Senadora kirchnerista de Malargüe elogió al represor Menéndez

La senadora del PJ dijo que no le rindió homenaje a Menéndez y que sólo lo recibió en su despacho. Desconoció las denuncias por torturas y lo elogió por «parar la matanza» de soldados en Malvinas. «Hay un Menéndez bueno y otro malo», evaluó.

Se define como una persona de concepción optimista y muy positiva. De la mano de Celso Jaque, estuvo 16 años consecutivos en el Concejo Deliberante de Malargüe, antes de asumir recientemente como senadora por el Cuarto Distrito. Asegura que no militó en su juventud y que su compromiso social a través de la Iglesias fue lo que llevó al gobernador saliente a introducirla en la política, donde según ella trabaja desde el anonimato.

Con este perfil, la senadora Silvia Calvi (PJ) recibió al equipo de MDZ, después de la publicación «El pasado pisado: Calvi, la senadora K que recibió al represor Menéndez como un héroe». Efectivamente, la entrevistada no desmiente el encuentro con el ex gobernador de Malvinas, denunciado por torturar a los soldados argentinos que pelearon en los archipiélagos, pero sostiene: «La mitad de lo que contaron es verdad».

-¿Qué parte?

-Primero, yo no le rendí honores a (Mario Benjamín) Menéndez (primo de Luciano Benjamín Menéndez). En ese momento, yo estaba a cargo de la intendencia de Malargüe porque el intendente se había ausentado. Un día, yo estaba sentada en su sillón y llevaron a Menéndez mi despacho.

-¿Quiénes lo llevaron?

-En Malargüe hay una asociación que trabaja fuertemente por Malvinas, la familia Cárdenas, a quien el municipio siempre apoya. Al mismo tiempo, la iglesia católica está siempre pendiente de los temas de Malvinas. Y hay un empresario que se llama Javier Mihanovic muy comprometido con la Iglesia. Ellos lo llevaron a mi despacho, ya que eran los que habían invitado a Menéndez a Malargüe: los Cárdenas, un párroco y Mihanovic.

-Más allá de esto, ¿qué concepción tiene de Menéndez?

-Hay dos Menéndez. El que nos visitó era el ex gobernador de Malvinas, el que puso un parate a la guerra y dijo basta. “No me matan a un muchacho más», dijo. Realmente no estaba en concordancia con lo que le indicaban de arriba. Paró la guerra porque mataban a los muchachos. Precisamente, él fue a visitar Malargüe en el marco de las cuestiones que se hacían por Malvinas.

-¿Por qué lo recibió personalmente?

-¿Por qué no? Si va de la mano del párroco y de un empresario. Aparte él fue a conocer el edificio, nada más. Después subieron y como yo siempre dejo las puertas abiertas, lo recibí. No le hice ningún honor, sólo le serví un café y hablamos. A lo mejor hubiera hecho un acto oficial por mi forma de ser, por el hecho de que lo tomo como un ciudadano que me visita. Ésta soy yo.

-Más allá de nuestra nota, esto tuvo repercusión nacional en su momento.

-Cuando me recuerdan el hecho digo que ya lo aclaré, pero me acuerdo que me pusieron en la revista Veintitrés.  Ése es el mal gusto de los medios. No entienden que fue una charla amena, hablamos de hasta bueyes perdidos.

-¿Cómo recuerda a Menéndez?

-Un hombre bien, una persona calma, triste, muy preparada para charlar. Recuerdo que hablamos de lo bonito que es Malargüe y que él estaba deslumbrado por el pueblo.

-¿Usted sabía que existen denuncias por torturas en contra de Menéndez?

-¿Este Menéndez o el otro Menéndez? (retruca)

-Éste, el que fue gobernador de Malvinas. Los soldados lo denunciaron por torturar a los combatientes argentinos, a sus propios hombres.

-No lo sé yo, no. Fue, nos visitó, de la mano del párroco, del empresario y del responsable del programa Malvinas.

-Llama la atención que un partícipe de la Dictadura sea recibido en una intendencia.

-Puede ser, pero… mire… de última no sabía, pero no soy yo quien lo va a juzgar a este hombre. Usted no sabe lo bueno que fue hablar con él. A veces hay acusaciones sobre cuestiones que son controvertidas. También es acusada la iglesia de cuantas cosas. ¿Por qué prejuzgar tanto? ¿Él fue condenado por lo que me dice?

-Está pendiente la investigación de la Justicia.

-Bueno, está pendiente vio. Esto pasó en 2009, qué sé yo si va a ser culpable o no. No entiendo nada. Yo no tapo a nadie. No soy cómplice de nadie. No tengo nada que ocultar. Pregunten en Malargüe.

-¿Como Jaque? (risas)

-Lo desaprovechó la provincia a Jaque. Un hombre inteligente, prudente y de una moral increíble. Él no desaprovechó el momento y van a ver que lo recordarán por muchos años por todo lo que pudo hacer y por su comportamiento. Una personas totalmente capaz y respetable, Un verdadero amigo, consejero, líder natural.

La oportuna frase de la senadora, idéntica al spot de campaña del ex gobernador, da lugar a un análisis de las palabras vertidas por Calvi a mitad de la entrevista. En primer lugar, la malargüina plantea una dicotomía que reafirmará posteriormente: existe un Menéndez malo y uno bueno. En su contexto, ella se reunió con el «bueno», al que describe con calificativos positivos, mientras evita las denuncias de los soldados torturados y los períodicos escraches de ex combatientes.

Al mismo tiempo, en la primera parte del diálogo Calvi hace mención a un párroco que acompañó a Menéndez a su despacho. Hacia el final de la entrevista, revelará que se trató del polémico cura Ramiro Sáenz, señalado por organismos de Derechos Humanos por desconocer a los desaparecidos y por dictar clases «pro dictadura» en la escuela donde trabaja. Con él y el padre Pato (Jorge Pato Gómez fue el cura que dijo «violar la fe es 10 mil veces peor que la violación de una hija), la ex concejal mantiene una cercana relación.

-Volviendo a Menéndez, fue denunciado por los soldados.

-Todos tenemos miles de defectos. Si vuelve a ir, ¿usted cree que no lo volvería a recibir como ser humano? ¿Por qué no piensan ustedes (por los medios) que todos somos seres humanos? Tendrá que pagar su culpa en otro lugar, que no es en mi escritorio. Él fue a visitar Malargüe, quedó alumbrado por el pueblo.

-¿Cuál es su visión de la dictadura?

-Nefasta. La viví y lloré. Aún lo sigo haciendo. No perdí a nadie en ese momento, pero no lo superé nunca, mis hijos eran muy pequeños.

-¿Usted ya militaba en política?

-Jamás. Nunca milité, yo tengo mucha pertenencia a la Iglesia. Soy católica. Hace 16 años era coordinadora de la Catequesis de todo Malargüe y trabajaba por amor a Dios. Por ese trabajo social, por esa entrega, Jaque me invitó a incursionar en la política. Yo era independiente. Yo sí tengo un alma justicialista, un alma de la justicia social. Provengo de esos hogares justicialistas, pero nunca incursioné en política antes de ser concejal. Estuve lejos de eso. Y bueno, de allí pasé a ser concejal por cuatro mandatos.

-¿Quién era el miembro de la Iglesia que subió con Menéndez a la intendencia?

-El padre Ramiro.

-¿Ramiro Sáenz?

-Sí, el también salió hasta en la revista Veintitrés que le mencioné recién.

-¿Lo conoce personalmente?

-Sí. Un cura muy abierto, catedrático, muy intelectual, muy intelectual (subraya). Además, la iglesia está pegada al Concejo Deliberante y, por otra parte, yo sigo trabajando en la pastoral general, con los católicos, evangélicos, con todos.

-¿Qué pensó cuando Sáenz censuró a Bersuit Vergarabat, entre otras polémicas actitudes?

-Yo le he dicho que los deje expresarse. Yo hablo bien con el padre y le digo “usted también en su sermón dice cosas”. Cuando no me siento identificado con lo que dice, se lo digo en la cara.

-Me imagino que fue a ver su disertación “Cuba: mito y realidad”.

-No fui y se enojó. Estaba de viaje. Le dije que me regale una copia, pero me respondió que tengo que ir a escucharlo antes. Él va mucho a la intendencia, está todo bien, nos critica como vos a nosotros. Lo hacemos para mejorarnos.

-¿Al padre Pato (Jorge Gómez) le “tiró la oreja” después de lo que hizo?

-Hablo todo el tiempo con él. En realidad, fue desacertado lo que dijo. Primero le salio un exabrupto que tampoco estuvo atinado. Cuando vimos que subía al escenario (Gómez interrumpió la actuación de Coral Lutherieces en la Fiesta del Chivo) nos imaginábamos que se iba a prender en algún chiste porque tiene muy buen humor y hasta toca la guitarra. Después pidió perdón muchas veces, se arrepintió. Hay una buena relación donde asentimos y disentimos. (mdzol.com)