresas energéticas, el volumen de crédito, para los bancos y la demanda final para las empresas industriales, entre otros muchos factores que influyen en la valoración.

Si el valor es más elevado que el precio al que la empresa cotiza en el mercado, la decisión no es demasiado compleja y debería actuarse con premura, ya que la relación riesgo-beneficio, en la mayoría de las empresas que hemos estudiado, alcanza dimensiones pocas veces vistas.

Como todos son vendedores en el corto y compradores en el largo, podría ser inteligente adoptar una actitud de inversor contraria; y aprovechar la hipotética corrección para posicionarse a un precio acomodado. Y luego, no soltar los papeles hasta que el panorama de suba se morigere y la vileza del precio actual de las compañías, devenga en un valor razonable para el potencial de un país como el nuestro, rico pero subadministrado.

Las carteras más agresivas deberían desapalancarse parcialmente, en el corto plazo y, a la espera de un panorama electoral más claro, estar atento para jugar fuerte y multiplicar el capital en cien o doscientas veces.

Aunque pueda parecer una fantasía, existe una fuente extraordinaria de riqueza al alcance de cualquiera que crea y se anime. Lo malo es que no cualquiera creerá y se animará.

Parafraseando a un conocido economista: “Si no te animás a comprar Argentina ahora, ponete un kiosco”. Un bull market de dimensiones épicas, podría estar ya en marcha.

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Jorge Bertolino

Economista