Empleados del Jockey Club se plantaron en queja salarial

Son 250 trabajadores que reclaman igualdad en el pago de antigüedad y mejores sueldos; también resisten el trabajo tercerizado.

Por Arlen Buchara/El Ciudadano

Los trabajadores del Jockey Club de Rosario concretaron un paro por una serie de incumplimientos que incluyen no reconocimiento de la antigüedad, desigualdad salarial y contratación de trabajo tercerizado. El fin de semana pasado protestaron en la entrada del predio de Wilde y Córdoba, en Fisherton, y ayer rechazaron la última oferta salarial de un 18 por ciento de aumento en dos tramos. El martes tendrán una audiencia en el Ministerio de Trabajo y piden que se reconozca el 2 por ciento de antigüedad y un incremento salarial del 20. Son 250 empleados y empleadas con un promedio de 20 años de trabajo. Hacen las tareas de mantenimiento y cuidado de todas las instalaciones y el 80 por ciento no llega a cobrar 17 mil pesos de bolsillo. La cuota que pagan mes a mes los socios del club más caro y exclusivo de la ciudad –que también tiene sede en distintos lugares del país– es de 3.500 pesos, sin contar los gastos extras de cada disciplina deportiva. Para asociarse hay que desembolsar 200 cuotas, es decir, 700 mil pesos de matrícula. Y sólo pueden hacerlo los hombres. Las mujeres no están permitidas a no ser que tengan un padre o marido socio.

El fin de semana pasado no hubo tareas de mantenimiento en el Jockey Club. Los trabajadores decidieron parar todas las actividades con excepción de las guardias mínimas para el cuidado de los caballos de polo y equitación. Para mostrarles a los socios el malestar, montaron una protesta en la puerta del country de Fisherton donde se practican todos los deportes. Con carteles, banderas y bombos pusieron en evidencia que uno de los lugares más exclusivos de la ciudad no garantiza condiciones laborales básicas, según denuncian.

El secretario general del Sindicato de Trabajadores del Jockey Club, Eduardo Manguini, explicó a El Ciudadano que la mayoría de los empleados cobra un salario muy por debajo de la canasta básica, que en Rosario fue estimada en 30 mil pesos según la última medición de Centro de Educación, Servicios y Asesoramiento al Consumidor (Cecyac). Trabajan 7 horas y media y el 80 por ciento está en las tres categorías más bajas del convenio colectivo, con 20 años de antigüedad en promedio. En 2015 aquellos que tenían 35 años de trabajo consiguieron el 2 por ciento de antigüedad. El resto pasó a cobrar el 1,5.

Actualmente reclaman que el pago se iguale para todos. También piden un 20 por ciento de aumento salarial. El club ofreció el 18 en dos tramos. El primero, del 10 por ciento, fue abonado en marzo y el 8 restante llegará en agosto. El pedido del 20 incluye además a las y los profesores de todos los deportes. “Queremos que se respete el convenio de trabajo porque dentro de la misma categoría los sueldos son distintos. El club hace arreglos individuales, trae a personal tercerizado para no cumplir con el pago de horas extras y tenemos un sueldo desactualizado que hoy no alcanza para vivir”, explicó Manguini.

El represente gremial contó que ayer rechazaron la última oferta salarial y que pidieron como prioridad la igualdad en la antigüedad del 2 por ciento. El martes tendrán otra reunión en el Ministerio de Trabajo.

Los trabajadores se mostraron en contra de la incorporación de personal con sueldos altos. “Mientras la mayoría de los empleados no llega a los 17 mil pesos por mes, el club contrata a gente en cargos gerenciales o con sueldos acomodados. Y nosotros somos los que mantenemos el club, cortamos el pasto, limpiamos, hacemos carpintería, herrería y todas las tareas que hacen que el club esté siempre en condiciones para los socios”, opinó Manguini.

Exclusivo y excluyente

El Jockey Club nació en 1900 de la mano de la Sociedad Rural santafesina con la meta inmediata de que la ciudad tenga un hipódromo. Desde su fundación fue uno de los clubes más tradicionales y caros de Rosario. Al igual que las sedes de todo el país, para entrar es necesario pasar por una selección ardua y pagar una matrícula que equivale a 200 cuotas mensuales. Pero aun teniendo el dinero, las mujeres no pueden asociarse. Sólo pueden hacerlo si su padre o marido lo es. Y si se divorcian pierden el derecho. Las reglas restrictivas no impidieron que a lo largo de décadas las mujeres sean parte de la vida del club. Están en los deportes, en las actividades sociales, en el cuidado de los hijos, pero no en lugares de decisión y en igualdad de derechos. El hockey femenino, por ejemplo, es una de las disciplinas que más logros le da a la institución. Una de las figuras más conocidas que pasó por su cancha es la campeona mundial Luciana Aymar, considerada la mejor jugadora del mundo. (Arlen Buchara/El Ciudadano)