Prevén que la tasa de la Fed subirá en 2019 y que afectará al financiamiento argentino

Por en encarecimiento de la deuda externa, el Gobierno buscará que el FMI cubra el fondeo faltante.

El Gobierno dio por terminada la corrida cambiaria la semana pasada luego de la combinación del anuncio de la titular del FMI, Christine Lagarde, en apoyo de la Argentina y tras la renovación de las Lebacs. Sin embargo, en el mercado advierten que la misma tasa de interés cuya suba detonó la corrida seguirá subiendo y no descartan nuevas turbulencias.

Por ejemplo, el director ejecutivo de la AmCham -la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina-, Alejandro Díaz, sostuvo este lunes que la reciente turbulencia cambiaria «se debió en parte a un factor externo, el crecimiento de las tasas americanas a 10 años, que están hoy en aproximadamente 3,1% y que probablemente sigan subiendo».

LPO pudo saber que en el Gobierno todavía no está cuantificada la potencial suba de esta tasa ni la magnitud del impacto que podría tener sobre la economía más allá de lo evidente: la restricción de liquidez apurará los plazos del gradualismo y esto puede traducirse en inflación más alta y en menor nivel de actividad.

«Nuestra estimación de hace tres o cuatro semanas, a partir de informes que teníamos de Estados Unidos, era que podía llegar a 3,42%, con lo cual ese es un factor que va a continuar y se expresa en lo que se llama flight to quality (vuelo a la calidad de los capitales)», dijo Díaz durante el encuentro en el que se celebra el centenario de la entidad en el país. El empresario afirmó además que la suba en el tipo de cambio y la volatilidad en ese mercado «demuestra una vulnerabilidad que el gobierno argentino tiene que trabajar».

Este diagnóstico es compartido por economistas locales quienes consideran la diferencia de este cimbronazo con otros previos que tuvo la economía argentina obedece a que, esta vez el flight to quality, tuvo su disparador en un elemento externo a la economía argentina, pero que su magnitud estuvo directamente relacionada con las dificultades históricas de la argentina: la dependencia de la estructura productiva de insumos importados y la necesidad de financiamiento del déficit fiscal.

Para el director de Epyca Consultores, Martín Kalos, la principal preocupación pasa por la duración de esta reversión de los flujos de capitales desde países emergentes. «El tema es cuánto puede durar este reflujo de capitales hacia Estados Unidos. En 1998 hubo un episodio similar que duró dos años y fue el disparador de la crisis de Turquía, de Rusia, de varios países del sudeste asiático. Si fuera tan extenso, estaríamos nuevamente ante un panorama mundial de menor liquidez para los emergentes».

«No hay cálculos de la magnitud del alza de la tasa del bono a 10 años por las siguientes alzas de las tasas de la Fed, pero lo que es claro es que restringe la disponibilidad de dólares y que la estructura productiva argentina requiere dólares no solo para afrontar intereses sino para producir, porque depende en buena medida de insumos importados, incluso si el coeficiente importaciones sobre PBI es relativamente bajo. Entonces si se bajan un poco las importaciones mediante una devaluación, impacta en la capacidad productiva y en la inflación y puede resultar en un escenario recesivo», explicó Kalos.

«La Fed tiene programadas dos subas más este año de la tasa de referencia en los Estados Unidos, no creo que llegue a darse una tercera, y por lo menos cuatro subas más el año que viene. Y si bien esto no se traduce linealmente en la tasa de interés del bono a 10 años, el sistema financiero y bancario en Estados Unidos está mucho más aceitado y las subas se trasladan con mayor velocidad al resto de la curva», agregó Kalos.

En efecto, luego de cuatro años con la tasa de interés en virtualmente cero, la Reserva Federal (Fed) subió de 0,25% a 0,5% su tasa de referencia en diciembre de 2015, otro cuarto de punto en diciembre de 2016 en 2017 hubo tres subas de cuarto punto hasta 1,5% y una última alza en marzo de este año. Mientras tanto, la tasa del bono del Tesoro estadounidense a 10 años se mantuvo en niveles históricamente bajos hasta agosto de 2017 -2,12% anual- cuando comenzó un ascenso empinado hasta el máximo de 3,12% el jueves pasado.

Cabe recordar que el pasado 25 de abril, cuando esta tasa cruzó la barrera del 3%, se dio en todo el mundo emergente una corrida cambiaria que repercutió particularmente fuerte en Argentina.

«Estamos expectantes de hasta dónde puede subir la tasa, pero es importante tener presente que viene de niveles históricamente bajos», subrayó Ramiro Castiñeira, economista en jefe de Econométrica.

«Argentina es un polvorín -por los elevados déficits gemelos- y si le acercás una chispa, lógicamente, explota. Esta vez la chispa vino de afuera, pero el polvorín es nuestro», sintetizó el economista que, a su vez, acotó el impacto de la corrida cambiaria sobre la economía real por el hecho de que «Como la lluvia de inversión extranjera directa no se vio, no somos una economía fuertemente apalancada, y entonces no hay muchos capitales para que se vayan».

Y si la tasa de interés de corto plazo subió un punto porcentual en los últimos 14 meses y la tasa a 10 años subió un punto en los últimos 10 meses, con al menos seis subas de tasas previstas por la Fed hasta diciembre de 2019, a Macri se le acabó el escenario de financiamiento barato.

«El flight to quality le puso en duda los montos y las tasas al gradualismo de Macri, ya que uno de sus cimientos era la disponibilidad de financiamiento. Por eso, el pedido al FMI. El Fondo viene a poner la diferencia entre lo que el Gobierno necesita para completar su programa y lo que el mercado estaría dispuesto a financiar y seguramente deba ponerle mayor velocidad al reordenamiento. Desde el punto de vista del inversor las dudas son lógicas: por un lado, el oficialismo no cumplió con sus propias metas macro -en materia de inflación en particular- y, por el otro, la oposición ni siquiera muestra comprende la magnitud del desequilibrio». (La Política Online)