Los infrahumanos festivales de Boknal y Yulín

En el mismo instante en que inicio este párrafo se está celebrando en Corea del Sur el festival de Boknal.

El mismo consiste, -aunque quien sigue esta columna piense que es una historia cruel de ciencia ficción-, en torturar y cocinar vivos a miles de perros y gatos, bajo el lema «A mayor dolor mejor sabor».

El inhumano festival se extiende por 21 días, lapso en el que desalmados asesinan a unos 2.000.000 de perros y gatos.

En Yulin, China, el 21 de junio se celebró también el “Festival de Yulin”, con una duración de diez días, oportunidad en la que se aplicó la misma modalidad, con la diferencia que en esa ciudad la mayoría de los perros son robados, mientras que en Corea del Sur son criados en granjas. La finalidad de esa «práctica»: enfriar el cuerpo en los días de calor…

Estos infrahumanos «festivales» no sólo atentan, evidentemente, contra la vida de animales que desde hace milenios son considerados amigos del hombre.

Es evidente que si en Corea del Sur y en Yulin hay seres que están dispuestos a descargar su inconmensurable violencia y maltrato a un animal, qué se puede esperar respecto de su trato con otro de su misma especie.
Los países del mundo consideran a los animales sujetos de derecho y la mayoría de los países latinoamericanos han incorporado tal concepción en sus cartas magnas.

Europa y Estados Unidos también lo han hecho y la Liga de las Naciones primero y la UNESCO y la ONU después, suscribieron la Declaración Universal de los Derechos del Animal, que define y detalla los derechos que le corresponden en su calidad de seres vivos que sienten y sufren.

Felizmente no todos los chinos piensan igual. Más de nueve millones de ciudadanos de la República Popular China se han manifestado en contra del Festival de Yulin y han peticionado a su presidente el cese del mismo, incluso a través de proyectos de ley. Otro tanto solicitan los ciudadanos y activistas de Corea del Sur.

“A estas alturas de la civilización no se puede admitir ese tipo de conductas criminales camufladas de «tradiciones». También fue tradición el circo romano y la hoguera. Esperamos que los gobernantes de China y Corea del Sur así lo entiendan y pongan fin a este biocidio”.[1]

[1] Débora Ayache. Escritora, autora de “Ni su madre lo quería”. Activista por los derechos de los animales.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com