¿Hasta cuándo? Comerciante asesinado a balazos en barrio Bella Vista

Ayer al mediodía los vecinos del pasaje Miranda al 3300 (Crespo al 2200), en el barrio Bella Vista y a sólo cinco cuadras de la seccional 13ª, recibieron un golpe fatal. Los dueños de la distribuidora «Elpop» fueron víctimas de un aparente intento de asalto con la consecuencia menos esperada: Sebastián Mestre, de 35 años e hijo del dueño de la empresa, murió en el lugar tras recibir tres disparos, uno de ellos en el cráneo. Su padre, Juan Carlos, recibió un balazo en el abdomen y fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde le realizaron una cirugía y anoche estaba internado en estado reservado.

Lo que mantiene desorientado a los pesquisas que llegaron hasta el lugar es que en uno de los escritorios de la oficina se encontraron 50 mil pesos intactos, y en los fondos del local muchas cajas y bolsas de mercadería revueltas. «Es como si hubieran estado buscando algo, pero se fueron sin llevarse el dinero de la caja», dijo una fuente oficial.

La empresa está en pasaje Miranda 3361, una callecita de pocas cuadras, a metros del cruce de Crespo y La Paz. Las instalaciones fueron en un momento parte de una gran empresa y pese a que por fuera parece una gran estructura, «Elpop» funciona en un rectángulo de no más de 150 metros cuadrados en los que se almacenan bolsas de golosinas y snaks. La distribuidora abastece a kioscos y minimercados de la zona oeste de Rosario. El acceso a la misma es un portón de chapa y el espacio interno es reducido. A un costado se encuentra una oficina vidriada a la que se entra por una puerta lateral y en medio de todo el espacio, un escritorio de madera para atender pedidos junto al cual las bolsas y las cajas dejan un espacio reducido para moverse.

Entraron como clientes. Los ladrones llegaron en un Volkswagen Fox color azul, según dijeron algunos testigos, y habrían ingresado sin inconvenientes. Por como se presentó la escena el fiscal Florentino Malaponte, que interviene en la causa, pudo arriesgar una hipótesis de trabajo en la puerta del escenario criminal. «Aparentemente entraron y redujeron a todos los presentes. El cuerpo de Sebastián tenía marcas en las muñecas como si se hubiera liberado de precintos. Los maniataron y los dejaron al costado de un escritorio, sentados», dijo el fiscal.

Sin embargo, a Malaponte le llamó la atención que estaba «muy revuelta la parte trasera del negocio, donde estan las bolsas, pero el dinero, unos 50 mil pesos, se encontraba intacto en el escritorio». Lo que abre la posibilidad de que tuvieran un dato de que en algún lugar del depósito había más plata. El fiscal abundó: «Tal vez las víctimas se zafaron de las ataduras e intentaron resistir el robo y los ladrones dispararon. Ahora estamos monitoreando las cámaras de seguridad de la zona».

Tres balazos. Los tres tiros que recibió Sebastián no fueron mientras estaba maniatado o caído en el piso. Uno le ingresó por el costado lateral del cráneo y fue mortal, los otros dos los recibió en el abdomen y el tórax. En tanto a Juan Carlos le dispararon una vez al cuerpo, para así cubrir la retirada.

Después los ladrones se subieron al Volkswagen en el que habían llegado y salieron chirriando los neumáticos. Tan es así que la huella de una de las ruedas quedó estampada en el asfalto del pasaje Miranda.

Si bien todos los vecinos conocen a la familia Mestre, pocos fueron los que vieron algo o pudieron declarar. «No llamó la atención ni el auto ni nada. Los sábados vienen muchas camionetas a comprar y llevar mercadería y se sabe que la entrada de plata siempre es en efectivo. Yo escuché tres o cuatro tiros y pensé que eran cajones que se caían», dijo una vecina. Y otro hombre arriesgó que «pudo haber sido una batida, el que entró sabía que acá se contaba mucha plata».

La persona que auxilio a Sebastián y a su padre, y que estuvo en los primeros minutos con Juan Carlos, comentó que «estaba todo lleno de sangre. No sé como fue, Juan Carlos no me dijo», aseguró.

La familia Mestre vive a dos cuadras de donde funciona el comercio y sus vecinos estaban indignados. «Pedimos respeto a la prensa, estamos muy dolidos», comentaban. Todos en el barrio conocen a la familia desde siempre y ayer estaban indignados porque «la ambulancia tardó como 40 minutos y el 911 no atendía». Sebastián Mestre deja con su muerte dos hijos pequeños además de mucha bronca, impotencia y dolor entre los suyos.

(La Capital)