El diluvio no detuvo las campañas electorales

Tan solo seis días de tregua dio la naturaleza para volver a descargar su furia aleccionadora sobre quienes no paran de agredirla; de todas las maneras destructivas que la insensatez humana imagine. A ningún animal silvestre se le ocurriría destruir su hábitat. A nosotros, los seres racionales, sí.

Por segunda vez el cielo se vino abajo con precipitaciones que cayeron con la intensidad de una hidro lavadora celestial; fenómeno que – como la sensación térmica- ya es informado por los meteorólogos junto con el registro pluviométrico.

Causa tanto daño la inconmensurable cantidad de agua como la potencia con que se precipita. 100- 200 milímetros en horas, cuando en otras épocas se distribuían en días. 600-700 milímetros acumulados en días, cuando lo usual es que llovieran en meses. Algo «raro» está ocurriendo en el cielo.

Mientras, aquí abajo mientras cientos de ciudadanos en esta capital y localidades de una amplia región contemplaban angustiados como el agua ingresaba en sus casas y sus desolados espíritus (sin contar las miles de hectáreas productivas literalmente bajo agua) algunos políticos en plena cosecha electoral cargaban y descargaban responsabilidades, jugando a la ruleta rusa frente a impávidos ciudadanos con sus ánimos destrozados.

Es verdad que se hizo bastante en esta capital desde la última contingencia magnífica del 2007 para pasar de 25.000 evacuados a 500 (o los que hayan sido); pero no deja de ser cierto que aquellas obras imprescindibles para seguir atemperando semejante cambio climático, por las razones que fueren, aún no se hicieron. Fueron postergadas por otras prioridades políticas que lejos está en nosotros cuestionar.

Lo mismo podríamos decir de la región donde la furia del agua buscando los declives naturales inundó todo a su paso.

Las agendas de campaña deberán readecuarse inmediatamente a tono con el cambio climático.

De la misma manera que la ancestral sentencia impone «no hay que jugar con fuego» (porque quema), hoy podríamos decirle a los políticos, sobremanera a los candidatos, que no jueguen con el agua. Podría llegar a no ser bendita para sus aspiraciones.

Campaña express

Quedan tan solo seis semanas de campaña electoral (si no vuelve a llover a raudales) y hay que aprovecharlas al máximo. Aunque parezca hereje salir a pedir el voto en zonas flageladas por los anegamientos, esa ciudadanía atribulada tendrá que elegir a quienes querrá que los gobierne por los próximos cuatro años. Si por desgano o bronca no lo hacen el 19 de abril y el 14 de junio, otros lo harán por ellos.

Tal como anticipábamos cuando comenzaba a vislumbrarse el año electoral hace casi un año y algunos enconados políticos locales hacían fintas caudillescas intentando dar señales de emancipación política, al final algunos terminaron peregrinando hacia la Gran Buenos Aires para ofrendar sus orgullos ante el altar del irradiante poder porteño.

Básicamente los candidatos santafesinos del peronismo enrolado en el Frente Justicialista para la Victoria, el Frente Renovador y los independentistas del Pro, que tienen casa central en Capital Federal, no pudieron escapar a los designios de sus líderes por la sencilla razón que Santa Fe será un apasionante «test macht» de la gran elección nacional.

Scioli, Massa y Macri no desconocen la trascendencia electoral de la Provincia de Santa Fe. Un triunfo; o en definitiva el lugar a ocupar en el podio el 14 de junio por los pilotos locales de aquellas grandes escuderías nacionales les permitirá afinar sus posteriores campañas nacionales de agosto y octubre

Macri, Del Sel y el pase del año: el Lole

Mauricio Macri bajará toda su artillería a Santa Fe para apoyar a su delfín Miguel Del Sel, ahora con el inestimable pase de escudería (como en sus mejores épocas en la Fórmula Uno) de Carlos Reutemann, quien cambió el team PJ por el equipo Pro, para desconsuelo de muchos peronistas que aún no terminan de asumirlo. «Hay que sacar al socialismo del poder como sea», los conforta el «Lole», quien precavido como nadie, seguirá atento a las encuestas.

Claro, en política no todo es tan lineal como en el automovilismo. A Reutemann se le cruzan en la pista junto al Pro los radicales que aspiran a alinearse con el jefe de gobierno porteño para «volver al poder» como señaló hace un tiempo atrás (con fallido intento de desmentida de paso por esta capital) el titular del radicalismo nacional Ernesto Sanz; hoy vigoroso impulsor del acuerdo con el sello amarillo.

Del Sel, en sintonía anticipatoria eligió un compañero de fórmula radical: Jorge Boasso, que cortó de cuajo las negociaciones con sectores del peronismo. Aunque al decir del diputado Raúl Fernández (Pro) el senador Raúl Gramajo del Departamento 9 de Julio prefirió ir con una lista distrital «para poder apoyar a Miguel del Sel». Gramajo ubicó a su hijo como primer candidato a concejal en Tostado del aspirante a intendente del Pro Miguel Rosales.

Reutemann le avisó subliminalmente a Macri el viernes en Expoagro lo que le espera con los futuros socios: «creo que los radicales van a ir con una lista de pedidos. Hay que ver si Mauricio se las acepta (…) puestos en un eventual gobierno. Me imagino que van a picar alto. La vara se la van a poner alta».

Y por si no bastara con el ambicioso radicalismo, también se pegó al jefe de gobierno porteño la demoledora Elisa Carrió, con quien Reutemann dice que «tiene buena relación», y de paso le consiguió trabajo: «le vendría como anillo al dedo una función en la administración de control de Justicia».

Para darle una mano expresa a Del Sel, el «Lole» visitó la muestra rural Expoagro junto al candidato santafesino y Mauricio Macri, y según el diputado del Pro Raúl Fernández se despidieron con un «chau Gobernador (de Reutemann a Del Sel) y «chau Vicepresidente» (de Del Sel al Lole).

Entusiasmado Fernández dijo que se dio «la foto soñada»: Del Sel junto a Reutemann, de quien dijo que «colaborará en la campaña».

De paso, la decisión del socialista Hermes Binner de abandonar la pelea presidencial, no para ser candidato a senador nacional por Santa Fe, sino para respaldar a Miguel Lifschitz junto al Gobernador Bonfatti, y la determinación de Reutemann de apoyar a Del Sel podría subir al ring el «combate del siglo», ya no con los «pesos pesados» Binner-Reutemann; sino a través de sus challenger: Lifschitz – Del Sel.

Otra vez los radicales en debate

Allegados a Mario Barletta dejaron en claro (luego de algunas consideraciones en nuestro escrito del sábado pasado) que el precandidato a Gobernador y presidente de la UCR santafesina no adscribe al acuerdo con el Pro que impulsarían muchos de los 22 delegados santafesinos que viajarán el venidero sábado 14 hacia Gualeguaychú, sede de la Convención nacional radical que seguramente abrirá las compuertas para «ampliar el marco de alianzas para garantizar la recuperación de las instituciones republicanas, sobre la base de acuerdos programáticos y de gobernabilidad».

«Estamos divididos por pensamientos diferentes; no hay una posición inequívoca», definió el diputado provincial Santiago Mascheroni quien personalmente se inclina por no incorporar al Pro dentro del «marco de alianzas» futuras de la UCR. Su par de bancada Darío Boscarol, por el contrario, impulsa el acuerdo UCR-PRO (ya materializado en la vecina Entre Ríos).

El radicalismo se debate entre quienes, como Sanz y Aguad, bregan por el acercamiento electoral con Macri. Otro sector está más cerca de Massa, argumentando que el radicalismo siempre estuvo en el «campo popular» que comparte con el peronismo.

Y finalmente los que quieren mantener la identidad partidaria y sólo admiten una alianza de centroizquierda con el socialismo y otros socios menores.

El inevitable acuerdo entre Macri y los radicales seguramente se meterá de lleno en la campaña santafesina polarizándola entre Miguel Lifschitz y Miguel del Sel (con sus respectivos padrinos Binner-Bonfatti y Reutemann).

Perotti, Barletta, Buzzi, Martínez y los demás tendrán que esforzar su imaginación proselitista para ser atraídos por aquel poderoso campo magnético.

Inimaginable escenario político para un sinuoso devenir político nacional que, sumado al castigo climático, provoca extrañas sensaciones de turbación en la población.