El Patón inició un ciclo para dejar su huella al frente de la selección argentina

Edgardo Bauza asumió como técnico de la selección nacional con el sueño de campeón y usó una frase bien futbolera para calificar cómo lo vive: «Vamos a dejar la vida»

Edgardo Bauza se puso oficialmente la pilcha de la selección. Con la ropa azul de entrenador de las tres tiras blancas, inconfundible, y el escudo de la AFA del lado del corazón, pisó por primera vez el predio de Ezeiza que lo tendrá de habitué. Se mostró feliz, confiado, seguro. Tanto, que se imagina campeón. Como debe ser para alguien que no quiere estar de paso, que agarró el desafío en el mejor momento de su carrera, aunque no coincida con el que vive el fútbol argentino. Pero su deseo de cumplir este sueño es tal, que está dispuesto a enfrentar todas las dificultades que ese contexto le pondrá en el camino, justo a él, que si algo siempre ponderó, o por lo que siempre bregó, fue la organización de los clubes en que dirigió. Como un espejo de lo que pretende de sus equipos: ordenados, equilibrados. Fue avalado desde todos los sectores, nadie discutió que era el mejor candidato entre todos los disponibles. Será su primer roce con la abilceleste desde el Mundial 90 que lo vio subcampeón con los cortos. No sabe si tendrá a Messi o no. Pero empezó pisando fuerte, para dejar huella, con la serenidad y convicción que lo llevó a decir: «Vamos a dejar la vida». El ciclo del Patón.
A las 16 estaba pactada su presentación. Unos minutos más tarde apareció por la sala de conferencia de prensa con una sonrisa indisimulable. A su lado, el conductor oficial de la AFA, Armando Pérez, no era menos y con alegría lo anunció como el director técnico de la selección nacional, su primera gran decisión desde que asumió la Comisión Normalizadora. A su lado, dos de sus 4 integrantes participaron de la ceremonia: la abogada Carolina Cristinziano, esposa del ex jugador canalla Gonzalo Belloso, actual director de Desarrollo de la Conmebol, y Javier Medín. De fondo, sobre una pantalla gigante, la inscripción «Bienvenido Patón», con su rostro y la bandera argentina, presidía la escena. Sobre ella también fueron desfilando imágenes de Bauza en la selección en sus dos etapas, junto al Pichi Escudero con la vieja camiseta canalla con Zanella en el medio, un entrenamiento con Maradona adelante, el festejo copero con San Lorenzo y otras. Y, la frutilla del postre, fue el obsequio de la camiseta número 5 del Mundial 90.
Todo eso fue el prólogo de Bauza en el sillón que hasta hace poco usaba Gerardo Martino, símbolos del fútbol rosarino si los hay. De paso, ratificó que hablará con el Tata, a quien defendió diciendo que «es una locura pensar en la palabra fracaso cuando se juega una final». Y disputó dos seguidas. «Es muy valioso todo lo que vivió».
Y como en la vida hay que ser agradecido, el Patón dijo antes que nada que «a Armando Pérez le agradecí la confianza», que promete devolverla con una frase bien futbolera: «Vamos a dejar la vida».
Está claro que tocó el cielo con las manos. Y que todo ciclo nuevo renueva las expectativas. De ellas habló, con los pies sobre la tierra pero soñando en grande, porque «si no pienso que puedo salir campeón, no me dedico más al fútbol». Deslizando asimismo que el tiempo es poco, como realmente lo es; que no tiene aún a Leonel Messi ni sabe si lo va a tener (ver aparte). Por eso, también dejó en claro que hasta ayer fue el tiempo de las palabras, de la gran novedad que fue su nombre en la designación, pero que desde hoy será el del trabajo, el que más le gusta pero en una forma en que nunca lo hizo: podrá elegir a piacere de entre muchísimos nombres a los 22 que saldrán a la cancha, ante Uruguay primero (en Mendoza, el 1/9) y Venezuela después (Mérida, 6/9), pero tendrá muy pocos entrenamientos para que asimilen su estilo. Es lo que hay y para eso ya perfiló su primera idea: «Vamos a tratar de aprovechar el momento de varios jugadores» y a los «de experiencia». Nada más lógico. También dejó claro que no regalará convocatorias, porque para él que la vivió de adentro, «esta camiseta pesa».
A partir de ahora las entrevistas serán más espaciadas. «Nunca hablé de plata» cuando lo eligieron, porque «lo importante es estar acá». Lo mueve la gloria a conquistar empujado por todos argentinos. Se puso en camino. (La Capital)