Cine. «La suerte en tus manos» del director Daniel Burman

Burman junto a Valeria Bertuccelli y Jorge Drexler, hablaron en Rosario sobre «La suerte en tus manos», filmada en la ciudad, a una semana de su estreno. Una trama de comedia y romance, más el trasfondo lúcido del cineasta.

«Estamos muy contentos de estar en Rosario, lugar que nos generó muy buenos recuerdos, una especie de déja vu feliz», señala el realizador Daniel Burman durante la conferencia de prensa de La suerte en tus manos. Junto con sus intérpretes principales – Valeria Bertuccelli y Jorge Drexler-  Burman repartió simpatía y agradecimientos durante la cita del jueves pasado, desde el mismo hotel y casino City Center que sirvieran de locación para su última película, de estreno previsto para el jueves 29 próximo.

«La suerte en tus manos es una comedia romántica en la cual, como en toda película de este tipo, hay un encuentro y un desencuentro. El encuentro se da en Rosario. Tenía que ser una ciudad ajena a los dos personajes, pero también un territorio común donde se sintieran cómodos. Además, y esto es muy importante, se trata de una ciudad donde quería filmar. Es decir, filmar es un hecho muy íntimo, aún cuando sea masivo; tenés que tener una conexión especial con el lugar. El casino y el río eran muy importantes para la historia, así como también la trova rosarina», introdujo Burman respecto del film.

Cuando Rosario/12 preguntó acerca de cuáles serían los matices novedosos o renovados que La suerte en tus manos ofrece respecto de la obra burmaniana, quien tomó la voz y eligió explicar ﷓con una claridad de palabras que se admira﷓ fue Jorge Drexler: «Si me hubieran dicho hace cinco años que iba a ser coprotagonista de una película suya me hubiese parecido un delirio, pero desde que leí el guión no pude decir que no. Allí uno ya veía cosas usuales al cine de Daniel. El no tiene perspectiva con lo que hace, como a todos los que nos preguntan algo sobre nuestro propio quehacer. Porque de todas las personas que tiene la especie humana, uno es el que tiene menos perspectiva sobre sí mismo. Además de entrar en un género que puede aparecer poco en sus películas, La suerte en tus manos está toda atravesada por las preguntas que se hace él (Burman) acerca de la vida. Va siendo una comedia romántica con el tono apropiado de las comedias, pero cruzado con cuestiones existenciales como qué significa la verdad, cuál es la función de la voluntad en la determinación del destino, qué es el azar, y cómo se manifiesta éste en las relaciones humanas. Es una comedia romántica tridimensional, para decirlo de alguna manera. No se queda en la anécdota de chico y chica que tienen un pasado en común y que cambian mucho para gustar uno al otro; toda la película tiene un contrapeso de otro contenido, de un trasfondo que le da otro tipo de consistencia».

Por su parte, Bertuccelli señaló que «Daniel es uno de los directores con quien tenía ganas de trabajar desde hace mucho, y pienso también en qué bueno que haya sido con esta película». «Cuando me mandaron el guión, lo leí y me encantó, ya sabía que Jorge iba a ser el protagonista y me encantaba la idea de trabajar con él, así como con Norma (Aleandro) y Luis (Brandoni). Me gustó todo, así como mi personaje. Por otro lado, me dio muchas ganas de hacer una comedia romántica. En general, a alguno le puede dar cierto pudor o prejuicio una comedia romántica, ya que se corre el riesgo de que sea pura purpurina, pero acá sabía que eso no iba a ocurrir. Está bueno que sea ahora, en este momento de su obra, donde Daniel hace una comedia, con un fondo muy sólido para los personajes. Eso es un placer. Nuestros personajes están tan atravesados por tantas cosas así como los otros personajes con los que se relacionan e interactúan. Son todos complejos, cada uno tiene algo por resolver. Daniel es un director que, sabía, no nos iba a dejar ‘estar ahí, a lo pavote’, sino que iba a haber mucho para buscar, para encontrar, para aportar. Fue una experiencia buenísima, me da pudor decirlo pero no debiera tenerlo, porque la pasé bien en todo sentido, trabajé con gente muy talentosa en cada área. Daniel es súper talentoso, no sólo por los temas de los que habla y cómo los habla sino por lo que le emociona. A uno lo emociona muchas veces ver qué es lo que al director lo tiene interesado, además me encontré con un director de actores, y no son muchos los que hay. Cambia mucho el trabajo de uno cuando te pueden dirigir al momento de actuar, cuando te pueden orientar y soltar la mano».

«Durante el rodaje – agrega Drexler – Daniel está en un estado lúdico: va y viene de aquí para allá, está realmente disfrutando. Me sentí muy identificado porque yo, cuando hago un disco y tengo un equipo de trabajo, disfruto también. El transmite un entusiasmo muy grande, delega muy bien, tiene sobre el equipo una autoridad que emana del entusiasmo, la autoridad más linda para mí. Se fija en detalles que vos nunca vez. Está mirando siempre al lado de donde estás mirando vos: hay una arruga en la mesa y es eso lo que le llamó la atención, así como cuando un gesto repentino de la mano sobre el pelo durante un beso pasa a ser lo que él quiere».

Respecto del póker y el casino como escenario, el cineasta comentó su interés por «la permanente inercia a rajarse que tenemos los hombres». «Enfrentar cualquier tipo de épica es mucho más fácil que administrar los dilemas de la vida cotidiana, por eso todo el mundo se raja a hacer algo. ¿A dónde se rajan los hombres que se rajan? El personaje está en un momento de su vida en el que construyó un montón de cosas, pero no está convencido de lo que es y no quiere decidir más, porque cuando uno decide siempre está la posibilidad del fracaso o el dolor. En el póker se da una paradoja muy interesante. Uno entra en una mesa de póker para desafiar el destino y el azar, pero en realidad uno entra en esa mesa porque hay mucho menos de azar que en la vida cotidiana. Te sentás en una mesa y lo único azaroso son las cartas que te vienen. Los buenos jugadores dicen que es banal qué cartas vienen, lo que importa es saber qué hacer con ellas. Por eso me pareció importante que este hombre raje a este lugar donde puede hacer un simulacro de su vida y creer que la está controlando».

«La película (dirá Drexler) me provocó escribir cosas, como estas décimas: Yo vi mirar a Daniel hacia dentro de las cosas/El plástico de la rosa, la textura del papel/La piel detrás de la piel que uno acostumbra ignorar/Un muñequito girar en un anaquel del Once/y comprendí sólo entonces lo que quería contar./Quizás la verdad sea eso, la muesca de una moneda/la arruga aquella que queda en el saco tras el beso/Apenas un contrapeso, un hueco de otra mentira/Un divorciado que mira los precios en el cartel/del minibar de un motel tímidamente y suspira.»

(Rosario/12)