Horror en Mar del Plata: Violan y asesinan a una chica de 16 años

Fueron detenidos dos hombres, de 41 y 23 años, que llevaron a la víctima, ya sin vida, a una sala de primeros auxilios luego de lavarla y de vestirla; «Fue una agresión sexual inhumana», afirmó la fiscal

La llevaron ya sin vida hasta la sala de salud del barrio Playa Serena. El médico de guardia intentó, pero no pudo reanimarla. A los primeros indicios de una muerte por sobredosis los demolió la autopsia: a Lucía Pérez, de 16 años, sí la habían obligado a consumir cocaína en exceso, y en ese estado de indefensión la sometieron a un brutal abuso por vía vaginal y anal, con lesiones internas provocadas por empalamiento. Dos hombres, de 41 y 23 años, ambos señalados también como vendedores de droga, fueron detenidos, acusados por la violación y el asesinato de la chica.

La perversión no se limitó a lo sexual: antes de pedir ayuda médica los autores del hecho habían lavado y vestido el cuerpo sin descuidar prenda alguna, incluida la ropa interior, con lo que lograron que las graves lesiones genitales quedaran disimuladas al menos hasta la intervención del forense

Marta y Guillermo Pérez, padres de la víctima, fueron terminantes. «Que los culpables de la muerte de Lucía no salgan nunca más de la cárcel. Que sean otro Robledo Puch», plantearon, en su reclamo de condenas a prisión perpetua «sin beneficio alguno».

Los padres de Lucía apuntan a una de sus compañeras de curso, a la que señalan de ser «la entregadora». «Sabemos que Farías [uno de los detenidos] le decía a ella que le acercara chicas para que le compren droga», denunció el padre, que pidió que esa chica sea citada a declarar.

Los dos imputados por violación seguida de muerte y homicidio criminis causae habrían sido identificados por fuentes policiales como Juan Pablo Offidani, de 41 años, hijo de un reconocido escribano local, y Matías Farías, de 23. Este último sería quien había trabado algún tipo de relación sentimental reciente con Lucía y, además, quien llevó a la chica a la sala de guardia cuando vio que se moría.

La violación y posterior crimen se consumó entre la mañana y las primeras horas de la tarde del sábado último. A partir de los testimonios de las amigas de la víctima, los investigadores habrían determinado que la adolescente se encontró temprano con Farías y que juntos fueron hasta una propiedad en Racedo al 4800, en Playa Serena, situado 20 minutos al sur del centro de esta ciudad, donde los habría estado esperando Offidani. Según fuentes policiales, en el allanamiento de esa casa los investigadores encontraron restos de droga y elementos para su fraccionamiento.

A las 15, y en un Fiat Strada, llegaron ambos con la menor, moribunda, hasta el centro sanitario de Playa Serena. A cargo estaba el director de Salud de la comuna, Pablo De la Colina, que cubría un turno vacante. «Intentamos reanimarla durante 40 minutos, pero había llegado muerta», dijo. Y confirmó que Farías fue quien contó que la chica había consumido drogas. «Hasta que se desplomó», le dijo. Lo repitió en la comisaría local.

De la Colina remarcó que el cadáver no tenía magullones ni cortes. Y que no relevó zonas íntimas para no entorpecer la posterior intervención de los forenses que, horas después, advirtieron no sólo la violación sino desgarramientos internos.

«Le introdujeron un objeto romo por vía anal que derivó en un reflejo vagal y en un paro cardiorrespiratorio», afirmó la fiscal.

A partir de los testimonios y las pruebas acumuladas, la fiscal abonó la sospecha de que Farías habría tenido participación directa y que Offidani sería al menos partícipe en el intento de ocultar el homicidio. Explicó que ambos bañaron y vistieron el cuerpo para que el caso sea confundido con una muerte por sobredosis. «Era esa la presunción hasta que se conoció el resultado de autopsia», reconoció Sánchez.

¿Un tercer participante?

Con esa confirmación pidió la captura de Offidani y Farías. Primero secuestraron la camioneta Fiat, en la que incautaron medio kilo de cocaína y marihuana. Es el mismo vehículo que días antes habían visto merodear por la Escuela de Enseñanza Media N°3, a la que concurría Lucía. Luego dieron con ellos cuando, según detallaron los investigadores, vendían droga en la calle. Los investigadores pidieron una serie de peritajes genéticos para determinar si hubo un tercer participante en el homicidio.

Los padres de Lucía anticipaban que era imposible que ella muriera por sobredosis porque no era consumidora. Afirman que ella no tenía vida nocturna y que ni siquiera iba a bailar. «La única salida fue conmigo, cuando viajamos a Tandil a ver el recital del Indio Solari», dijo a LA NACION Guillermo, su padre. En la causa ya hay testimonios que dan cuenta de la presencia de Farías en cercanías de escuelas. (La Nación)