Los índices delictuales de la provincia marcan una leve tendencia a la baja

El 1º de marzo, el presidente de la Nación habló de la baja del delito en Rosario, aunque los números no son para festejar.

El 1º de marzo pasado, al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, el presidente Mauricio Macri soltó una frase que impactó en la audiencia y en los dirigentes políticos santafesinos: «Enviamos fuerzas federales a gran parte del país y gracias a eso en Rosario, por ejemplo, disminuimos un 20 % la tasa de homicidios y un 30 % la de robos calificados». Mientras la traductora al lenguaje de señas gesticulaba los símbolos de muertes y robos, el gobernador Miguel Lifschitz, presente entre sus pares en el recinto del Congreso y enfocado por los planos de cámaras pautados, miraba al presidente calculando el impacto de la frase en la provincia y casi sorprendido por el ejemplo. Es que los números marcan un descenso de los índices delictivos, pero los porcentajes no parecen ser tan elevados. «Nunca se debe hacer alarde de lo bien que se está. Siempre hay mucho para hacer», le dijo el gobernador a este diario cuando fue consultado al respecto.

Los hombres de la política escuchan, aprovechan circunstancias y se otorgan méritos, pero las cifras y los análisis no son tan lineales. En las planillas hay espacios oscuros por la importante cantidad de delitos no denunciados y también elementos estadísticos concretos (ver infografía). El delito y su forma cambiaron y nadie canta victoria. Como ejemplo del azar y las calles salvajes de la ciudad, tras el discurso del primer mandatario nacional se sumaron hasta hoy 10 muertes violentas que a la hora de las palabras no estaban ni pensadas.

Comparaciones

Los números registrados cuentan que en febrero de 2016 hubo 36 pedidos de capturas emitidos por la Justicia y concretados por distintas fuerzas de seguridad, en tanto durante el mismo mes de 2017 se registraron 103. Si se habla de robos, hubo 1.531 en ese mes del año pasado y 421 en igual período de 2017. En febrero de 2016 se denunciaron 32 entraderas, uno de los delitos que más duelen en la piel de los rosarinos, y en febrero de este año sólo fueron 6. Y como número puntualmente cuantificable se registraron 16 homicidios en febrero de 2016 y 10 un año después. El comparativo del mismo mes en distinto año da pruebas de la baja anunciada en el Congreso Nacional.

Según el ministro de Seguridad de la provincia, Maximiliano Pullaro, «el diseño de las políticas de seguridad se basa en las estadísticas», y pese a reclamos planteados por distintos sectores de la criminología y organizaciones que estudian los sucesos violentos, la provincia muestra sus números con el manual del sociólogo: se plantean en comparación mes a mes o bien semestre contra semestre de años distintos.

En este sentido, y al comparar la cifra de homicidios con otros años, el Ministerio de Seguridad registró 224 crímenes en todo 2015; 179 en 2016; y en 2017 ya se han sumado 38, cuando a esta fecha el año pasado la cifra trepaba a 47. Un antiguo policía comentó a principios de este año a un cronista de Policiales de La Capital. «O los muchachos en el barrio tienen mala puntería o están teniendo un Dios aparte», en relación a la cantidad de baleados en situaciones confusas, o los atentados a viviendas que de milagro no incrementaron el número de víctimas fatales.

Si se toma el período que va de agosto de 2015 a enero de 2016 y se lo compara con el mismo lapso de 2016 a 2017 los resultados en la tarea de seguridad parecen notables: las órdenes de capturas por distintos hechos concretadas se incrementaron de 90 a 1.085; las entraderas bajaron de 188 a 89; y los robos de 15.416 a 11.467, siempre de acuerdo a lo que se releva por las denuncias realizadas. Por otra parte los heridos por armas blancas o armas de fuego subieron un 12 % en ese período: de 469 a 525 personas. Lo que no se modificó fue el secuestro de armas, se incautaron 455 en los dos períodos.

Visiones críticas

En este marco, la docente de la cátedra de Criminología y Control Social de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Eugenia Cozzi, sostuvo que «pese a los números optimistas que brindó el presidente Macri, el fenómeno de la violencia letal en la provincia de Santa Fe, y en particular en la ciudad de Rosario, sigue constituyendo un grave problema de seguridad cuyas principales víctimas son jóvenes varones de sectores populares, algo que continúa sin ser abordado de manera adecuada a pesar de todos los anuncios oficiales. Por lo tanto, lo que dijo Macri el 1º de marzo requiere algunas precisiones».

Al respecto, Cozzi explicó que «no podemos afirmar la certeza de los datos difundidos por las dificultades de acceso a la información oficial sobre violencia y delito en Rosario y Santa Fe. Desde la Universidad pedimos información en varias oportunidades, pero sin respuestas concretas. Sólo contamos con los informes sobre homicidios de los años 2014 y 2015 que publicó el Ministerio Público de la Acusación», aseguró.

En lo que hace a los homicidios, la criminóloga señaló que «si tomamos la tasa del año 2016 publicada en los medios de comunicación, hay una baja en relación a los años anteriores, pero sigue siendo elevada en relación a la tasa histórica de Rosario. Esta era baja en relación a la media de las grandes ciudades de nuestro país. Sin embargo, a partir del año 2012 la misma comenzó a incrementarse significativamente con un pico en 2013 de 23 crímenes cada 100.000 habitantes, tendencia que se sostuvo hasta 2014, año en el que desciende. Pero, por otra parte, para analizar el fenómeno de violencia letal se deben tener en cuenta además los datos sobre heridos de armas de fuego y arma blanca».

Sobre los robos Cozzi fue más que contundente: «La tasa de robos calificados tampoco es un indicador adecuado para analizar las características de la criminalidad ya que es un tipo de delito que presenta una importante cifra negra, muchas veces ni se denuncian. Entonces, resulta correcto señalar que se trata de delitos registrados y ese indicador puede subir o bajar independientemente que el fenómeno presente variaciones, porque está más vinculado al trabajo policial».

En tanto hizo hincapié en «el fenómeno de violencia institucional (la ejercida por el Estado a través de las fuerzas de seguridad) presenta un aumento a partir del año 2013 y va desde el hostigamiento policial hasta los casos más graves de ejecuciones sumarias, tortura y desapariciones forzadas, todos datos omitidos en el anuncio presidencial», concluyó la profesional.

Sensible baja

En octubre de 2016 el gobierno nacional por medio de la Dirección Nacional de Información Operacional y Mapa del Delito, informó que siete personas son asesinadas cada día en la Argentina en situaciones como peleas, ajustes de cuentas o violencia de género, y que ese nivel fue en aumento durante la última década ya que en 2006 el promedio de homicidios diarios era de 5. La ciudad de Buenos Aires aparece con una tasa de robos en 2015 de 2.064 cada 100.000 habitantes, sólo superada por Mendoza.

Así y todo, los datos arrojaron para 2016 un número optimista. Los crímenes habían bajado un 19 por ciento en todo el país si se comparan los seis meses iniciales de 2016 con 2015, cuando la tasa semestral de homicidios era de 2,9 cada 100.000 habitantes. En ese mismo período la Nación envió 6 mil agentes federales a patrullar la provincia de Buenos Aires.

El criminólogo de la Universidad Nacional del Litoral Máximo Sozzo explicó, a su tiempo, que «se registró una baja moderada del delito pero es muy difícil plantear las causas. Es posible que los patrullajes con fuerzas federales, como dijo el presidente de la Nación, hayan hecho posible una prevención pero habría que tomar en cuenta el despliegue territorial. Para delinear una respuesta desde lo científico social haría falta tener una información estadística más precisa y yo soy escéptico en cuanto a que el patrullaje sea lo único que ha influído. Hay que ser muy cauteloso cuando se observa esta disminución», argumentó.

En el orden jurídico, Sozzo sostuvo que «la reforma judicial en la provincia no genera bases para la disminución del delito ya que la función no es la prevención . La creación de distintos organismos policiales será efectiva si se toman otro tipo de prácticas», dijo.

Maximiliano Pullaro, el ministro de Seguridad provincial, defiende su gestión con cifras y cuenta que la disminución es parte de un trabajo en conjunto del Ministerio Público de la Acusación (la Fiscalía), el Ministerio de Seguridad y la concreción de desarrollos urbanos en barrios vulnerables: «Logramos llevar desarrollos habitacionales en trece barrios vulnerables de Rosario y en siete más de Santa Fe», aseguró.

Pero el ministro no es ingenuo, sabe que las victorias se cuentan día a día. «Nos basamos en las estadísticas para planificar el trabajo. En este esquema desarrollamos la cuadrícula de patrullaje que rindió mucho a la hora de las capturas y ahora vamos a implementar un sistema de pantallas digitales que denominamos «El ojo» y que nos permite visualizar las zonas calientes de la ciudad en tiempo real».

«Además —dijo el funcionario— el tema narco fue variando en estos dos años. Al desmembrarse las bandas más poderosas el delito se atomizó y hoy hay pequeños grupos de distribución pero no podemos obviar que los veinte tipos más violentos que eran jefes o sicarios de bandas están presos y eso da cierta tranquilidad».

Los hombres que deben garantizar la seguridad no desconocen que la provincia mantendrá siempre índices de delitos y que los triunfos pasarán desapercibidos. Luego de cuatro años en que los picos de inseguridad y muerte pusieron a Rosario en las crónicas policiales del país y a la provincia como a la única en que se baleó la casa de un gobernador en 33 años de democracia. (El ciudadano)