El sistema oculto del nuevo orden global

Un gran porcentaje de la opinión pública mundial da por sentado que gobiernos de Europa, angloamericanos y sudamericanos están comprometidos en una franca actitud de enfrentamiento con el terrorismo de todo tipo, contra la violación de los derechos humanos y la amenaza de una hecatombe nuclear.

Sin embargo, en muchos casos, los enunciados como democracia, libertad, justicia, paz, diálogo y apertura, entre otros, se contraponen con conceptos circunstanciales del que se denomina “el nuevo orden global”, que pareciera ser el elemento que juega como un gendarme de un estado de derecho no natural.

Analistas políticos coinciden en que las raíces profundas ocultas del nuevo orden enunciado se remontan a los tiempos de Prescott Bush –abuelo de George W. Bush- en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, quien asumió conceptos de la logia de Skull & Bones, organización que defendió a ultranza los intereses de la supremacía elitista estadounidense.

La sociedad que nos ocupa fue fundada en 1832 por dos miembros de Phi Beta Kappa, William Huntington Russell y Alphonso Taft. La primera clase o Cohorte Calavera se formó el curso siguiente, 1832-1833 y no admitió miembros femeninos hasta el año 1992.

La sociedad recluta a sus nuevos aspirantes entre los estudiantes que se encuentran en el año previo a su graduación. Por reputación, Los calaveras captaban a los capitanes de los equipos de fútbol americano y remo, así como a los notables del Yale Daily News y la Yale Lit.

En la Orden, a cada «Cohorte» de quince miembros se le hacía un retrato. Siempre posaban del mismo modo, con huesos humanos y un viejo reloj en el fondo marcando las 8 de la tarde.
Mucha gente cree que la comunidad de miembros se ha mantenido totalmente secreta, sin embargo, la lista de cada año está registrada en los archivos de la universidad de Yale, los cuales cubren los años 1833-1985, con algunos años adicionales.

Las principales familias de Skull & Bones también son conocidas porque en 1985 una fuente anónima proporcionó las listas al investigador y escritor británico Antony Sutton.

Los datos filtrados en 1985 se mantuvieron en privado durante 15 años por el temor de Sutton a que las páginas pudieran permitir identificar al miembro que las filtró.

Finalmente se reformateó la información como apéndice en el libro, Fleshing out Skull and Bones -desenmascarando a los Skull and Bones-, una compilación editada por Kris Millegan, publicada en 2003.

No es el objetivo de esta columna profundizar en la logia que irónicamente construyó, en teoría la alquimia estratégica del Primer Mundo “para el bien de la humanidad” , pero que, en definitiva, sirvió para generar una red angloamericana, así como la mayoría de las organizaciones de inteligencia oficiales y para- oficiales, organizaciones diplomáticas secretas y de espionaje que se aliaron a sectas y a teóricos de la estrategia como Liddell-Hart, historiador militar inglés, autor de ocho máximas que fueron utilizadas en la guerra acorazada del siglo XX.

Los axiomas pueden ser reducidos a los siguientes conceptos: Ajuste su fin a sus medios; conserve su objeto siempre en mente; mientras adapta su plan a las circunstancias, elija el curso de menor expectativa; aproveche la línea de menor resistencia; tome una línea de operación que ofrezca objetivos alternativos; procure que los planes y las disposiciones sean flexibles y adaptables a las circunstancias,; no arroje su peso de un solo golpe cuando su antagonista esté en guardia y no renueve su ataque a lo largo de la misma línea una vez que este haya fallado.

Las máximas expuestas forman parte de una alquimia plena de estrategia donde las leyes y axiomas de la moral, del entorno militar y de las relaciones internacionales –generalmente-parecen transmutarse para alcanzar fines de alta política.

Lo explicitado, vale aclararlo, es utilizado para operar en la guerra para conseguir la paz en condiciones ventajosas, mientras, paralelamente, los diplomáticos hacen lo suyo sirviéndose de la guerra psicológica para configurar la paz y para hacer, paralelamente, realidad sus ambiciones.

El Proyecto Ultra

Averell Harriman, organizador de la Smith Richarson Foundation participó en el “Proyecto Ultra”, una organización fantasma de la CIA para experimentar operaciones de guerra psicológica en la que el objetivo máximo era lograr la esclavitud mental del enemigo y, paralelamente, colaboró en la financiación de los testeos de drogas –según trascendidos-, en el Hospital Bridgewater de Massachussetts, en la década de los 50, en las que se abusó del uso del ácido lisérgico (LSD).

R.M. Bissell, director de un instituto neuropsiquiátrico de la Hartford Retreat for the Insane, víctima de un tratamiento de manipulación mental, fundó la Sociedad de Connecticut para la Higiene Mental, una institución dedicada casi de lleno a combatir los estragos de los perjuicios enfocados a temer a los discapacitados mentales, la obsesión contra una política asistencial igualitaria, el desprecio a los débiles y todo lo que no reflejase ni implicase el “estético y consumidor estilo de vida norteamericano”, anglosajón y solvente.

Los pejuicios mencionados forjaron el proyecto de Skull y Bones sobre esclavitud mental que cimentó la ingeniería cultural de la CIA de la década del 50.

Muchas figuras influyentes han formado parte de Skull & Bones y también ha habido familias influyentes que han tenido a menudo múltiples miembros a través de sucesivas generaciones.

Entre sus componentes se encontraría John Kerry, quien se postuló a presidente de Estados Unidos en 2004 y el el actual Secretario de Estado norteamericano.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com