Los inadaptados de siempre

La finalización del ciclo lectivo, para miles de educandos de nuestra ciudad, parece ser la puerta de entrada al paraíso de la inadaptación social y el exceso.

Hacemos referencia a la inadaptación, ya que ella se genera cuando la conducta de un individuo se aparta de las formas que dan posibilidad de vida personal y convivencia social armoniosa y constructiva para adoptar formas reñidas a estas.

La amplitud de este concepto permite abarcar en las mismas reacciones de toda suerte, desde las que implican un daño a la salud y a las organizaciones de la vida del propio sujeto hasta las que constituyen un ataque a las normas sociales.

Un síntoma de inadaptación es un desvanecimiento, un dolor o una claudicación física no originados por causa orgánica, como puede ser un comportamiento inmotivadamente agresivo, un alejamiento reiterado de la realidad –mencionadas casi siempre como distracciones de los escolares- o un acceso de angustia.

Para los psicólogos es de manual advertir que la concurrencia a la escuela pone, a veces, en evidencia que en esta época se manifiestan síntomas preexistentes no advertidos o desestimados en su justo valor, otras los agudiza o excepcionalmente los posibilita. A esta circunstancia se le agrega el calificativo “escolar” a la inadaptación.

Si clasificamos los síntomas de inadaptabilidad nos encontraremos, posiblemente, con problemas de conducta, trastornos en las relaciones sociales y hasta desviaciones de la personalidad, es decir trastornos físicos y psíquicos en el funcionamiento del organismo.

Si ahondamos más en la cuestión podremos señalar, desde lo teórico, que problema de conducta es todo riesgo de comportamiento que supone una infracción a las leyes o normas de convivencia del grupo social en que el niño vive. Es el grupo social que reacciona contra una conducta que lesiona sus intereses u opiniones.

La desviación de la personalidad, otro de los temas apuntados anteriormente, implica que el niño que en su desarrollo encuentra obstáculos insuperables, o que sufren experiencias muy traumatizantes, cesa de intentar hacer frente y vence esos obstáculos de modo normal y tiene ante las contingencias de la vida reacciones morbosas: se enferma, evade toda responsabilidad o procura solucionar sus problemas por medios muy distintos a lo que lo hacen individuos sanos.

La conducta agresiva como la manifestada en el Altar de la Patria local -aunque socialmente parezcan más perjudiciales- tiene menor importancia que las que denotan indiferencia, ensimismamiento, depresión y ansiedad.

Los padres y profesionales que conviven diariamente con los protagonistas del desquicio social que apuntamos, saben que es importante que la inadaptación sea detectada tan tempranamente como sea posible para que los especialistas escolares acuerden tratamientos que ataquen de frente a la desviación de la personalidad. La orientación racional de la vida del educando da la única posibilidad de mejoría. Si son producto de factores exógenos, el tratamiento sicoterapéutico, junto a la reeducación y los cambios de ambiente, dan los resultados más satisfactorios.

Quien esto escribe, apelando a trabajos de especialistas en psicología, se ve en la necesidad de remarcar que los inadaptados asumen condiciones intrínsecas –biológicas- y extrínsecas –ambientales- para caer en su patología, estando relacionadas las primeras con la normalidad mental, la deficiencia mental y la desarmonía psíquica; debiendo sumarse a la clasificación las condiciones deficientes y los conflictos mentales serios que acarrean enfermedades o desviaciones de la personalidad ,y por ende alteraciones de conductas y de adaptación , entre las que vale mencionar las neurosis y la psiconeurosis, entre otras.

Entre las condiciones extrínsecas se puede mencionar a todas las personas, cosas y fuerzas, de orden material y espiritual que existen alrededor del niño, que contribuyen a formar su personalidad y motivar su conducta. Cada una de estos elementos influyen de mil maneras y cada uno ejerce acción sobre la actividad, la formación del sus sentimientos y su carácter. Los conflictos intrafamiliares y de éstos con el niño aparecen en la primera fila como determinantes de problemas de conducta.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com