Duendes se consagró por quinta vez consecutiva en el Regional del Litoral

Las excusas nunca fueron bienvenidas en la casa del Fantasma, que puso el pecho siempre, aún en las paradas más difíciles como la que afrontó en la final del Nacional de Clubes.

El líder sudafricano Nelson Mandela solía decir que «la mayor gloria no es nunca caer, sino levantarse siempre». Ese concepto bien puede aplicársele a este Duendes desde ayer pentacampeón del torneo Regional del Litoral, un equipo que este año sufrió varios reveses pero que, pese a transitar momentos adversos, nunca perdió su norte.

Las excusas nunca fueron bienvenidas en la casa del Fantasma, que puso el pecho siempre, aún en las paradas más difíciles como la que afrontó en la final del Nacional de Clubes, un partido donde jugó con siete titulares menos y apenas perdió por un punto.

El año comenzó de una manera atípica, con una competencia de alto nivel como lo es el Nacional. Si bien el objetivo era llegar a la final, el gusto amargo de caer en el partido decisivo no pudo sacárselo rápidamente. Aún así, la gente reconoció el gran esfuerzo del equipo, diezmado por las lesiones.

Con la herida aún abierta comenzó con la defensa del título en el Regional del Litoral. El 10 de mayo, con un equipo nuevo, cayó ante Old Resian (que venía del ascenso) en el Grantfield por 28-26, un resultado que le indicó que el año iba a ser complicado, y de hecho lo fue. Ante el tricolor no fue la única caída. También perdió con Logaritmo en su propia cancha y con Universitario las dos veces que se enfrentó: en la primera fase y en la zona campeonato. De todas algo sacó, algo aprendió. No obstante siempre estuvo en carrera.

Más allá de que el panorama que se le presentaba no era el ideal, la mayor deuda que tuvo era la interna ya que no lograba desarrollar su juego. Había perdido sorpresa y explosión, que era donde sacaba los mayores réditos.

La primera fase la pasó sin problemas y se metió en el grupo de los ocho, donde las lesiones y las convocatorias seguían poniéndole obstáculos. Pero los fantasmas son así. Parece que están muertos pero cuando menos se lo esperan, resucitan.

Mientras iba recuperando parte importante de la tropa, una fecha antes de terminar la segunda fase clasificó al Final Four, junto a Jockey Club y Crai. En la última fecha perdió con Universitario en el último suspiro del partido y por eso ocupó el tercer lugar en la tabla. Poco importaba ya que en la definición, si quería retener la corona, tenía que ganar todos los partidos.

Y fue en la instancia más importante donde Duendes apareció en toda su dimensión. Fueron tres finales fueron distintas pero en cada una de ellas, el verdinegro supo sacar la diferencia suficiente como para poder gritar campeón.

La primera final, ante Crai, fue un partido muy duro. Los santafesinos habían tenido un gran año y se metieron en las finales después de mucho tiempo. Fue un hueso duro de roer y la final más difícil en cuanto a los números. En la capital provincial el verdinegro arrancó bien pero Crai demostró que por algo había llegado allí. Fue palo a palo y pudo definirlo sobre la hora, atacando bien y defendiendo mejor.

Ante Jockey empezó a lustrar su chapa de candidato, cuando tras un primer tiempo que prácticamente lo vio pasar mostró en el segundo que estaba para grandes cosas borrando a su rival de la cancha. El 19-10 desfavorable lo transformó en un inobjetable 25-19 que lo puso de cara al título.

Y con la tranquilidad de saber que dependía de sí mismo encaró el partido de ayer ante Universitario, sabiendo que los académicos son en estas instancias muy peligrosos y tienen un corazón muy grande. Para ser campeón debía ganar. Y Duendes apareció en toda su magnitud, con toda mística, jugó un partido sin errores, ganó por goleada y dio, merecidamente la vuelta olímpica. Conseguir un campeonato es difícil. Cinco al hilo, mucho más. Y Duendes lo hizo. Con paciencia, ambición, pero fundamentalmente con mucho mucho corazón.

(La Capital)