Carlos Soria, de espiar a los Kirchner a ganar con el apoyo de Cristina

La historia lo recordará como el peronista que cortó una larga hegemonía radical en Río Negro. El domingo 25 de septiembre de 2010, Carlos Soria se consagró gobernador de la provincia y se quedó con un territorio que había sido gobernado durante 28 años consecutivos por la UCR, convirtiéndose en el primer gobernador rionegrino justicialista desde la vuelta a la democracia en 1983.

Su militancia en el peronismo no estuvo exenta de polémica. Este abogado, que falleció hoy a los 62 años comenzó a militar en una unidad básica de General Roca. Con el paso de los años, se acercó a los cargos públicos y defendió todas las gestiones justicialistas desde el retorno de la democracia: fue menemista, duhaldista y kirchnerista.

Ex ministro de justicia y seguridad de la provincia de Buenos Aires, Soria fue nombrado por Eduardo Duhalde en octubre de 1999. Renunció dos meses después para asumir su banca en el Congreso.

Con De la Rúa fuera del Gobierno, Duhalde lo designó titular de la SIDE en 2002. Algunos meses después dejaría ese cargo para apostar a su máxima aspiración política: ser gobernador de Río Negro.

Primero perdió los comicios ante el radical K Miguel Saiz, pero se volvió a presentar al poco tiempo, esta vez para ganar la intendencia de General Roca.

En 2011 llegaría su hora para gobernar la provincia: resultó electo con una ventaja de 14 puntos. Apenas asumió se cruzó con algunos kirchneristas que le cuestionaron su pasado. «Verbitsky es un montonero trucho que vendió compañeros», dijo el gobernador electo luego de que el periodista ultrakirchnerista lo acusara de ser «un reciclado de ocasión».

Asumió su cargo el 10 de diciembre del año pasado, apenas unos días antes de su fallecimiento, tras ganar las elecciones de septiembre pasado en ese distrito con el 50 por ciento de los votos.

En su primera medida de gobierno, determinó el cese de los contratos de unos 4500 trabajadores estatales, en lo que se ecuadra como un gran ajuste impulsado por el gobernador Carlos Soria (Frente para la Victoria).

Esta medida fue la primera consecuencia de la sanción de la emergencia institucional, aprobada anteayer por la Legislatura, que incluye el pase a disponibilidad de los empleados estatales. El gobierno provincial intentó diluir el impacto por las 4500 notificaciones iniciales, al garantizar que unos 1800 que prestan servicios básicos especialmente en Salud Pública serán contratados nuevamente.
Cruce con Cristina y Néstor

Cuando Cristina Fernández era senadora en 2002, denunció al entonces titular de la SIDE, Carlos Soria, por haber ordenado presuntamente un minucioso seguimiento a Néstor Kirchner, quien se perfilaba seriamente como candidato a presidente.

«Alguien quiere que en lugar de discutir valores sociales toda la Argentina se ponga a discutir de seguridad, y no hay por qué regalarle el valor de orden a la derecha», había asegurado Cristina Kirchner.

«Cuando uno mira el instructivo de la SIDE se da cuenta de que todos estamos en libertad condicional», afirmó, al tiempo que dijo estar «muy preocupada por las distintas olas de delito y el aprovechamiento político de éstos».

Eduardo Duhalde, presidente por aquel entonces, relativizó la denuncia a través del secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández.

La denuncia penal, difundida por el diario Página 12, incluía el presunto instructivo que la SIDE había distribuido entre sus agentes para reunir información detallada sobre Cristina y Néstor Kirchner, por entonces gobernador de Santa Cruz. Entre las indicaciones, se ordenaba informar sobre «todo desplazamiento que realice el gobernador al interior provincial, o al resto del país, detallando día, hora y lugar del acto, funcionarios que lo acompañan desde Río Gallegos, funcionarios que lo reciban (si es posible determinarlo), agenda política, medio de desplazamiento elegido, lugar y tiempo de estadía y (de ser posible) tenor del mensaje que tenga preparado».

En aquel entonces, Aníbal Fernández ironizó sobre la veracidad de la denuncia: «Esto no pasa en ningún país del mundo. Es el típico concepto del barrio, del que manda a seguir a un tipo y lo pasa: no me van a decir a mí que le van a dar un instructivo por escrito para hacer una cosa de esas características cuando en este país la ley de Inteligencia claramente lo impide». (La Nación)