350 nuevos policías patrullan siete zonas de Rosario

Los nuevos efectivos caminan por La Cerámica, Villa Moreno, La Bombacha, el cuadrante al sur de Eva Perón y Wilde, barrio Azcuénaga, bulevar Oroño y la avenida Pellegrini. Se trata de la Policía de Acción Táctica.

Sobre los 500 nuevos efectivos que se sumaron hace un mes para estrenar en la provincia la flamante Policía de Acción Táctica, 350 ya caminan las calles de Rosario. Hasta ahora, en al menos siete sectores: La Cerámica, Villa Moreno, La Bombacha (noroeste de Fisherton), el cuadrante al sur de Eva Perón y Wilde, barrio Azcuénaga, bulevar Oroño y la avenida Pellegrini.

Patrullan de a tres, conectados por handy y radio al 911, que puede darles apoyo con el Comando Radioeléctrico o disponer de ellos para intervenir en un despliegue puntual. Son una fuerza disuasiva, pacificadora de territorios «complejos» y entrenada para hacer uso de una «violencia gradual».

Ellos mismos cuentan que en ciertos barrios son bienvenidos: la gente los saluda y hasta se fotografía con ellos. En otros no la pasan nada bien, al punto de recibir ladrillazos hasta de «nenes así de chiquitos».

Los jóvenes agentes, flamantes egresados de la escuela de cadetes, son una nueva oferta del Plan de Seguridad Democrática. Conviven con el orgullo de saberse necesitados y la sensación de carencia ya clásica en toda la policía. Con el agravante de que una buena parte de ellos no son de Rosario y ni siquiera conocen la ciudad.

La Policía de Acción Táctica -que concentra a los Bomberos Zapadores, la Guardia de Seguridad Rural Los Pumas, la Unidad de Explosivos, la Unidad Canina, Buzos Tácticos y la Brigada Aérea Policial- va respondiendo a un proceso de incorporación gradual en el marco de lo que el gobierno provincial bautizó como Plan de Seguridad Democrática.

En los hechos, el primer desembarco de esa fuerza especial implicó 350 nuevos agentes para Rosario y otros 150 para Santa Fe. Todos recién egresados del Instituto de Seguridad Pública (ex escuela de cadetes), a los que en diciembre se les sumará una segunda promoción, lo que promete llevar el número de integrantes de la fuerza a unos mil en toda la provincia y 750 sólo en la ciudad.

Persuasivos y pacificadores. El subsecretario de Seguridad y responsable del ministerio para el Nodo Rosario, Gustavo Zignago, contó ayer que a la primera promoción en incorporarse a esas filas «se la capacitó durante dos meses con una terminalidad de fuerza especial» y «orientación táctica» para actuar sobre «territorios o zonas geográficas acotadas y complicadas».

Se trata de una fuerza «persuasiva», «pacificadora» y con capacidad para «estabilizar los niveles de seguridad en el espacio público» y retirarse en el corto plazo. Sus objetivos son más puntuales y «lo más usual es que realicen patrullajes diferentes de los que la ciudadanía está acostumbrada a ver», explicó el funcionario.

Concretamente, caminan de a tres (en forma de cuña o cuña invertida), lo que les da «fortaleza como dispositivo» en sectores bien cuadriculados de la ciudad, comunicados por handy con sus «controladores» (superiores) y por radio con el 911.

De allí, graficó, que esa misma central pueda disponer de los agentes para una intervención puntual y, a la vez, brindarles «apoyo estratégico» a través del Comando Radioeléctrico en caso de que sean los efectivos quienes lo soliciten.

Zignago se encargó de destacar que el formato de la Policía de Acción Táctica atiende también un requerimiento generalizado en los tiempos que corren: que se vea mayor «presencia» de efectivos en las calles como «resguardo del espacio público».

Foráneos. La mayoría de los que hoy patrullan de a tres las calles rosarinas, dijeron, provienen de otras localidades, muchas veces lejanas y sobre todo del norte provincial. «No tenemos ni idea de cómo es Rosario», se sinceraron.

Como sus ingresos apenas llegan a 8 mil pesos, conviven en pensiones y hacen compras colectivas para que el dinero les permita destinar parte de lo que ganan a sus familias, con frecuencia muy humildes.

Entre las mujeres, contaron, hay muchas con hijos pequeños que quedaron al cuidado de parientes o allegados y a los que, si los turnos se lo permiten, logran ver unas pocas horas por semana.

«Un jefe nos dijo que tenemos que olvidarnos de las familias, pero si vinimos acá es justamente por nuestros hijos», explicaron dos de las chicas, para pedir que les «arreglen los horarios» de modo de permitirles viajar (a veces, hasta 12 horas) y regresar a tiempo para cumplir con los turnos rotativos, seis días a la semana.

Las quejas incluyeron varios clásicos de la «familia policial»: el tema del uniforme, que ellos mismos se compran («todavía estamos pagando el de gala que nos obligaron a comprar en el instituto, incluyendo zapatos, que usamos apenas dos horas»); los chalecos antibala (que aseguran «apestan» de olor a transpiración porque, como son pocos, se comparten sin tregua) y las armas («la mitad no está en condiciones porque tienen 30 años, vinieron oxidadas o tienen fallas»).

Para llevar sólo un mes en la calle como «fuerza especial», los reclamos sonaron demasiado comunes.

Especial

«Este es un cuerpo de preparación para la disuasión, con una capacitación especial y una práctica de intervenciones especialmente urbanas, y una orientación a trabajar en los barrios con mayor grado de conflicto y de violencia», sostuvo el día del lanzamiento de la PAT el ministro de Seguridad de la provincia, Raúl Lamberto.

Imagen ilustrativa

(Sin Mordaza)