La vuelta de la política y el legado de Néstor Kirchner

La década de los 90 marcó una forma de hacer política, y se caracterizó entre otras cosas, por la retirada de la política. ¿Cómo? ¿La política se había retirado? ¿Dónde?. Se había retirado del espacio público, se replegaba puertas adentro de nuestras casas, casi como en un sueño schumpeteriano, la política se refugiaba en las vidas privadas.

Ese vaciamiento del espacio público posibilitó una transformación regresiva, que rompió el tejido social y además abrió paso a lo que poco tiempo después conocimos como el desguace del estado argentino. A la par de ello, y en el camino de su retirada, la política se subordinaba a la economía y a distintos intereses corporativos, cubiertos en el imaginario por ciertos dogmas neoliberales muy en boga en esa época  y que todavía hoy solemos escuchar.

La llegada de Kirchner a la arena pública marca un quiebre en ese sentido; rápidamente pasa de una escasa cantidad de votos, a un restablecimiento contundente de la autoridad presidencial. Pilares de ello fueron algunos de los ejes de su gestión: política internacional latinoamericanista, recuperación del rol activo del estado, defensa de los DDHH, recambio de la corte suprema, recuperación del mercado interno y el empleo, políticas sociales activas y no represión de las movilizaciones sociales.

Pero mas allá de sus aciertos y errores, coherencias y contradicciones internas, queda en claro que la política está de vuelta, que se inserta nuevamente y con potencia en el espacio público, retoma las riendas y toma la posta frente a los procesos económicos y los designios del mercado. La política se vuelve a concebir como una herramienta de cambio social.

La gran movilización que se produjo durante su velatorio es prueba de ello, más aún si tomamos como indicador la cantidad de jóvenes o los sectores populares que fueron la plaza. O bien si observamos la forma en que se produjeron esas manifestaciones de afecto, con llantos y lágrimas. Este resurgimiento de la política se ve en el interés que hoy despierta charlar, debatir o participar de cuestiones públicas.

Quizá la forma frontal, audaz y confrontativa del ex presidente de concebir la política sedujo a muchos sectores que se habían alejado desilucionados de la política; que se encontraban cansados de los formalismos, del accionar encorsetado y protocolar, que escondía mas bien intereses ajenos que propios.

Hoy la política está de vuelta, parece más cercana, el espacio público se volvió a llenar de sentido político y ese, quizá sea el mayor legado de Néstor Kirchner.