Cómo fue participación de Los Monos en cinco crímenes

Ayer sólo estuvo en el banquillo Ramón Machuca, a quien acusan de ordenar el ataque a tiros a la casa donde murió una nena de 14 años.

El juicio oral a la banda de Los Monos tuvo ayer un solo acusado: Ramón «Monchi Cantero» Machuca. Sentado con la única compañía de un custodio, comenzó a ser juzgado como autor intelectual del crimen de Lourdes Cantero, la chica de 14 años asesinada en una balacera a su casa del Barrio de la Carne. El joven procesado como uno de los jefes de la banda está implicado en esa muerte por haber sido escuchada desde su teléfono celular la orden «tirá a mansalva» al autor material de los disparos que nunca fue hallado.

En un agresivo alegato de apertura, los abogados de «Monchi» dijeron que su cliente fue implicado a raíz de una «persecución sin escrúpulos» del gobierno provincial que lo instaló como enemigo público. Luego, cuatro policías declararon sobre su actuación en el caso (ver aparte).

El juicio entró desde ayer en una segunda etapa donde se discutirán cinco homicidios atribuidos a miembros del núcleo duro de la banda de barrio Las Flores. El de Lourdes es el primero de esa lista a debatir en el Centro de Justicia Penal, donde por estos días Machuca quedó como único implicado. La imagen de «Monchi» solo, en el extremo de la larga fila de asientos vacíos, contrastó con la de jornadas anteriores en la que había una veintena de implicados en las audiencias.

Un tal «Gabi»

Sin parentesco con los acusados, Lourdes Cantero vivía al cuidado de sus hermanos en una casa de Conscripto Bernardi 6374, en zona sur. El padre los había abandonado y la madre murió en 2009. La noche del 14 de mayo de 2013 la chica miraba televisión con dos hermanos. En una pequeña casa ubicada en la parte trasera de la propiedad estaba Nicolás, otro hermano, con su pareja y su hija. A las 22 se escuchó el escape de una moto frente a la casa.

Enseguida sonaron varios disparos. Uno entró por la puerta de chapa y otros dos hicieron volar la cortina de una ventana, justo cuando Lourdes se levantaba para ir al baño. Uno de esos plomos 9 milímetros le dio en el pecho y murió minutos después de ser llevada por un vecino al Hospital Roque Sáenz Peña. Las sospechas de sus hermanos enseguida apuntaron a una venganza de una bandita de otros jóvenes del barrio contra Nicolás porque solía vender droga en la casa del fondo.

Pero el caso dio un giro al detectarse, mediante escuchas ordenadas por el juez Juan Carlos Vienna mientras investigaba a Los Monos, que se planeaba el ataque. La mayoría de los acusados de asociación ilícita fueron detenidos a fines de ese mismo mes, luego de que el 26 de mayo mataran a su jefe, Claudio «Pájaro» Cantero, y una violenta saga de cuatro asesinatos en revancha sacudiera a la ciudad.

Esas escuchas al celular de «Monchi» fueron contemporáneas al crimen de Lourdes pero se desgrabaron después. Se detectó así que el sábado 11 de mayo un tal «Gabi» se comunicó con Machuca para informarle que un búnker de drogas a su cargo tenía una «competencia» en el Barrio de La Carne por parte de otro quiosco que «está muy bien instalado» y era de «un pariente de «Culín», que anda en un Focus gris».

Habilitaciones

Machuca le pide entonces a «Gabi» que le precise la dirección y luego llama al sargento de la ex Drogas Peligrosas Juan Angel «Tiburón» Delmastro para saber si ese quiosco de Conscripto Bernardi 6374 estaba «habilitado» por la policía. Le aclara que estaba «cerca del suyo» y que lo mandaría «a cerrar».

El martes 14 el policía contesta: «Lo tienen habilitado pero no importa, dale tranquilo». Por eso Delmastro cumple una condena a 6 años y medio de prisión como partícipe.

A las 21.39 del miércoles 15, momentos antes del ataque, Machuca habla con «Gabi». Éste le pregunta si está de acuerdo con balear sólo el frente de la casa. «Está bien, dale a mansalva nomás y venite del Hernán a buscar la plata», contesta «Monchi». Por ésto, Machuca fue procesado como autor intelectual de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. El primer día del juicio el fiscal Gonzalo Fernández Bussy pidió para él una pena de 41 años de prisión por éste y otros delitos.

Sin escrúpulos

Los abogados Fausto Yrure y Carlos Edwards le contestaron al fiscal ayer. Yrure dijo que por una «persecución sin escrúpulos dirigida por el gobierno provincial» que demonizó a «Monchi» como a un «enemigo público» no se buscó al verdadero autor y se privó a los hermanos de Lourdes de conocer la verdad.

Dos hermanas mayores de la nena que estaban citadas para atestiguar ayer no acudieron al juicio. A pedido del defensor, por la tarde las fueron a buscar con la fuerza pública pero no las encontraron.

En la tesis de Yrure, Delmastro fue utilizado «simplemente como un medio, como un escalón para llegar a quien realmente le interesa a la política santafesina que es Ramón Machuca». El abogado atacó con énfasis la prueba clave: dijo que «bochornosamente este juicio va a ser una escucha». Y recordó que dos peritos de voz no pudieron determinar en estos diálogos que la voz perteneciera a Machuca. Sí determinaron de manera «contundente» que era de «Monchi» la voz detectada en otras charlas. Pero en este caso no lo pudieron precisar porque los audios eran inaptos técnicamente.

«No importó abandonar otra hipótesis e investigar a contrapelo de lo expresado por la familia de Lourdes Cantero en tres oportunidades», dijo Yrure sobre las alusiones iniciales de la familia, que atribuyó los disparos a una bandita del Barrio de La Carne liderada por un tal «Mayonesa». Una línea sobre la que los abogados volvieron reiteradamente al interrogar a los cuatro policías que se presentaron a declarar.

«La teoría del caso de la fiscalía se basa exclusivamente en esa escucha telefónica. Incluso la más significativa, la de «dale mansalva», en ningún momento puede ser atribuida a nuestro defendido», apuntó Edwards. Y cuestiono el rol a la vez de «autor» y «determinador» que le atribuyen a Machuca por considerar que se oponen entre sí.

El crimen de Lourdes Cantero ocurrió el 14 de mayo de 2013 y «Monchi» quedó vinculado por una discutida escucha. (La Capital)