Para evitar choques, el Gobierno congela la Ley de Educación Sexual

Los grupos que se enfrentaron por el aborto pujan por esa norma, pero el gobierno evalúa congelar su tratamiento.

Los pañuelos verdes y celestes, símbolos de la lucha a favor y en contra del aborto, siguieron flameando en las inmediaciones del Congreso después de frustrada la ley que lo volvía no punible, con la misión de promover otros proyectos y el peligro latente de dividir el país en un año electoral.

El temor llegó a la Casa Rosada, donde resisten debates legislativos que rocen valores o creencias como el de la ley de educación sexual integral, la ESI, que no se aprobaría el miércoles en Diputados pese a tener dictamen de comisión.

Hace un mes, el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, dijo que no necesita nuevas leyes para educar sobre sexo en los colegios y hasta los diputados que piensan lo contrario aceptarían posponer el debate y no alterar la ya complicada sesión del miércoles, que ni siquiera está confirmada.

Se trata de una divergencia interesante en la cúpula de Cambiemos porque en la Ciudad el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que pese a las resistencias impulsará la sanción de una ley espejo.

En su última reunión, el interbloque Cambiemos repasó un temario estimativo para la última sesión ordinaria del año -hasta marzo, sólo se debatirán temas que pida el presidente-, la educación sexual no estaba incluida y nadie la pidió. Poco antes, preocupado por la reacción en la calle ante el intempestivo dictamen, Finocchiaro había reunido en su despacho a diputados oficialistas verdes y celestes para pedirles buscar «puntos de encuentro» y no volver a dividirse.

Pero las conversaciones cruzadas nunca existieron, porque las promotoras de la ESI consideran que tal vez sea mejor negociar en conjunto con los senadores para no repetir errores.

«Preferimos esperar, tener presencia en las calles y consensuar con el Senado, para que no nos pase lo mismo que con el aborto», confesó a LPO una diputada verde que fue clave para aprobar la ley de IVE en junio y aún mastica bronca por el fracaso en la Cámara vecina dos meses después.

Claro que en estos temas nada está resuelto y en las últimas horas legisladores iniciaron una campaña en Twitter con el hashtag #ESImportante, síntoma de que puede aparecer alguna sorpresa de madrugada. Hubo posteos del aliado radical Martín Lousteau y la macrista Silvia Lospennato, a cargo de definir los temas de cada sesión con Emilio Monzó. Hace un año, en la última sesión ordinaria, alcanzó con un grupo de whatsapp para sancionar el cupo femenino.

Como relató LPO, el dictamen de la ESI se obtuvo en una sala dividida entre quienes habían apoyado el aborto legal y quienes no, que -de mínima- pedían leer un poco más la versión final del proyecto.

Con pancartas celestes, militantes «cristianos» se les encimaban bajo la arenga «con nuestros hijos no», que refería a la supuesta promoción de prácticas homosexuales o de masturbación. En realidad, el proyecto delega la creación de contenidos específicos en una futura comisión interdisciplinaria del Ministerio de Educación, pero exige respetar «las identidades de género y orientaciones sexuales», suficiente para abrir la polémica.

Igual que en el debate del aborto, las comunidades evangelistas dominaron la protesta callejera, con procesiones y «mini festivales» en la plaza del Congreso para insistir en que la «la ideología de género no tiene base científica» y exigir sin vueltas no legislar sobre educación sexual y ajustar la enseñanza al «ideario» de cada familia.

«Diputados, senadores; se los pido por favor, con mis hijos no te metas, a ellos los educo yo», se escuchó el jueves, a un minúsculo pero ruidoso grupo de militantes, con globos celestes y rosas. En un Congreso caótico como el de estos tiempos, nadie toma en serio el llamado a paños fríos de Finocchiaro.

«La ley sólo pretende que los chicos conozcan su cuerpo y sepan protegerlo. Los celestes están yendo a las escuelas de todo el país y viralizan mensajes por Whatsapp entre los padres», advierten sus rivales.

La principal referencia urbana de aquella gesta de junio fue la «Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito», un conglomerado de ONGs que camina el Congreso hace 15 años y este invierno vivió la gloria y la desazón en 50 días. Lospennato, Mónica Macha (FpV), Karina Banfi y Brenda Austin (UCR), Victoria Donda (Somos) son algunas de las diputadas que continúan yendo a sus reuniones y empezaron a pedir orden.

«Hay que admitir que se creció mucho y no se supo manejarlo. Necesitamos referentes, voceros y una estrategia de comunicación clara para no pisar en falso», confesó una de ellas a LPO.

El grupo no tiene liderazgos y en los pleitos internos suele hacerse escuchar Marta Alanis, de «Católicas por el derecho a decidir». En ese desconcierto resulta imposible recorrer el país junto a legisladores que luego deben votar y lo que es peor: ni siquiera identifican bien a sus enemigos.

«Nos enceguecimos con la Iglesia católica, pero la calle la mueven los evangelistas. Estamos investigando quiénes los financian, porque no todo el dinero puede surgir del diezmo», anticiparon desde ese sector a LPO.

La información que recaben les servirá además para defenderse de las denuncias celestes sobre supuestos aportes millonarios de Think Thank de Estados Unidos como Open Society del millonario George Soros o de International Planned Parenthood Federation (IPPF), una red de clínicas con sede en Londres.

Los evangelistas quedaron fortalecidos: agrupan al 13% del país y los potencia su capacidad de moverse en comunidad en una etapa de mucha fragmentación social.

Aunque lo disimulan, serían los principales beneficiados si prospera la campaña por la apostasía católica, promovida al calor de las discusiones sobre el aborto, porque la mayoría de sus fieles fueron bautizados por un sacerdote. «Andan con un pañuelo naranja escondido», bromeó ante LPO uno de sus socios en la campaña por «las dos vidas».

«Los evanjas», como los llaman sus compañeros de ruta, presentan candidatos en las elecciones, tienen un legislador en La Pampa, son capaces de llenar estadios en el norte y movilizar miles de fieles en ciudades grandes como Rosario, como reveló LPO. Un dato: en Brasil hicieron el mismo recorrido y en octubre le aportaron a Jair Bolsonaro los votos que le faltaba para ganar. Nunca les faltan recursos.

En contraposición, algunas verdes empezaron a notar que el Episcopado no es tan hostil como suponían, sólo que en un escenario de extrema radicalización no tienen otra opción que jugar fuerte y saben hacerlo.

En varios tramos del debate del aborto, como cuando llegó al Senado, hubo obispos que especularon con una versión de la ley que avale la despenalización; y recién se pronunciaron sobre la ESI con el dictamen aprobado y en un tono mucho más mesurado que sus primos de otros credos.

La agenda verde nunca se detuvo. Daniel Lipovetzky, diputado PRO y coordinador del debate del aborto, presentó un proyecto de ley para sancionar a los médicos que se rehúsen a interrumpir el embarazos en los casos en los que ya es legal, como violación, demencia o riesgo de vida.

Muchos se niegan por cuestiones de conciencia y en Tucumán impulsan una ley provincial para permitírselo, aun cuando un fallo de la Corte Suprema los obliga a intervenir. Lo cierto es que son muy pocas las provincias con un protocolo sanitario para responder a esa demanda.

La misma disyuntiva aparecerá en el debate por la ley de obstetricia, para regular la actividad de los profesionales encargados de supervisar la gestación.

Los operadores celestes nunca abandonaron los pasillos del Congreso, donde negocian una ley de adopción y otra sobre «maternidad vulnerable», que consiste en identificar y proteger «al niño por nacer», otro remake de la disputa por la interrupción legal del embarazo.

De hecho, ni bien se cayó la IVE, los senadores Federico Pinedo y Esteban Bullrich, macristas y celestes, firmaron un pedido de informe a Mauricio Macri para que detalle la totalidad de las «defunciones fetales, por año, a nivel nacional y por jurisdicción». Debería responder el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, a favor de la IVE.

En el Senado el festejo nunca terminó. Por gestión de la salteña María Fiore de Viñuales del Partido Renovador y aliada a Juan Manuel Urtubey, Unidad Provida, el combo de organizaciones anti abortistas, condecoró a los 38 senadores que votaron contra el aborto en un acto realizado en la Cámara alta y conducido por la ex vedette Gisela Barreto, ahora militante contra la educación sexual.

El 8 de noviembre, los radicales Olga Brizuela y Doria y Mario Fiad, victoriosos en la madrugada de agosto, recibieron en el Salón Arturo Illia a Jean-Marie Le Mene, presidente de la fundación que recuerda al médico genetista francés que identificó el origen del Síndrome de Down. Gabriela Michetti no pudo estar, pero envió su adhesión.

Y el lunes 12 hubo cumbre celeste en la cena de fin de año del Frente Joven, una activa ONG que logró hacer brindar en la misma mesa a los diputados de Cambiemos Alicia Fregonese (Entre Ríos), Cornelia Schmidt Liermann y Jorge Enríquez (CABA), José Núñez (Santa Fe), Eduardo Cáceres (San Juan); los massistas Marco Lavagna y Carla Pitiot (FR-CABA), Victoria Rosso (Compromiso Federal-San Luis), y Ana Llanos Massa (FPV-Chubut), entre otros.

Estaba invitado Nicolás Massot, jefe del bloque PRO, pero a último momento prefirió no ir para evitar rispideces con la Casa Rosada, donde aún retumban sus quejas por no frenar la ley de ESI antes de tratarse en Comisión y propiciar una grieta que también podría alterar el cierre de listas en junio.

En Cambiemos y en sectores del peronismo que votaron divididos hablan de intercalar las nóminas entre verdes y celestes, por si acaso. Y hasta Cristina Kirchner pidió olvidar la disputa para no alterar la creación de un frente opositor.

Con su rabieta, Massot intentó clausurar cualquier idea de retomar el debate del aborto en 2019, previo a la campaña presidencial, como especulan algunos diputados con mandato hasta 2021. Alcanza con que uno presente otro proyecto y empiecen los debates en comisiones. En la calle, nunca terminaron. (La Política On Line)