Pensando bajo la lluvia

Cada tanto parece que se hace necesario debatir conceptos que, de tan usados, parecen vaciados de contenido. Algunos son tan mal empleados que quedan revolcados en el fango de la confusión. Libertad puede ser uno de ellos. En la manifestación cacerolera del 13S, fue la palabra más pisoteada. En los nefastos noventa, el mandatario de entonces trituraba ‘patria’ con sus dientes mientras entregaba el país a las incontenibles fieras de la especulación financiera. En el día a día, exponentes de la política brindan definiciones de ‘democracia’ que parecen consignas extraídas de posters apolillados en un rincón del sótano. Que un apologista del neoliberalismo hable de democracia es un sinsentido, más aún cuando los pueblos se transforman en un coto de caza para sus apetencias. Una mañana lluviosa invita a la reflexión con peligro de extravío. Un punto de partida no garantiza uno de llegada. Pero al menos promete un interesante recorrido.
El calendario puede ayudar: 1800 jueves y 35 años. El primero, el número de rondas en la plaza y el segundo, los años de las abuelas. Madres y Abuelas, que también son madres, como centro de una historia que hubieran preferido no protagonizar. Mujeres comunes que fueron empujadas a transformar sus vidas comunes. Mujeres anónimas que se convierten en referencia. Un punto de partida que también es faro. Un camino que también es destino. Historias que conmueven. Hechos violentos que se relatan con paz. Mujeres que piensan sólo en la construcción, a pesar de que destruyeron sus vidas. Quizá por eso molesta el Nobel de la Paz para la Unión Europea. Más aún cuando su complicidad con los angurrientos del Mercado produce desolación en los pueblos que la integran. Un premio es el reconocimiento a una trayectoria y un estímulo para su continuidad. En este caso no es nada de eso. Más parece un soborno, o cuanto mucho una invitación, para el retorno de la cordura.
Cordura inexistente en el episodio de la Fragata Libertad. Carroñeros externos y también internos confluyeron en Ghana para dar un zarpazo a la Soberanía. Como quedaron afuera de la re-estructuración de la deuda, ahora quieren cobrar a fuerza de extorsión. Ya perdieron en Suiza cuando quisieron incautar nuestras reservas depositadas en el BRI. Legalmente, ya no son acreedores porque se negaron a negociar cuando debían hacerlo. Ahora son secuestradores y piden un rescate. La Presidenta tomó la decisión de evacuar a la tripulación y a los invitados internacionales. Quedará la nave con su capitán y cinco efectivos como rehenes de la piratería. Un juez de Ghana, obediente a sus superiores –los especuladores que forman parte de ATFA- negó el abastecimiento de combustible para la fragata. El Canciller Timerman lo denunciará en la ONU porque la razón está de nuestro lado. Detrás de todo esto están los fondos buitre, que insisten en volcar sobre nuestras espaldas la crisis del Norte. Y los carroñeros internos se regodean ante tanto salvajismo y tratan de responsabilizar por estos intentos saqueadores al Gobierno Nacional. Mientras tanto, las plumas obedientes declaran su amor incondicional al Imperio en empalagosas epístolas con forma de editorial.
Y la Unión Europea, que recibió el Premio Nobel de la Paz, no ha dicho nada respecto al tema. La obsecuencia a los poderes fácticos es más importante que el respeto al Derecho. Algo así puede percibirse en el affaire del Concejo de la Magistratura y el escandaloso nombramiento de jueces subrogantes. Todo para lograr que una corporación mediática pueda gambetear los alcances de una ley. El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, declaró ante quinientos colegas que “es un deber fundamental ser imparcial y no ceder ante ninguna de las presiones que quieran ejercer, vengan de poderes políticos o económicos. Si cedemos una vez, cedemos siempre”. De eso sabe mucho el juez Ricardo Recondo, quien ahora deberá someterse a un juicio político por desatender esos consejos que, aunque sabidos, llegan tarde. Este exponente de la mejor in-Justicia, operaba en beneficio del Multimedios –dicho con elegancia por efecto de la preciosa mañana gris y lluviosa- nombrando reemplazos en el juzgado donde queda pendiente una sentencia y, a la vez, frenando la designación de jueces naturales. El beneficio económico tal vez justifique el sacrificio ético y profesional, pero no sirve para la construcción de una Justicia en democracia.
Como tampoco sirve un Jefe de Policía que es cómplice en el delito. Hugo Tognoli, el policía en cuestión, se entregó el domingo por la noche después de estar 48 horas prófugo. Las denuncias son muchas y, de ser confirmadas, explicarían gran parte de los hechos de violencia que se presentan como ‘inseguridad’. Que un motociclista acribille al conductor de un auto a la luz del día o que dos coches se persigan a los balazos un sábado a la tarde en pleno centro de Rosario son indicios de que algo anda muy mal. Un empresario que recibe dos balazos en las piernas por proteger el contenido del maletín que portaba al salir de una florería un domingo a la mañana no es sólo un intento de robo. Algo valioso debía haber en ese maletín y algo oscuro debía pasar en esa florería. El ajuste de cuentas o choque entre bandas no alcanza como explicación, más aún si el que debe controlar está descontrolado. Santa Fe quedó en la mira y el modelo socialista, que parecía inmaculado para el estabilshment, ahora está manchado. La inseguridad no se combate con más policías, sino con mejores controles de la población civil. Y con mayor distribución del ingreso, de paso. Las fuerzas de seguridad no pueden autogobernarse y al delito hay que combatirlo, no institucionalizarlo. Binner, una de las esperanzas blancas para la alternancia, pierde algo más de su inexistente brillo.
Porque el ex gobernador ha dicho muchas veces que para garantizar el buen funcionamiento de la democracia, debe haber alternancia, lo que significa un enroque administrado de las fuerzas gobernantes. Un ratito cada uno o algo así. En eso, el Imperio Americano es muy ordenado: dos períodos de demócratas y dos de republicanos. Como si gobernar un país fuese un pacto entre caballeros y no la construcción de un proyecto. Y sin embargo, más de la mitad de la población estadounidense está fuera del sistema, la brecha entre ricos y pobres es monstruosa, la desprotección del ciudadano es inhumana, la marginalidad es enfermiza. Todo un modelo de democracia. Ni hablar de su política exterior. Para garantizar la paz desatan todas las guerras y para solucionar la pobreza en el mundo se apropian de todas sus riquezas. Pero para Binner, la alternancia es una virtud. Y por eso emprende una cruzada en contra de la re-re-elección que nadie ha planteado, aunque cada vez se hace más imperiosa. Un detalle curioso: la sociedad no cuestiona a los atornillados perpetuos cuando la decisión de su permanencia está en pocas manos pero sí lo hace cuando la elección está en manos del pueblo. Un miembro de la Corte puede ser presidente tantas veces como quieran sus colegas o un dirigente puede estar al frente de un sindicato durante décadas, siempre y cuando unos pocos así lo decidan. No hay límites para la voluntad de unos pocos. Sin embargo, el pueblo tiene límites inexplicables. “Estoy de acuerdo con que el poder del pueblo debe tener cierto marco –explica la politóloga belga Chantal Mouffe- pero uno no puede decir que países donde existe la posibilidad de la reelección indefinida, como Venezuela, sean menos democráticos que países sin esa posibilidad, como los europeos”. “Si uno pregunta en Europa qué es la democracia –prosigue- responden Estado de derecho, respeto de los derechos del hombre, separación de poderes, pero nadie va a hablar de soberanía popular y de igualdad”. Una democracia no es un acuerdo entre partidos ni la obediencia a los poderes fácticos. Una democracia es una construcción donde las madres pueden ver crecer a sus hijos y las abuelas puedan jugar con sus nietos; con policías y jueces que protegen a los ciudadanos y no a las mafias; donde un presidente respeta la voluntad de las mayorías y no las angurrias de la minoría. Dice Chantal Mouffe: “el criterio para saber si un país es democrático es si a la gente se le da la posibilidad de escoger, si tienen alternativas y no simplemente alternancia entre partidos distintos que, una vez en el poder, no hacen ninguna transformación fundamental”.

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Gustavo Rosa

Periodista, Licenciado en Letras. Docente de enseñanza media y terciaria. Autor del blog: http://www.apuntesdiscontinuos.blogspot.com/