Un Newell’s desdibujado perdió con Tigre y se bajó de la punta

La Lepra cayó por 2 a 1 en Victoria y a tres fechas del final, dejó el torneo Inicial en manos de San Lorenzo. Lo ganaba con gol de Muñoz, pero Rusculleda y Gastón Díaz, de penal, lo revirtieron. Trezeguet erró desde los doce pasos con el pleito 1-1. Los de Berti olvidaron el triunfo y ya no dependen de sí mismos.

Cuando mereció ganar, no lo hizo. Y ahora, ante un modesto rival, extravió hasta los merecimientos. Newell’s volvió a fallar, esta vez no solo en el marcador sino también desde lo futbolístico, y a tres fechas del final del torneo Inicial, ya no depende de sí mismo. Con este 1-2 ante Tigre, el nuevo puntero se llama San Lorenzo. Pero no es lo único preocupante en las huestes del parque de la Independencia.

En la nochecita de Victoria, el Matador de Alegre le ganó al conjunto de Berti, que se puso arriba merced a una buena conquista de Fabián Muñoz, a los 19’ de aquel lejano primer tiempo en el que los rojinegros se parecieron al equipo de siempre. Pero el gol, contrariamente a lo pensado, pareció apaciguar los ímpetus ñubelistas. Y antes de que se fueran al descanso, el local empató.

La igualdad llegó a los 34’, producto de un remate externo del complicado Sebastián Rusculleda, un verdadero problema sin solución para la defensa rosarina. Y segundos antes del epílogo de esa etapa inicial, llegó el que sería un signo funesto para el futuro leproso en el partido: el penal que Díaz le regaló a Trezeguet, que este se encargó de dilapidar tirándola a las nubes. Al descanso fueron 1-1, pero con una mueca de fastidio del lado de Newell’s.

El complemento arrancó con la lesión de Tonso que provocó el ingreso del inexpresivo Isnaldo y un centro de Trezeguet que Muñoz cabeceó solo por arriba. Todo en un marco de paridad, con la Lepra sin la consistencia de siempre. Hasta que a los 17’, la desgracia: Casco quiso rechazar en el área, pero pateó una pierna rival. Y Delfino marcó un penal clarísimo que Gastón Díaz canjeó por gol. De repente, el otrora puntero estaba en desventaja y debía correr de atrás.

Y esa situación lo nubló. Ya no pudo hacer pesar su circulación, porque el núcleo gestacional de Newell’s no funcionaba y porque Tigre mordía como si fuera la final del mundo. Bernardi no estuvo preciso, Cáceres y Casco no se impusieron por las bandas y Trezeguet y Muñoz se juntaron en algunas oportunidades, pero nunca llegaron a poner en jaque la seguridad defensiva de un equipo concentrado en defender con dientes y uñas.

El final llegó casi sin sobresaltos para Javier García. Solo se apunta un tiro libre de Cruzado por arriba y un bloqueo en el área a Orzán, que antes del cierre se iría expulsado por juego brusco. Demasiado poco para un equipo que hasta hace algunas fechas lucía y no podía concretar. Pero que en esta aciaga noche de Victoria, ni siquiera se pareció al conjunto que supo ser.

(Rosario3)