Saqueos organizados y lecturas encontradas

Como siempre me seducen los análisis imprecisos que pululan por las redes sociales. Connotan, como las cartas de lectores del diario, esa rápida costumbre de opinar de cualquier cosa según las propias valoraciones que se hacen a la distancia. Sentados en una compu, mirando la realidad construida desde una pantalla.

Desde el comienzo de los robos organizados en Rosario, secundados por personas que aprovecharon “el momento”, la clase media que compraba a mansalva sus regalos navideños en los comercios del centro y shoppings, salió a pedir mano dura y la izquierda progresista, a denostar las maldades del sistema capitalista en que estamos inmersos.

En estas lecturas deben desprenderse varias cosas. La primera, que ninguno de esos análisis es por lo menos completo, porque obvian la información y desestiman los procesos. En Rosario, actuaron grupos sumamente organizados a los que, lamentablemente, se les unieron ciudadanos que intentaron sacar provecho.

Motos cruzaban las calles raudamente apuntando dónde, cómo y a quién. Camionetas llegaban para cargar la mercadería y jóvenes armados esperaban y custodiaban a los “saqueadores”. Testimonios que se acumulaban daban cuenta de misteriosos autos de gama media sin patente incitando saqueos que después cometían adolecentes. “Tienen armas y equipos de comunicaciones”, marcó dirigente de una organización social.

Los saqueos, que en especial tuvieron como blanco a pequeños autoservicios de barrio y a los supermercados “chinos”, se volvieron a replicar durante la jornada de ayer. Por la tarde hubo saqueos en Liniers al 4300 Garzón y Biedma, Rouillón y Seguí, y Sanguinetti al 4300; además intentos en varias zonas más, y tensión en toda la ciudad, incluidos súper grandes como el de San Martín y Ayolas y el de 27 de Febrero frente al Clemente Álvarez.

Existió un “modus operandi” para debilitar las acciones de comerciantes y policías, que consistió en distraer en un lado para atacar por el otro. Las bandas armadas se manejaron con total impunidad y a su propio antojo por los barrios rosarinos y según algunos vecinos, la propia fuerza de seguridad les abría las puertas o les hacía de “campana”.

Estas cuestiones sin dudas marcaron un saqueo que arrojó dos muertes y que deben investigarse rápidamente tal como lo apuntan los Organismos de Derechos Humanos. El accionar de la policía que el Ministro de Seguridad de la Provincia defendió a capa y espada, también debe ser motivo de investigación.
La clase media y media alta, debería en algún momento hacer un mea culpa, y ver que esos “negritos y delincuentes”, como les gusta llamarlos, son su propia creación, gracias a años y años de marginalidad y políticas exclusivas que apoyaron fervientemente en la dictadura y los 90.

La izquierda, en su análisis estructural, como siempre, pierde su contacto con la gente y solo aprovecha la contingencia desestimando políticas inclusivas. Leyendo la realidad como si estuviéramos en el 2001 y hablando solo de “desclasados”.

Y en ese punto, existe una controversia ideológica que se debe soslayar. Los índices de marginalidad, exclusión y pobreza han bajado notoriamente en los últimos diez años y los vecinos no salieron a robar comida. Querían lo que ofrece el sistema: televisores, bebidas, computadoras, celulares, etc. Esos jóvenes desclasados son hijos de padres que durante años fueron desocupados o víctimas del sistema político instalado para explotarlos y destruirlos sistemáticamente y que hoy encuentran en el narcotráfico una salida rápida a sus problemas.

En Rosario, esa terrible disputa entre bandas vinculadas al tráfico de drogas ya arrojó más de 150 muertos en un año y esta lectura, dentro del marco de lo que sucedió en la ciudad en los últimos días no puede ser simplemente arrojada al vacío de las vanidades que caen en declaraciones y comentarios que denotan lo poco que nos hacemos cargo.

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Eugenio Magliocca

Periodista. Realizador del Documental No somos Héroes, de pibes a veteranos