Le robaron la camioneta a un juez cuando la guardaba en la cochera

Tres hombres armados abordaron a la víctima cuando se bajó del vehículo para abrir el portón de la playa de estacionamiento, el sábado a la noche en Riobamba al 1700.

Un juez de los Tribunales provinciales fue violentamente asaltado el sábado a la noche por tres hombres armados que le sustrajeron la camioneta cuando se aprestaba a guardarla en una cochera cercana a su casa del barrio del Abasto, ubicada a menos de una cuadra de la comisaría 5ª de Italia y Cerrito.

Según relató la víctima, uno de los delincuentes le apoyó el caño de un arma de fuego en la cabeza para obligarlo a que les entregara el vehículo y el magistrado no opuso resistencia.

Así, en cuestión de minutos los hampones se hicieron de la valiosa camioneta, aunque antes de que pudieran huir la víctima tuvo que explicarle a uno de ellos cómo debía hacer para poner en marcha el rodado, que cuenta con caja de cambios automática y al cierre de esta edición no había sido hallada.

Calle desierta. El atraco ocurrió el sábado, alrededor de las 21.20, cuando el juez Horacio Lincoln Allende llegaba a una playa de estacionamiento situada en Riobamba 1742 para guardar allí su camioneta Dodge Journey azul modelo 2012. El magistrado, que integra el Tribunal Colegiado de Responsabilidad Extracontractual Nº 6, ya había dejado a su familia en su casa, situada a unas cuadras de la cochera.

Según relató ayer a la mañana, Allende estacionó momentáneamente la camioneta en la vereda, ya que tenía que descender del vehículo para luego abrir el portón del estacionamiento situado frente a una clínica de radioterapia y a unos cincuenta metros de la seccional 5ª ubicada en la cuadra de Italia entre Cerrito y Riobamba.

Si bien no era muy tarde, el magistrado comentó que en ese momento no había nadie en la calle. Sin embargo, tres hombres armados al parecer estaban escondidos desde hacía unos minutos en algún lugar de la cuadra a la espera de que algún automovilista llegara al estacionamiento y quedara a merced de ellos.

De la nada. “Cuando terminé de abrir el portón me di vuelta y de golpe aparecieron tres hombres. Aparecieron de la nada porque no sé dónde habrían estado antes. Uno me agarró de atrás, con la mano izquierda me tomó del cuello. Me puso el caño de un revólver en la sien y me dijo «nos vamos a llevar el auto», relató el magistrado a un cronista de La Capital.

Allende quedó tan azorado como sorprendido ante la irrupción de los delincuentes. Enseguida, uno de los delincuentes voceó otra orden: “Dame la riñonera”. El magistrado tenía allí el carné de conducir, su DNI y algo de dinero en efectivo.

Instrucciones. Los tres delincuentes se mostraban tan apurados por concretar el atraco que la víctima tuvo que solicitarles que esperaran a que se pudiera sacar la pequeña cartera que le habían exigido.

Luego los ladrones preguntaron a la víctima dónde estaba el mando a control remoto para desactivar la alarma y el magistrado les respondió que también estaba en la riñonera. Entonces, con la situación controlada, uno de los hampones se colocó al volante de la camioneta e intentó poner marcha atrás con la intención de escapar en el vehículo. “El tipo me preguntó cómo se ponía la marcha atrás. Le dije que pusiera la palanca en la R. Evidentemente no sabía manejar con caja automática”, comentó el magistrado.

Con el robo prácticamente concretado uno de los delincuentes le ordenó al magistrado asaltado que se metiera en la playa de estacionamiento. Entonces Allende se dispuso a ingresar en el amplio predio de cocheras de techo de chapa. Fue en ese momento que el violento atraco alcanzaría su breve momento de mayor tensión.

“Pegale un tiro”. Según relató a este diario, el juez ingresaba en el playón cuando escuchó que uno de los hampones le gritaba a uno de sus cómplices una orden que para la víctima resultó estremecedora: “Pegale un tiro”. Sin embargo, por suerte para Allende, el ladrón no pulsó el gatillo del revólver que sostenía en una de sus manos. Resignado el magistrado pudo distinguir cómo los maleantes se marchaban con su camioneta tomando por Riobamba hacia el oeste, para terminar de esfumarse al doblar hacia el norte por Moreno.

Una vez que perdió de vista a los delincuentes Allende acudió a la seccional 5ª, ubicada a la vuelta de donde lo acababan de asaltar, para denunciar lo ocurrido. Según comentó, el magistrado no pudo ver con precisión los rostros de los maleantes ni tampoco pudo distinguir cómo estaban vestidos.

(La Capital)